Una mirada hacia la patria

 

Graciela Sosa[1]

 

Quizás, mirar hacia la Patria sea casi una causa imposible, como casi imposible es mirar hacia adentro de uno mismo. Sin embargo, en estos tiempos de confusión, de límites borrados entre fútbol y nacionalidad, entre fronteras políticas y fronteras humanas me resulta casi imprescindible.

¿Cómo es que es posible todavía amanecer en este suelo sin sentir que pertenecemos a él? ¿Qué extraño conjuro todavía invade y hace mágico un desierto, una llanura, un río desbordado, un hombre resignado? ¿Qué listado de palabras es necesario hacer para definirla? ¿Cuántas definiciones necesitamos construir, una idea que se aproxime? ¿Cuántos silencios desocultados necesitamos para verla en su real magnitud y no en una idealización histórica que queda bien en los discursos, en los manuales, pero no en una realidad concreta y presente en cada uno de nosotros?

Es posible que queden muchas más incógnitas por resolver; en estos momentos tengo más preguntas que respuestas, más necesidad de aprehenderla que de enseñarla porque en esa búsqueda la vida se vuelve interesante. El misterio está allí en esas seis letras que componen la palabra, porque ella desoculta la pasión y la razón, el amor y el odio, la certeza y la incertidumbre, el conocimiento y la ignorancia. Todo eso que nos pertenece, nos identifica, nos pesa y y nos sostiene.

Julia Pritluzky Farny apela “al misterio inapelable”, a un allí “donde partir es imposible”, “donde se quiera amar. Y dar un hijo”. Es posible quedar cautivados por la relación de patria y nacimiento. Sin embargo, creo que es insuficiente porque hace falta un acto de la voluntad, de esa voluntad que hizo decir a mucha gente “es mi segunda patria” y ahora sólo quiero vivir en ella.

Quizás José Pedroni nos ayude con su visión esperanzada cuando dice:

 

“Por tu olvido sin precio.

Por tu silencio.

Por tu mirada de ojos grandes

sobre la lágrima y el sueño.

Argentina es tu nombre

que desafía el tiempo”

 

Pero, ¿no fueron los silencios los que nos obligaron a percibir una patria equivocada? Aún así, es verdad que desafió al tiempo para sobrevivir tan al sur de la historia, tan lejos, tan lejos.

“La patria, amigos, es un acto perpetuo / como el perpetuo mundo....” Con la eternidad en la mirada es Borges quien señala y remarca la idea de la perpetuidad como elemento constituyente de esta construcción individual y colectiva de la patria, apelando al fuego misterioso que arde en cada pecho. Es la circularidad de reconocerla la que hace que se transforme en eterna; quizás sólo renovable por ese mismo movimiento circular.

Es así que Silvina Ocampo, en un infiel espejo, resuelve la tensión de tú (“desmedido territorio nuestro) y un Yo mediatizado por la palabra en el poema Enumeración de la Patria. En él recorre el mundo de lo que tiene, de la belleza de lo agradable y lo desagradable, del mundo percibido desde la infancia hacia una fusión ineludible cuando dice: “Inmóvil como un árbol he dejado tu cielo iluminarme de rosado”; es la unión basada en la entrega hacia una comunión total. Es ella la que plantea la incógnita: ¡Patria, he nacido tantas veces muda! Es la cuestión de la palabra y de la falta de ella la que nos provoca los más variados interrogantes.

Entonces...

Volvamos al inicio, más preguntas que respuestas... Ése también es el misterio.

 

 



[1] Profesora de Castellano, Literatura y Latín. Instituto Superior del Profesorado Nº 3. Docente en Institutos de Educación Superior.