Analizando conceptos: Imperialismo y Globalización.

(aplicado al caso argentino)[1]

 

Irma Antognazzi[2]

 

Prólogo

... “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “avanzados”...

(Lenin, 1920)

 

Este artículo trata de encarar una cuestión teórica que tiene profundas implicancias prácticas (políticas). Trataremos de mostrar la utilidad de la categoría de análisis “imperialismo” dentro del marco teórico del materialismo histórico para referirse a los fenómenos de concentración y centralización del capital, de generalización de las reglas del juego capitalista en su máxima expresión histórica alcanzada a nivel planetario, y particularmente cómo se expresan estos fenómenos en Argentina actual. Pondremos en el banquillo de los acusados el concepto de “globalización” (¿lo reemplaza?, ¿son sinónimos?). Trataremos de analizar desde qué intereses resulta útil el concepto de “globalización” tan en boga entre las esferas de “lo científico” y lo “político”.

Por “globalización” se quiere decir ¿el triunfo del “neoliberalismo”? ¿de la tecnología?, ¿de las transnacionales?, ¿de los medios de comunicación?. ¿Las formas semejantes que adoptan ciertas pautas culturales, preferentemente pautas de consumo en grandes zonas del planeta? ¿La prueba del “fin de la historia”?

Creemos estar ante una falacia, ante un término que aunque describe fenómenos de indiscutible carácter planetario, no desnuda su naturaleza. Que hoy el mundo se pueda abarcar en una dimensión planetaria tanto para conocerlo como para actuar sobre él, no puede llevar a encubrir ni soslayar la naturaleza de procesos tan diversos y complejos, sobre todo, cuando es evidente que la humanidad debe operar conscientemente sobre los fenómenos planetarios que ha producido para que este planeta siga siendo habitable y la humanidad pueda seguir teniendo proyección en el tiempo y en el espacio.

Cualquiera sea el significado que se le asigne, se trata de descripciones que ocultan los mecanismos transformadores de la historia, el carácter contradictorio dentro de la unidad dialéctica modo de producción, recubriendo de una encarnadura falsa un fenómeno esencial que ya fue puesto al descubierto por Marx y Engels hace más de un siglo y que fue verificado por la historia y por los aportes teóricos de Lenin.

Este debate lleva a discutir el papel del estado- nación en el marco de los espacios geopolíticos transnacionales, del avance de la humanidad a escala planetaria con un vertiginoso desarrollo de las fuerzas productivas que posibilitan o crean condiciones aptas para un desarrollo mundial. Las fronteras nacionales entran en cuestión pero ¿desde dónde, desde qué intereses, desde qué perspectiva futura y presente?

Consideramos imprescindible este debate en estos eventos científicos para que los científicos sociales estemos en condiciones de aportar a una historia que tenga a la humanidad como creadora y destinataria de los progresos que es capaz de producir en todos los órdenes.

 

1 - Introducción

“Medio siglo atrás cuando Marx escribió El Capital, la libre concurrencia era considerada por la mayor parte de los economistas como una “ley natural”. La ciencia oficial intentó aniquilar por la conspiración del silencio la obra de Marx, la cual demostraba, por medio del análisis teórico e histórico del capitalismo, que la libre concurrencia engendra la concentración de la producción, y que dicha concentración, en un cierto grado de su evolución conduce al monopolio. Ahora el monopolio es un hecho... el engendramiento del monopolio por la concentración de la producción es una ley general y fundamental de la fase actual del desarrollo del capitalismo”... (Lenin, “El imperialismo, fase superior.....)[3]

Marx estudió el fenómeno del capitalismo cuando éste estaba plenamente desarrollado. Sus descubrimientos acerca de su mecanismo intrínseco, como son el trabajo excedente, la formación de plusvalía y la esencia del capital, así como sus mecanismos de regulación y reproducción tuvieron tal contundencia que no pudieron ser rebatidos. Las contradicciones inherentes a ese modo de producción fueron desarrollando una forma superior de dicho fenómeno, que Marx ya avizorara pero que logró un desarrollo teórico posterior por parte de Lenin.

Otro concepto que estaba presente en Marx, y no solamente en sus análisis teóricos sino en su práctica política, y que después desarrollara Lenin, era el de internacionalismo. También nos parece útil redescubrir este concepto, pues en su época, el mercado mundial ya desarrollado había hecho descubrir el carácter internacional no sólo de los intereses objetivos de la burguesía sino de la situación objetiva de la clase obrera.

Ese concepto, internacionalismo, permite explicar la unidad de los intereses objetivos de la burguesía e incluso los acuerdos que iba tramando para defenderlos, aunque también los enfrentamientos, muchos de ellos violentos, en la puja intermonopólica. El internacionalismo de los capitalistas, se realizó por y desde el poder de los sectores de las burguesías dueñas del poder de los estados nacionales, plataformas de lanzamiento de sus intereses sectoriales. Hoy, con un desarrollo mayor de ese fenómeno, al haberse conformado grandes empresas transnacionales, vuelve a aparecer a primer plano el internacionalismo de los pueblos, pero ahora ya no simplemente como resultado de la lógica del sistema sino como una necesidad histórica de sobrevivencia de la humanidad.

 

2- El fenómeno imperialista. Notas características en la etapa de la “globalización”.

“Los grupos monopolistas de capitalistas -cartels, sindicatos, trusts- se reparten entre sí, en primer lugar, el mercado interior, apoderándose de un modo más o menos completo de la producción del país. Pero, bajo el capitalismo, el mercado interior está inevitablemente enlazado con el exterior. El capitalismo ha creado desde hace mucho tiempo el mercado mundial. Y a medida que ha ido aumentando la exportación de capitales se han ido ensanchando en todas las formas las relaciones con el extranjero y con las colonias y las “esferas de influencia” de los más grandes grupos monopolistas. La marcha “natural” de las cosas ha determinado el acuerdo internacional de los mismos, la constitución de cartels internacionales”. (Lenin, 1916)

Recurrimos a Lenin con el propósito de recuperar para las nuevas generaciones la teoría del capitalismo y particularmente la teoría del imperialismo que permitió analizar un fenómeno nuevo para la humanidad a partir de la primera década de este siglo. Tal como leemos en los párrafos que siguen, los procesos que allí se analizan son semejantes a los actuales.... “La competencia se convierte en monopolio. De aquí resulta un gigantesco progreso de la socialización de la producción. Se efectúa, en particular, la socialización del proceso de inventos y perfeccionamientos técnicos... La concentración ha llegado a tal punto que se puede hacer un cálculo aproximado de todas las fuentes de materias primas en cada país... No sólo se realiza este cálculo sino que asociaciones monopolistas gigantescas se apoderan de dichas fuentes. Se efectúa el cálculo aproximado del mercado, el que según el acuerdo estipulado, las asociaciones mencionadas se “repiten” entre sí. Se monopoliza la mano de obra calificada, se toman los mejores ingenieros, y las vías y los medios de comunicación -las líneas férreas en América, las compañías navieras en Europa y América- van a parar a manos de los monopolios citados. El capitalismo, en su fase imperialista, conduce de lleno a la socialización de la producción en sus más variados aspectos, arrastra por decirlo así, a pesar de su voluntad y conciencia, a los capitalistas a un nuevo régimen social, de transición entre la plena libertad de concurrencia y la socialización completa... El marco general de la libre concurrencia formalmente aceptada persiste, y el yugo de un grupo poco numeroso de monopolistas sobre el resto de la población se hace cien veces más duro, más sensible, más insoportable... Nos hallamos en presencia, no ya de una lucha de competencia entre grandes y pequeñas empresas, entre establecimientos técnicamente atrasados y establecimientos de técnica avanzada. Nos hallamos ante la estrangulación, por los monopolistas, de todos aquellos que no se someten al monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad... El desarrollo del capitalismo ha llegado a un punto tal, que, aunque la producción de mercancías sigue “reinando” como antes y siendo considerada como la base de toda la economía, en realidad se halla ya quebrantada, y las ganancias principales están reservadas a los “genios” de las combinaciones financieras. En la base de estas combinaciones y de estos chanchullos se hallan las formas sociales de la producción; pero el inmenso progreso logrado de este modo por la humanidad beneficia a los especuladores”... (Lenin: op cit)

“Globalización” y papel del estado: Un informe titulado “El ascenso al poder mundial de las corporaciones”, preparado por el Institute for Policy Studies, un centro de investigaciones de Washington, pasa revista a 40.000 corporaciones que tienen actuación internacional y llega a la conclusión de que los 200 mayores grupos controlan más de un cuarto de la actividad económica mundial. ... “En vez de una aldea global integrada, esas empresas están tejiendo redes de producción, consumo y financiamiento que benefician, a lo sumo, a un tercio de la población mundial”. ”Dos tercios del mundo son excluidos o marginados, o perjudicados...Phillip Morris es más grande que Nueva Zelanda y tiene negocios en 170 países...De las 100 mayores economías del globo, 51 son corporaciones y 49 son países; Mitsubishi, la mayor corporación del mundo, sería el país número 22 si se tradujeran en términos de PBI sus 184.500 millones de dólares de facturación de 1995; General Motors, la mayor corporación de los estados Unidos y la cuarta en el ránking mundial, sería el vigésimo sexto país. Ford Motor Co. sería el trigésimo primero (Entre las dos facturan una cifra aproximadamente igual al PBI de Argentina; la cadena minorista Wal- Mart, la corporación número 12 del mundo, es mayor que 161 países... El informe hace referencia a una constatación de las Naciones Unidas según la cual el 85% del PBI mundial es controlado por el quinto más rico de la población del planeta”...[4]

Estos fenómenos calificados de “globalización” producen todo tipo de reflexiones. “El mundo vive un nuevo Renacimiento” es el título de un artículo del director del diario El Cronista Comercial, de Argentina, Jorge Castro: “Hay una explosión de empleo industrial en el mundo: entre 1963 y 1990 aumentó el 72%. El ritmo se acelera en la década del 90, sobre todo en los últimos tres años. Desde 1993 se crearon 90 millones de puestos de trabajo vinculados en forma directa a la economía mundial en el Asia- Pacífico. En el mismo período (1963/90) el nivel de ocupación de la industria de los países avanzados cayó el 25%. E 1995, la industria de los Estados Unidos produjo el doble que hace 25 años, con un millón de trabajadores menos”... “El aumento del empleo en la escala global es el resultado del salto cualitativo de productividad del sistema capitalista mundial”...[5]

Los autores de las notas que preceden describen con asombro datos que son verdaderos. Pero los utilizan para mostrar la necesidad de superar “la crisis” con “reconversión” y “revisión”, manteniendo las reglas del juego que imponen ciertos grupos financieros dominantes.

La magnitud del cambio en las fuerzas productivas en lo que se ha llamado la “revolución científico- técnica”, está asociada a la necesidad de la regulación y control político de dichos cambios. Por esto consideramos que en estas reflexiones acerca del concepto de imperialismo y “globalización” deberemos detenernos en el papel del estado.

Parte del discurso vigente hoy es que con la “globalización” ha desaparecido el estado y han ocupado su lugar las transnacionales. Estamos frente a una falacia. En esta etapa de desarrollo del capitalismo se ha configurado un tipo de estado que responde a los nuevos sectores sociales en el poder. Un estado que pasa a ser una oficina de los grupos financieros dominantes, que por ende reniega de tareas o funciones que en la etapa de formación y desarrollo de la burguesía nacional eran necesarias para alimentar y cimentar el modelo. Que reniegue de actividades sociales como salud, educación, seguridad, y de ser custodio de derechos humanos adquiridos por la humanidad, no significa desaparición del estado, ni menos aún debilidad del mismo. En la etapa de los monopolios, - de la gran oligarquía financiera- , el estado no es débil ni podría desaparecer, sino que se conforma un estado fuerte, con nuevas formas e instituciones al servicio de la oligarquía financiera y con nuevas reglas del juego jurídico para defenderla, protegerla de eventuales choques de clases, no solamente con la clase antagónica, sino aún dentro de la propia clase de la burguesía compuesta por diversos sectores afectados en distinta medida por el proceso de concentración.

Por supuesto que en la interpretación de que ha desaparecido el estado no se toma en cuenta el carácter de clase del mismo, y las precisiones desarrolladas por Lenin acerca de que el estado desaparecería si se llegara a estructurar una sociedad sin clases sociales, pues en ese caso un aparato de dominación de unos sobre otros no tendría razón para existir. En “El estado y la revolución”, desarrolla la tesis de la extinción del estado en condiciones históricas muy particulares que la humanidad no ha desarrollado, por lo menos hasta ahora.

Existe otro aspecto vinculado con la cuestión del tipo de estado en la etapa imperialista. Se trata del tema de las fronteras territoriales que resguardan o protegen los estados nacionales, para lo cual desarrollaron históricamente aparatos militares, las fuerzas armadas de la nación.

Los límites territoriales -que fueron producto de multitud de factores en la etapa de gestación de los estados nacionales, y que demarcaron los espacios propios de las distintas burguesías locales- resultan un obstáculo en la etapa del capital transnacionalizado. El creciente desarrollo de las fuerzas productivas es de tal magnitud que los límites de los estados nacionales resultan estrechos y la oligarquía financiera busca removerlos cuando le resultan anacrónicos, desacompasados del desarrollo actual de sus negocios.

El fenómeno de la transnacionalización del capital da lugar a diversos grados de desarticulaciones y rupturas del estado- nación. Los estados nacionales tienden a romperse por razones objetivas pero el proceso es alimentado por las aspiraciones expansionistas de las transnacionales y sus políticas de generar espacios económicos propios que sobrevuelen las antiguas fronteras nacionales. De ese modo contribuyen a romper una trinchera de resistencia.

Por esto los voceros del establishment califican como retrógrados toda propuesta de defensa de los intereses nacionales y del estado- nación cuando el slogan que sostienen es la “globalización” como sinónimo de “modernización”.

La desestructuración de los estados nacionales es funcional a los intereses de los grandes grupos financieros transnacionales que necesitan espacios donde intervienen otras variables para las cuales las fronteras nacionales quedan obsoletas. Estas fueron funcionales al estado- nación, a la etapa en que las burguesías nacionales estaban tratando de delinear sus espacios, sus territorios de negocios, tratando de darle un orden al desarrollo de las fuerzas productivas de la etapa inicial del capitalismo. Es interesante advertir que dichas fronteras nacionales se formaron con el consenso, -y más que consenso con la alianza-, de sectores sociales populares que incluían a la clase obrera interesada objetivamente en el desarrollo de los negocios de la burguesía para encontrar lugares como mano de obra asalariada lo que permitía distintos planos de progreso social. Y en esa delimitación de espacios hubo guerras de independencia colonial y luego diversas guerras patrióticas o gestas populares encabezadas por las burguesías nacionales en alianza con la clase obrera y otros sectores populares que resultaron frenos momentáneos a las aspiraciones de penetración imperialista (tal fue el caso del peronismo en Argentina entre los 46 y 52).

En América Latina, la temprana presencia de intereses imperialistas en la etapa de formación de los estados nacionales, fue un fuerte factor interviniente en la delimitación de las fronteras. La recomposición del imperialismo después de la primera y segunda guerras mundiales, la gestación de grandes casas financieras a nivel mundial (cartels, trust, grupos diversos) fueron generando tensiones fronterizas entre los estados capitalistas dependientes. En la etapa actual se agudizan, pero no dirigidas solo y prioritariamente a conquistar territorios geográficos, sino a demoler los aparatos de control que los estados- nacionales habían desarrollado a partir de los intereses de sus burguesías locales. Al respecto es muy ilustrativo el Documento Santa Fe II.[6]

El estado que expresa los intereses sectoriales de la oligarquía financiera produce políticas cuyas consecuencias son el rápido enriquecimiento para pocos y barbarie para grandes mayorías humanas, cada vez más constreñidas a vivir en condiciones de miseria por debajo de la línea de subsistencia frente a un mercado tan monopolizado que repele a la gran mayoría de los interesados en permanecer o en acceder.

El nuevo tipo de estado de las transnacionales está caracterizado porque los representantes directos de las grandes casas financieras se apoderan de los centros de decisiones políticas a través de diversos tipos de lobbies sobre la actividad parlamentaria, y creciente autoritarismo de los poderes ejecutivos que recortan ostensiblemente los espacios de participación democrática de otros sectores sociales. Por diversos mecanismos se aplican distintas formas de presión que facilitan la concentración de capitales y garantizan niveles tales de ganancias que compensan las condiciones de riesgo que generan situaciones sociales explosivas ante la expropiación brusca a amplias capas de la población y el reparto del ingreso cada vez más injusto.

Entre esos mecanismos usados por la oligarquía financiera podemos citar uno de los que más fuertemente marcaron el presente y el futuro de la región latinoamericana, y particularmente de Argentina: la gestación de una fraudulenta deuda externa pública y privada, pero de última, toda estatizada, mecanismos de máximo poder para producir presiones políticas que ponen en riesgo la soberanía nacional.[7]

Las condiciones para la aplicación de esas políticas fueron variadas: en situaciones en que no contaban con representación partidaria propia y por lo tanto sin consenso de masas, recurrieron reiteradamente a las Fuerzas Armadas, no solamente en Argentina, aunque en este país el fenómeno fue más reincidente y claro, sobre todo desde 1966.

Cuando las cúpulas de partidos políticos de tradicional base popular adoptaron, sin confesarlo públicamente, los intereses y perspectivas del sector financiero, no necesitaron el golpe militar sino que recurrieron a la representación parlamentaria y constitucional. Un ejemplo es Argentina. A partir de 1983, consiguieron implementar las políticas de concentración del capital con menor costo social y político, por lo menos en las primeras etapas de dicha coyuntura, a través de dos equipos sucesivos de gobierno en que se alternaron los dos partidos mayoritarios: radical y peronista (“justicialista”).

Globalización e internacionalismo: La “globalización”, -entendida como transnacionalización del capital, con todas las implicancias culturales y políticas que posee,- es en realidad un fenómeno de internacionalismo, pero no de solidaridad de intereses, sino un espacio compuesto por áreas económico- financieras donde actúan grupos financieros con distintas formas de fusión o asociación, que compiten entre sí cada vez más intensamente por las mismas aspiraciones e intereses. Este punto de la competencia- enfrentamiento entre grupos financieros es contrario a la idea que suele desarrollarse de que se ha formado una única cabeza política a nivel de todo el planeta, idea que niega las contradicciones y que está cercana o fundamenta, aquélla del “fin de la historia”. No sólo que no vemos hechos que muestren la conformación de un polo único de dominación, sino que los hechos evidencian una tremenda guerra financiera, un proceso de concentración que a fuer de ser natural, inherente al capitalismo, no deja de enfrentar con ferocidad a los grupos financieros entre sí a la vez que tensa las relaciones sociales con un campo creciente de sectores sociales perjudicados por dicho proceso.

Decía Lenin (op cit) ... “Las relaciones de dominación y la violencia, que es una consecuencia de la misma, he aquí lo típico en la `nueva fase del desarrollo del capitalismo´; he aquí lo que inevitablemente tenía que derivarse y se ha derivado de la constitución de los monopolios económicamente todopoderosos”... “Para eliminar la competencia, ... los monopolistas se valen incluso de artimañas diversas: hacen circular rumores falsos sobre la mala situación de la industria, publican en los periódicos anuncios anónimos... el monopolio se abre camino en todas partes, valiéndose de todos los medios, empezando por el pago de una “modesta” indemnización y terminando por el “procedimiento” americano del empleo de la dinamita contra el competidor”...

La competición no ha desaparecido sino que se ha incrementado. El internacionalismo de los sectores financieros tiene caracteres opuestos al internacionalismo proletario del cual hablara Marx cuando descubrió la esencia de las relaciones de las clases sociales fundamentales en el capitalismo. Los pueblos tienen objetivamente intereses en común que coinciden con el progreso de la humanidad, por lo menos en el plano objetivo -aunque aún no han podido plasmarlo en política. En esos intereses en común está hoy la salvación del planeta para mantenerlo habitable para toda la humanidad. En el internacionalismo-“globalización” la oligarquía financiera devora y engulle todo lo que toca, pero al mismo tiempo va dando muestra de los gigantescos avances de las fuerzas productivas que permiten lograr índices de productividad nunca antes alcanzados. Se va apoderando de áreas territoriales con sus riquezas naturales y culturales, colocando las banderas de la empresa en lugar de las banderas nacionales. Las políticas “sociales” de la oligarquía financiera son contrarias a las necesidades de los hombres: sobra gente para sus modelos de producción y distribución pero nunca como ahora hubo tantos millones de personas en todo el mundo trabajando en la industria aunque excluidos de niveles dignos de vida y de condiciones de trabajo. Atribuyen la inevitabilidad de esa exclusión al “avance tecnológico”. Por cierto nada pueden decir acerca de la permanencia de relaciones sociales de producción desacordes con dicho desarrollo, relaciones sociales que conducen a que sólo una élite pueda disfrutar de dicho avance y que son la traba del uso colectivo de los mismos.

La “globalización”, también llamada “economía abierta o de mercado” no es cualquier forma de universalización como hubieron otras en el pasado. La “globalización” conlleva discriminación, falsos enfrentamientos, exclusión social y política. Lo “global” es el mundo de los poderosos, con sus patrones de consumo, de “justicia”, de “belleza”, de “verdad”, que imponen en la medida que lo necesitan disponiendo de grandes agencias de comunicación para producir en la opinión pública el efecto del triunfo y universalización de una política, donde pareciera no quedar espacio para otras.

Entre los fenómenos que se presentan dentro del gran espacio difuso de la llamada “globalización”, se han extendido a nivel planetario ciertas sectas religiosas que en realidad además de ser resortes de penetración ideológica y de destrucción de la unidad que de algún modo mantenía la iglesia católica, son grandes empresas comerciales y financieras con declarados fines políticos.

Las formas financieras de la “globalización”: La “globalización” es un término que se refiere más que nada a los resultados o síntomas que se advierten en el mercado financiero mundial. El estado monopolista aplica políticas que favorecen la concentración. Al implementar mecanismos de centralización de los ahorros internos, como los fondos de pensión (AFJP) o las aseguradoras de riesgo (ART) han agrandado la masas de capitales especulativos y fácilmente migratorios (capitales golondrinas) favorecidos en esos movimientos con los recursos electrónicos de detección de diagnóstico de la realidad (incluso fenómenos físicos, climáticos, cosechas, yacimientos diversos del suelo y del subsuelo, etc.) que permiten tomar decisiones a nivel planetario, combinados con tecnologías de comunicaciones.

La terminología de “mercados emergentes” está ligada a la de “globalización”. Son áreas que momentáneamente y por coyunturas muy especiales pueden recibir capitales, generalmente de especulación y golondrinas, llevando a confundir los “negocios” bursátiles con los aspectos de la economía de la producción y sin distinguir, por lo menos para el gran público, qué significado pueden tener los números de la Bolsa o incluso los de crecimiento económico en relación con la creciente desocupación o la reducción de los niveles de vida. Sin embargo, dicho fenómeno no está restringido solamente a las áreas especulativas, sino que, los capitales transnacionales “compran” total o parcialmente empresas productivas vertebrando negocios en sentido vertical y horizontal, aumentando la red transnacional de los mismos.

 Otra forma que manifiesta la transnacionalización del capital es la compra de territorios o patrimonios inmuebles por parte de grupos financieros con fines productivos o meramente especulativos junto con patrimonios estratégicos de riquezas del suelo y del subsuelo incluso áreas de fronteras o con fronteras incluidas.

Los grupos monopólicos delimitan áreas económicas e implementan políticas tales que dan resultados semejantes. Esos fenómenos resultantes son utilizados para hablar de “globalización” y mostrar que la realidad es una, que lo que pasa en Argentina es lo mismo que lo que pasa en España, Italia o EEUU. No se explicita por qué ni de donde se lanzan esas políticas. Por ejemplo, las llamadas políticas “neoliberales”, son maneras de dolarizar áreas enteras del planeta y de regulación de las transacciones en el mercado laboral, de servicios y de productos, produciendo sobrevaloración del dinero y subvaloración del precio de la fuerza del trabajo. En la práctica se va reduciendo el poder adquisitivo del salario. Encadena fenómenos al crearse esas áreas económicas que dependen cada vez más estrechamente de intereses extraños a los intereses nacionales, quedando sujeta la economía y el mercado financiero a los vaivenes que se produzcan según las decisiones políticas del área central. Si vemos los avatares de la Bolsa de valores, lo que significa corrimientos de fondos de inversión con suma movilidad, advertimos cómo están sujetos al interés de las tasas que se pagan en EEUU o a algunos acontecimientos políticos cuyos efectos trascienden el lugar o el país en que se produjeron.

Es tal el enfrentamiento entre los capitalistas que configuran una “guerra financiera”.[8] Las formas de la guerra varían históricamente habiendo épocas en que se presentan algunas formas como prioritarias sobre otras. En esta etapa de la puja interimperialista uno de los planos centrales es la guerra financiera (boicot, dumping, movimientos abruptos de capital, cambios en la valoración relativa de las monedas, etc..) cuyas formas no siempre son los golpes militares (lo han sido en la década 70-80 en A. L). sino los “golpes de mano”[9] y los golpes de mercado. Otro plano de gran desarrollo en la etapa actual del imperialismo, es la guerra ideológica, la batalla por lograr consenso en la opinión pública, o neutralizar o destruir por confusión a las nuevas generaciones de jóvenes que carecen de elementos científicos para la reflexión propia.

El fenómeno llamado “globalización” no es resultado de la imitación por unos “países” de las cualidades “civilizadas” de otros como intenta explicarlo el discurso “oficial” en Argentina, al tratar de convencer a la opinión pública que se habría ingresado al “primer mundo”. Se conmina a aceptar las reglas del juego que imponen los sectores del poder so pretexto que de lo contrario se quedaría “aislado”, al margen de beneficios de un supuesto “primer mundo” que se atribuyen a un “nuevo orden globalizado”. Procuran hacer creer que el nivel de miseria, marginalidad, pobreza y atraso del mundo “periférico” es porque no habría alcanzado las pautas y valores del “primer mundo”, ocultando el proceso histórico de succión de riquezas entre las clases dominantes de los países imperialistas con la anuencia de las clases dominantes locales y en detrimento de la mayoría de la población.

Serían del “primer mundo”, aquéllos países que tuvieron un desarrollo capitalista temprano que los condujo, no sin enfrentamientos, a la etapa imperialista. Pero allí donde el capitalismo sembró relaciones capitalistas de producción arrastró consigo las condiciones para la aparición de fenómenos semejantes. En la medida que se fueron desarrollando las multinacionales, no solamente invirtieron capitales. Sembraron condiciones para que se desarrollen todas las formas de cultura incluyendo la corrupción ya que trasladaron la lucha intermonopólica saliéndose de las reglas del juego de la legalidad que las burguesías nacionales habían instituido. Necesitaron corromper cada vez más a las cúpulas de gobierno nativas, o imponer sus figuras adictas ya sea por campañas electorales subsidiadas o por golpes de estado, destituir a los equipos de gobierno elegidos por el pueblo. La corrupción es parte de las maniobras ilegítimas e ilegales de los grupos transnacionales en su guerra por ganar espacios financieros. Se han hecho ya conocidos en Argentina, por ejemplo, los lobbies para conseguir leyes favorables, la ingerencia de los embajadores de EEUU, de Inglaterra, de Alemania, por citar los más importantes en los asuntos internos, las visitas de veedores- del FMI, etc.

Entre los nuevos códigos de la “globalización”, los parámetros simbólicos, están la “tarjeta de crédito” con valor universal (el ícono de la “globalización “[10])- y las normas internacionales de calidad o de control de la misma. Se trata de diversas normas de producción y de servicios. La adopción de normas compartidas que reducen costos, controlan mercados evitando infiltraciones y competencias molestas, etc. dan la pauta del nivel alcanzado en la producción a nivel mundial ya que dichas normas para ser eficaces deben extenderse, generalizarse, “globalizarse” al punto tal que quien no las adopta queda afuera del mercado abierto.

Exigir el cumplimiento estricto de dichas pautas tiene que ver con las formas que adopta la producción en gran escala, con la técnica del “justo a tiempo” (una de las caras del desarrollo de las fuerzas productivas).[11] Las condiciones de los créditos internacionales están atadas a la imposición de políticas como “reformar el estado”, “reconvertir la educación”, “disminuir el déficit fiscal”, “privatizar las empresas estatales”, etc., formas de disciplinamientos de los estados- nación a las necesidades del gran capital transnacionalizado.

Se habla de un “nuevo orden mundial”. En realidad no se ha logrado un Nuevo Orden Mundial para la humanidad como tal, pues el “orden” logrado no ha resuelto los nuevos desafíos que se le van presentando en su historia. Por el contrario la humanidad está ante una crisis de magnitud gigantesca, donde se han puesto en tela de juicio las normas, formas de vida y de organización vigentes hasta ahora, pero todavía no ha acertado a encontrar nuevas formas constitutivas, un ”nuevo orden” que en términos del materialismo histórico sería una nueva formación económico- social cuyas relaciones de producción fuesen acordes al desarrollo actual de las fuerzas productivas y las liberase para ponerlas al servicio del conjunto de la humanidad.[12]

La “unificación de los mercados”, y frases por el estilo, en lugar de más armonía y cooperación producen más pujas intermonopólicas y mantiene hipótesis de conflicto que aunque calificadas de “conflictos de baja intensidad” ocasionan más sufrimientos a millones de personas.

Lo que se llama “globalización” es el punto más alto alcanzado hasta ahora del desarrollo del imperialismo. La “globalización”, término no suficientemente definido, es la manifestación más clara de que el capitalismo ha llegado al punto máximo, quizás cerca de lo que Marx decía en el Prefacio a la Crítica de la Economía Política: ... “ninguna formación social desaparece antes de haberse desarrollado todas las fuerzas productivas que caben en su seno y nunca aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que hayan madurado en el seno de la sociedad antigua las condiciones materiales de su existencia”... (nuevos) “objetivos sólo aparecen cuando existen, o por lo menos, se están gestando las condiciones materiales de su realización”. Los fenómenos que se están produciendo en el mundo entero parecieran corroborar la “globalización”, como triunfo de un modelo de economía, de gobierno y de sociedad. Sin embargo nunca se estuvo tan cerca de ver la extensión universal del fenómeno “imperialismo” y las consecuencias que produce en todos los órdenes de la sociedad y las estructuras del estado que obligan a un recambio o a soportar miserias y dolores también “globalizados”.

Toda esta situación daría la impresión de que las fuerzas productivas que caben dentro del capitalismo han llegado a los límites del sistema. Para extenderse y desarrollar sus negocios aumentando sus ganancias, el capital financiero debe enfrentar antagónicamente a sectores de su misma clase. El enfrentamiento no es sólo contra el pueblo. Lo es, y muy pesado por cierto. Pero las formas más agudas se dan adentro de su propia clase y no tan sólo de la clase burguesa en general sino adentro de las estrechas capas de la oligarquía financiera.

 

3- Las políticas que aceleran o retardan el proceso.

 Hasta aquí estamos refiriéndonos a la forma que adopta un fenómeno natural dentro del capitalismo. Pero debemos agregar al análisis, las políticas que se implementaron desde el poder del estado para volcar el proceso a favor de la clase que se apropia del mismo. Nos referimos a la oligarquía financiera. (Asborno: op. cit).

Los términos “políticas neoliberales” o “globalización” ocultan la contradicción de fondo que es aquélla planteada por Marx cuando descubrió la unidad y lucha de contrarios entre fuerzas productivas y relaciones de producción y las gigantescas posibilidades que abría el capitalismo en materia de producir excedente cada vez más socialmente, aunque, en esa instancia histórica sea apropiado en forma individual.

 Deben distinguirse los fenómenos objetivos, independientes de la conciencia, el plano de la “necesidad” del capitalismo en su etapa imperialista, de las políticas que se adopten. Esta distinción queda oculta en los análisis oficiales, rompiendo la unidad dialéctica que conforman base material y superestructura. Ese análisis incorrecto abre las puertas para caer en posiciones esquemáticas: o determinismos- fatalismos (no hay más opciones que las actuales “neoliberales”) o en voluntarismos como si fuera posible frenar o torcer, esquivar, o incluso hacer retroceder, el proceso de concentración.

Para hacer un análisis más riguroso se debe detectar de qué sectores sociales provienen las políticas que se adoptan desde los aparatos del estado. Para determinar su alcance se deberá ver el tipo de estado, cuáles son los aparatos de poder no en abstracto sino en concreto y encontrar qué sector de la sociedad tiene el dominio sobre el mismo, por supuesto en movimiento, es decir en un proceso de transformación de la sociedad que por momentos puede ser muy revulsivo.

Las políticas que se aplican desde el estado cuando éste está en manos de la oligarquía financiera producen un acelerado proceso que alienta la natural concentración y centralización del capital, “ordena” las formas de la puja competitiva y crea reglas del juego (“leyes”) a su beneficio, es decir toda una trama de legalidad y de “justicia” que ampara determinados juegos capitalistas en desmedro de otros.

Ese “juego” produce una expropiación generalizada y acelerada de recursos, bienes adquiridos, y poder adquisitivo de crecientes masas de población. De allí la importancia que tiene adueñarse de los aparatos del estado que no son solamente los mecanismos de gobierno sino las vías de acceso a los lugares de poder real (contactos empresarios, consultoras diversas, bancos trasnacionales, contactos diplomáticos, red de lobbies parlamentarios, fuerzas armadas, etc.) para legalizar o consensuar esos mecanismos de succión.

Este proceso está ligado a la concentración del poder político. Todo ese mecanismo de succión está vinculado con la modificación de las estructuras del estado para que puedan garantizarlo eficazmente. En ese marco, se encuentran maniobras de corrupción para la apropiación de los recursos públicos, y las formas amañadas de “democracia” (creación de nuevas jurisdicciones, manipulación de fechas y cronogramas electorales, campañas publicitarias y propagandísticas oficiales con cuantiosos recursos que invalidan la posibilidad de otras propuestas alternativas, el manejo total de los medios de comunicación y la lucha ideológica, van siendo muestras de la concentración del poder político ligado a profundas transformaciones de los aparatos del estado).

Los “golpes de mercado” (tequilazo, o el fin del gobierno de Alfonsín en Argentina de 1989), los miles de millones de dólares que acumulan algunas empresas con el tráfico de drogas; el contrabando (qué mejor ejemplo que la “aduana paralela” en Argentina) y miles y miles de ejemplos que van desde las más altas esferas de los estados hasta formas que empiezan a extenderse ante la falta de justicia y la impunidad de funcionarios y capas de protegidos.

Las estrategias para conquistar mercados no pueden ya ser distintas en los países de “primer” o “tercer mundo”. “Las empresas y los países que compiten en una economía global deber hacer “más que el promedio” para evitar quedar rezagados en relación con la competencia. Ser líder dentro del mercado local no garantiza ninguna seguridad frente a una amenaza seria de la competencia. La única estrategia ganadora para el largo plazo es centrarse en la competitividad del mercado global”.[13]

Las políticas de concentración son variadas: desde todas las formas de restricciones a la legislación laboral, la competencia desigual de producción en el mercado, las “promociones” industriales, la liberalización de aduanas, las tasas diferenciales a ciertos productos o servicios, etc.

 En la medida que se van expandiendo las fuerzas productivas a nivel planetario, es decir a medida que el proceso crece en expansión geográfica, y en todos los órdenes, se va adelgazando la base social que se aprovecha de dichos beneficios. Esa concentración, producto histórico, va a su vez a contrapelo de las necesidades históricas de la humanidad. Los pueblos de América Latina están sintiendo los resultados en carne propia. La masa de capital al concentrarse en pocos propietarios, es foco de tensiones a la vez que degradación del nivel de vida de amplias capas sociales.

Es necesario destacar que no se trata de tomar posición en contra del proceso de concentración, ya que es natural (inherente) a la etapa imperialista del capitalismo. Sino que es necesario advertir la recomposición social que ocasiona y las políticas que, por un lado, se implementan desde el poder del estado para colocarlo al servicio de ciertos intereses, y por otro lado, las políticas de resistencia, que con diversas modalidades van realizando los sectores sociales afectados.

Estas políticas van desde todos los casos de inicios de experiencias socialistas, hasta todas las luchas populares por resistir - protestar, contra los modelos de exclusión.

Se trata de la generalización de la crisis. Las fuerzas productivas están tocando a su techo de expansión posible en el marco de estas relaciones de producción capitalistas. Pero hay otro tipo de fenómenos que va mostrando la crisis de un modo de explotación. No sólo los marginados buscan su manera de rebelarse (saqueos, delincuencia, conductas antisociales diversas), sino que quienes todavía están insertos en la estructura productiva o de distribución salen al cruce de políticas que les afectan. Desde ese punto de vista aparecen reclamos que también tienen carácter de “globalización”. Los miles de hispanos latinoamericanos que manifestaron en Washington en 1996, los miles de obreros en huelga en Francia y España. La manifestación de protesta conjunta organizada entre las centrales sindicales del Mercosur contra las políticas de ajuste económico. La marcha se titularía “Día Internacional de lucha”. Una forma en que también se expresa la “globalización”, una manifestación de internacionalismo y experiencias de poder popular con distintos grados de desarrollo y generalización.

 

4. El caso argentino[14]

El peronismo en su primera etapa (del 46 al 52) fue un proyecto de la burguesía nacional industrialista, que dio un fuerte impulso al desarrollo capitalista con un crecimiento acelerado de la acumulación de capital basado principalmente en la extracción de plusvalía absoluta sobre un número creciente de mano de obra obrera nativa de origen rural. Un estado de tipo proteccionista, estado “de bienestar” que produjo una fuerte redistribución del ingreso en beneficio de amplias y diversas capas sociales con respecto a todas las etapas precedentes y posteriores. Entendemos que el rápido proceso de concentración que se fue dando sobre todo a partir de 1952, fue dibujando una aguda puja dentro de la clase burguesa que se combinaba con la resistencia de la clase obrera y demás sectores medios que veían recortadas abruptamente sus niveles de vida.[15]

Es necesario advertir que el peronismo significó para Argentina un cierto freno temporario a las pretensiones de la oligarquía financiera de EEUU de penetrar con sus productos y ampliar el área de inversión de sus capitales, justamente en el período inmediato de posguerra. Pero simultáneamente fue el proyecto que favoreció la acumulación de grandes masas de capitales nativos que en la primera etapa tenían sus intereses en el mercado interno creciente y prolífico. Luego, ante el achique relativo del mercado interno, por diversos factores internos y externos que no se analizan aquí, algunas de las capas de dicha burguesía nacional, empezaron a ver con interés las alianzas o negocios conjuntos con el capital extranjero. En medio de intentos fallidos por encontrar representación política dentro de las reglas de la democracia parlamentaria, (Frondizi 1958-62; Cámpora, Perón- Isabel Perón, 1973-76) dichos sectores recurrieron a sucesivos golpes de estado. Paralelamente se iba configurando una nueva capa dentro de la burguesía, propietaria de capitales cada vez más concentrados y paulatinamente ligados a capitales transnacionales.

En la época de la transnacionalización de los capitales, particularmente a partir del programa económico del Ministro de economía de la dictadura militar del 76, Martínez de Hoz, el estado argentino dejó de cumplir un papel progresista como en la etapa de auge de la burguesía nacional (el proyecto peronista de los 45 a los 52) para empezar a cumplir el rol de rector de políticas regresivas para grandes sectores de la sociedad. No para toda la sociedad. Y allí está precisamente la necesidad de hacer análisis de clases para detectar cuáles son los sectores sociales que se benefician y cuáles los que se perjudican. Las funciones económicas las realiza el estado de manera muy taxativa, regulando férreamente la economía aunque eufemísticamente se llame “neoliberal”. Crea condiciones de impunidad para ciertos grupos monopólicos y ciertas camarillas políticas que los respaldan. No es cierto que se trata de políticas de libertad económica, pues cuando por ejemplo, permite que entren sin aranceles productos extranjeros, o cuando además da luz verde para la creación de “aduanas paralelas”, está creando condiciones para una competencia desleal con pérdida del poder económico, financiero y político de un gran sector del empresariado argentino.

El estado cumple funciones económicas orientando, o más aún dirigiendo el proceso de concentración: qué áreas se beneficiarán, cuáles se perjudican deliberadamente para neutralizar posibles competidores. Por supuesto que esto genera resistencias diversas, que obstaculizan los planes de determinados momentos y circunstancias, pero en el largo tiempo, va deprimiendo y haciendo desaparecer prácticamente sectores enteros de la producción. Al respecto hay un ejemplo muy significativo. Cuando se descubrió en Argentina lo que se llamó “Aduana paralela” se escucharon quejas de la pequeña y mediana industria nacional que encontró en ese dato que los millones de toneladas de productos manufacturados diversos que entraron sin pagar impuestos a la importación, permitieron a cierto sector competir deslealmente en el mercado “liberalizado” y se constituyeron en la causa de las numerosas quiebras del sector de las pymes. Numerosas empresas - sellos, testaferros, coberturas diversas, jugaron una competencia desleal en situaciones de dumping protegidas no sólo en sus países de origen sino por el estado argentino con leyes del Congreso y con decretos del poder Ejecutivo, al liberarlas del pago de impuestos, de controles aduaneros o favorecerlas con promociones especiales.

Uno de los más eficaces mecanismos estatales de concentración capitalista y de transnacionalización del capital han sido desde el golpe de marzo de 1976, todas las políticas referentes a la gestación de la deuda externa agravadas con los compromisos de pagos que asumieron los gobiernos militares desde 1976, el gobierno de la UCR desde 1983 que aceptó la deuda en su totalidad sin investigación y nacionalizó la deuda privada, aunque intentó evitar el pago de las cuotas de interés, y el del PJ que aumentó varias veces la deuda externa tomando nuevos préstamos y firmando contratos que endurecen los compromisos de pago y las nuevas formas de endeudamiento (Plan Brady).

En Argentina la magnitud genocida del golpe militar llegó a servir de cortina de humo para ocultar o por lo menos impedir la investigación de todas las maniobras por las cuales se gestó una abultada deuda externa que opera como elemento político de presión. (Olmos: op. cit.)

El proceso de concentración y centralización del capital en Argentina, se fue dando paralelamente a la transformación del estado. Dicho proceso no se ocultó. Por el contrario se propagandizaron la “primera” y “segunda” reformas del estado, que consistieron en lograr paquetes de leyes que fueron “legalizando” situaciones que se iban dando de hecho: anulación de derechos laborales, sociales, a la salud, a la educación, a la vivienda, etc., así como nuevas atribuciones al Poder Ejecutivo que gobierna en base a decretos de “necesidad y urgencia” cuando el Poder Legislativo no opera con la “agilidad” que necesitan los intereses trasnacionales.

Si bien la transformación del estado se fue dando en un proceso largo, desde 1976, la misma es más notoria desde el gobierno de Menem (1989). Ese proceso hasta la adecuación del estado para llegar a convertirlo en la herramienta idónea para el gobierno directo de los grandes capitales transnacionalizados, y como mecanismo de regulación de su tremenda puja interna no fue armónico, sino lleno de saltos y rupturas, muchas de las cuales estuvieron señaladas por “golpes de estado” de carácter militar o “golpes de mano” (B. Balvé: op. cit.) que operaron como instrumentos directos del gran capital.

Se hace evidente que el pasaje del estado- nación al estado de las transnacionales no es simplemente un cambio formal sino de fondo: los grandes grupos financieros, en medio de una voraz competencia y usando los mecanismos que históricamente les resultaron adecuados, instalaron un estado fuerte a su total beneficio. En Argentina, el cambio empezó a darse hacia mediados de los 50 y como resultado de un período de transición de los 60 y los 70 se realizó plenamente a partir del golpe militar de marzo del 76. Ese fue el golpe de gracia para instalar una nueva forma que empezó a desarrollarse particularmente con el mecanismo del forzado y fraudulento endeudamiento externo pero que más tarde, y una vez consolidada la oligarquía financiera en el poder del estado, empezó a utilizar otros mecanismos de derivación de recursos públicos hacia las arcas privadas (las jubilaciones privadas, los seguros de riesgo de trabajo, las privatizaciones de las empresas del estado).

La “globalización” está produciendo en Argentina un redimensionamiento de sus áreas territoriales. Se han iniciado emprendimientos mineros y petroleros con grandes inversiones extranjeras, que están produciendo movimientos de mano de obra calificada con urbanización de áreas rurales; instalación de nuevas plantas industriales o cambio de dueños y cambios tecnológicos en otras, a la vez que grandes bolsones de desocupación en áreas económicamente activas hasta los años 80 como son toda la ribera del Paraná, actualmente “reconvertidas”. El proceso está agudizando conflictos interprovinciales, puja entre sectores desplazados de mano de obra, pauperización creciente en áreas marginadas de la gran producción industrial, etc. O población de provincias más pobres que es alentada por caudillos o punteros políticos o por sus mismas autoridades de gobierno a emigrar, y aumentando la presión social en otras provincias. Caso migrantes golondrinas tucumanos que llegaron imprevistamente a Neuquén o chaqueños a Santa Fe. Pero como contraparte, se está desarrollando una nueva clase obrera, joven, con alta calificación para atender los nuevos procesos de trabajo y con conciencia del peso económico y en ciertos casos estratégico, de las áreas en que produce: caso siderurgia, química y petroquímica, comunicaciones, etc. Es interesante advertir que estos grandes emprendimientos productivos que implican inversiones millonarias y suculentas ganancias no tienen tanta prensa como el hambre y la marginación social. No es objeto de este trabajo, pero sería imprescindible estudiar los ejes de la propaganda del sistema.

Con el pretexto que “se dan en todo el mundo porque éste está globalizado”, desde los círculos de poder se pretende justificar la miseria y la descomposición social a la vez que ocultar la contracara del imperialismo que genera grandes riquezas para pocos.

Otra forma de ruptura de las estructuras de los estados nacionales son los proyectos de regionalización. Sería interesante que se analice la experiencia de Chile. En Argentina empezó a lanzarse el tema como globo de ensayo, enmarcado en algunas ideas que empezaron a desarrollarse en 1990 acerca de que había provincias “viables” y provincias “inviables” y que la solución pasaba por reestructurar las relaciones entre las regiones. Este tema está siendo discutido por fuera de la información a la población. Se van logrando acuerdos y transacciones entre el gobierno nacional y los gobernadores provinciales y vuelve a ser lanzado a los medios masivos por el presidente cada tanto, vinculándolo con las banderas de federalismo, tan caras a las economías provinciales y a sus burguesías locales.

En Argentina, los grupos transnacionales que tuvieron su representación política en las cúpulas de las FFAA sobre todo entre 1976 y 83, pudieron por fin tener una expresión política “legal” con consenso electoral vía partidos o alianzas con representación parlamentaria y desde allí dirigen toda clase de maniobras (con diversos tipos de negociados, chantajes, coimas y lobbies y a través de camarillas políticas corruptas). Aunque en general cuesta encontrar las pruebas, porque se ocultan, se destruyen o no son tenidas en cuenta por los funcionarios judiciales, se conocen eslabones concretos entre diversos empresarios y funcionarios políticos que salen a la luz como investigaciones periodísticas, aunque en realidad son operaciones de inteligencia que ponen al desnudo las profundas luchas de intereses y cómo van quedando enredados en una confusa red muy al estilo de lo que dio en llamar el “pacto de sangre” en última dictadura militar.

El proceso de concentración y centralización del capital en Argentina actual. Actualmente grandes grupos económicos que crecieron en el lapso de la última dictadura militar[16] han participado de compras de empresas del estado asociados con grandes grupos extranjeros. Parte de ellos actualmente vende sus activos a grupos transnacionales y amplían sus negocios y los rubros a los que se dedican dentro del territorio nacional, produciendo en el mayor proceso de concentración y centralización del capital que se haya conocido hasta ahora. Los ejemplos de compras, asociaciones y fusiones son numerosos. Otras se instalan por primera vez en Argentina con la compra de la totalidad y gran parte de los paquetes accionarios en un movimiento rápido de cambios entre acuerdos de empresas que en muchos casos sorprendieron al mundo empresario como fue la venta del Banco Francés.

En la Argentina se está dando una seguidilla de venta total o parcial de empresas de capital nativo: por ejemplo Astra (petróleo); Terrabusi; numerosos bancos (desde el “tequilazo” hasta ahora se vendieron o fusionaron casi todos los bancos provinciales); mostrando una tendencia a la desnacionalización en las áreas más importantes de la economía. El capital extranjero se quedó ya con varias firmas líderes. La “globalización” es una manifestación de que el proceso de concentración continúa.

Aquí consignamos sólo algunos de los casos más recientes.[17]

El grupo francés Danone controla empresas alimenticias en América Latina y África, acaba de hacer compras de fábricas de galletitas, aguas minerales y lácteos: factura en el mundo (1995) 15.900 millones de dólares y 470 millones en Argentina (1996).

Merchant Bankers Asociados, organización dedicada exclusivamente al negocio de la banca de inversión intervino en la reciente venta del paquete de control del Banco Francés: el 30% que estaba en manos de la familia Otero Monsegur. 300 millones de dólares pagados en acciones por el Banco comprador Bilbao Vizcaya (acaba de ampliar sus negocios en México (5º Banco del país); en Perú (3er. banco del país); en Colombia (mayor base de clientes) Es un grupo financiero español que maneja activos por 120.000 millones de dólares. Fue la transferencia bancaria más grande hasta ahora pero están en perspectivas la venta de parte de las acciones del Banco de Galicia, el banco privado más grande de Argentina.

El húngaro George Soros es el mayor terrateniente en Argentina con 346.000 hectáreas de campo ha realizado una serie de inversiones inmobiliarias de grandes e importantes edificios, barrios privados y shoppings.

Merryll Lynch and Co, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo se incorporó a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, comprando acciones petroleras y bancarias pero su objetivo es asesorar sobre inversiones extranjeras en este mercado bursátil.

El Grupo Exxel es un administrador de fondos de inversión argentinos y extranjeros que factura 600 millones de dólares al año. Dueño de empresas de medicina privada, de electricidad, de papel tissue, de tarjetas de crédito y de fast food, de energía eléctrica, artículos de limpieza, la cadena de Pizza Hut y más recientemente adquirió uno de los más grandes supermercados.

El discurso oficial presenta a la “·globalización” como el triunfo de un estilo de vida. Cuando se ven los guarismos referidos a la desocupación en Argentina, por ejemplo, inmediatamente el discurso oficial lo compara -hasta con orgullo- con los datos del “primer mundo”. Aunque periódicamente se modifican los indicadores de las encuestas de ocupación para intentar que bajen las cifras de desocupados. Lo mismo con estadísticas acerca de la delincuencia, la drogadicción, la corrupción. Se trata precisamente de estar alcanzando el “primer mundo” en el sentido de estar siendo arrasado por las secuelas de una formación económico- social que se generaliza, se extiende, ha ocupado todo el planeta, con características similares. Sin embargo no se vincula en el discurso público, esta categorización de “primer mundo” con el acelerado proceso de apropiación de riquezas y negocios que van haciendo los más grandes grupos transnacionales, que en su expansión entraron “carnalmente” al mercado de capitales en Argentina.

Es cierto que Argentina ya no se distingue en muchos aspectos del llamado “primer mundo” y que en esos, empiezan a aparecer signos de los “terceros” como miseria, marginación, reducción de nivel adquisitivo del salario, pérdida de funciones sociales del estado. Los casos y las formas de corrupción son de magnitud nunca imaginada y sobrevuelan las fronteras apareciendo también “globalizados”.

Si hay todavía alguna diferencia y significativa por cierto, es que los países llamados centrales, los que conforman el grupo de los 7 (EEUU, Alemania, Japón, Francia, Italia, Inglaterra, Canadá) mantienen un promedio más alto de niveles de vida que los del “tercer mundo”. Y eso porque todavía han podido ocultar en parte la crisis del capitalismo con las extracciones de plusvalía que hacen del resto del mundo con las presiones políticas.

Para citar algunos ejemplos de estos mecanismos de presión: El vicepresidente del Fondo Monetario Internacional, Stanley Fisher (es el segundo de Michel Camdessus y es el representante de EEUU en dicho organismo) afirmó que apoya la política económica argentina. Ante la pregunta sobre las medidas que debe tomar el gobierno argentino, respondió: “Mantener la estabilidad económica, profundizar las reformas estructurales, mantener el tipo de cambio y la actual política monetaria. Tiene que reducir el déficit fiscal en forma significativa. En el plano estructural, es fundamental la flexibilización del mercado de trabajo y equilibrar las finanzas de las provincias”.[18] En un documento reservado firmado en 1995 y renegociado por el actual ministro de Economía el FMI reclama “la aceleración de la reforma estructural” que “debe emprenderse vigorosamente” que incluya la reforma laboral y de obras sociales, la reducción del aparato estatal y la privatización de los bancos provinciales, el Hipotecario y el Banco Nación.[19]

Más evidente aún son las sanciones comerciales que impone EEUU a los productos que exporta Argentina a EEUU (lana, cuero curtido y tubos de acero) al punto que los empresarios afectados a través del representante comercial de la embajada presentarían quejas a la Organización Mundial de Comercio. Los lobbies empresariales en EEUU funcionan eficazmente, y cuando detectan algún producto que puede dañar sus intereses comerciales reaccionan con energía ante un Departamento de Comercio que actúa con mucha celeridad. Cuando el gobierno argentino impuso restricciones a la importación de calzado deportivo -después de tres años de reclamos por parte del sector industrial que había visto caer sus ventas en el 50% por el dumping de los países de Lejano Oriente-, un senador norteamericano llevó el problema al Congreso en defensa de la firma Reebok e insistió en presionar a la Argentina para que levante las restricciones a la importación de calzado (Reebok y Nike tienen sus plantas en el sudeste asiático). La Argentina es el país más sancionado por EEUU (por cada 176 millones de dólares se aplica una medida de restricción al comercio) Argentina reclama que EEUU abra su mercado a la carne bovina y que acepte la cuota de maní pactada en el GATT. Estos datos están en la superficie de otra cuestión más de fondo como son las presiones de EEUU para que el Congreso Argentino sancione la Ley de Patentes. “Desde los EEUU llegaron mensajes claros para que el Congreso argentino sancione rápido una legislación sobre secreto industrial”.[20]

Otro ejemplo en el plano local es la presión que ejercen empresarios petroleros sobre el Senado para introducir modificaciones a un proyecto de ley de hidrocarburos que disgusta a dichas compañías que facturan cerca de 18 mil millones de dólares anuales.

Intereses argentinos y brasileños se enfrentan en diversas áreas de negocios. Las más importantes en las áreas petrolera y automotriz, al punto que se acuñó el término “guerra fiscal”. Con grupos franceses se planteó un enfrentamiento en el área alimentación, por citar algún ejemplo de los tantos. Los empresarios locales se quejan porque Europa pone trabas al ingreso de sus productos.

Tan abierta es la presión de los grupos transnacionales y particularmente representados por los embajadores de EEUU, que el que fuera embajador en Argentina James Cheek en recientes declaraciones admitió que imaginó que podía ser echado de la Argentina. “Recuerdo que sorprendió que visitara la Corte Suprema de justicia para pedir mayor seguridad jurídica”. Se refería a la lucha contra la corrupción, pero fueron conocidas sus gestiones acerca de la ley de patentes y el ritmo de la “reforma” del estado.

El imperialismo, como fenómeno emergente del capitalismo desde fines del siglo pasado, creó un entramado de relaciones internacionales que permitió que algunos centros capitalistas explotaran al resto del mundo no con una figura geométrica de centro- periferia sino instalando enclaves de inversión capitalista con alta tecnología y por ende, con altísimos niveles de productividad.

En esta etapa, el fenómeno intrínseco del imperialismo está más oculto en los discursos pero más evidente en los hechos, que en los ´70. La presencia de grandes grupos financieros y la incidencia en los mercados locales está instalada en la información popular. El crecimiento de mano de obra altamente calificada para resolver los complejos procesos de gestión de la producción; la expropiación de grandes sectores sociales que no abandonan sin resistencia sus cuotas de poder económico y político; la reformulación del espacio y el desarrollo de fuerzas productivas dentro del territorio argentino, son algunos de los fenómenos sociales emergentes. Falta determinar cómo opera en la conciencia: si son visualizados como expresión de frentes monolíticos, inconmovibles; o si se advierte que precisamente es su nivel de desarrollo lo que genera contradicciones que van minando sus bases en el plano objetivo.

Otro aspecto de la globalización es cómo se restringe la democracia burguesa. Ya no se sostienen las libertades que pactó el capitalismo en sus inicios. Los decretos de “necesidad y urgencia” (necesidad y urgencia para quién?) no son un invento de Menem. Cardoso en Brasil gobierna con las “medidas provisorias”, miles de decretos que impone sin pasar por el Parlamento. El “ajuste” -palabra que pretende tapar el fondo de la crisis capitalista- se aplica a rajatabla severamente en los países comprometidos a pagar la deuda externa y a las presiones del Banco Mundial y demás acreedores. Pero también se aplica en otros países del “primer mundo”.

Los supuestos batallones de “paz” también son propagandizados como signo de la “globalización”. La ONU adeuda a la Argentina 5 millones de dólares por las operaciones militares “por la paz” en Chipre, Kuwait y Bosnia y en total a todos los países comprometidos en acciones similares 1440 millones. Mientras los estados miembros adeudan a la ONU más de 2500 millones, sólo EEUU adeuda 1400 millones.

El gobierno argentino utiliza el término “globalización” para justificar sus políticas en un todo acorde a las exigencias de grandes transnacionales en la participación en dichos “batallones de paz”, pero también aplica las normas del gran capital particularmente de los intereses monopólicos de EEUU en la política de desguace de las fuerzas armadas que debilitadas por participar del genocidio de los 70 y la derrota de Malvinas, han sido puestas de rodillas en el desmantelamiento de sus industrias de defensa y sus recursos operativos.

 

5. Conclusiones

La llamada “globalización” es el imperialismo en su etapa de máxima maduración. Y los desquicios a los que estamos enfrentados son expresión de la monumental crisis de un sistema que está agotado. Sólo un cambio de las relaciones de producción podrá solucionar de fondo. Si este desafío es resuelto por la humanidad ésta podrá seguir haciendo la historia en un plano superior.

Ese desafío coloca a la historia en una etapa de transición hacia una ruptura del actual modo de producción. Esas rupturas en la historia, son revoluciones, saltos cualitativos. Las formas -o las formas locales- que adoptan no se pueden prever, aunque hoy la humanidad está en mejores condiciones que nunca antes para explicarla y dirigirla.

En esa transición se inscribe la puja esencial. La lucha de clases por más que se quiera ocultar es el motor de la historia, corrido de cerca, acicateada por el desarrollo de las fuerzas productivas. Si lo coloca a su servicio la humanidad podrá sobrevivir. Y colocarlas a su servicio no significa renegar de los avances tecnológicos, ni verlos como la causa de la injusticia y miseria de tantos millones de personas. Por el contrario, nuevas relaciones de producción y de distribución pondrían al servicio de la humanidad el avance que ésta ha hecho. Se trata entonces de cambios políticos, de cambios en el poder de los estados, de asunción colectiva de las soberanías nacionales. No es retroceder a etapas pasadas. Es encarar desde los estados nacionales mientras puedan servir de plataforma de lanzamiento de los intereses populares, la resolución política de los problemas que ya alcanzan nivel planetario y como tales, reclaman soluciones internacionalizadas.

La única manera de superar esto es a través del desarrollo del internacionalismo de los pueblos. No se trata de borrar artificialmente las fronteras culturales, lingüísticas, de tradición, históricas, sino de que los pueblos vayan encontrándose en una práctica común donde aparecen no sólo quienes son sus verdaderos detractores, sino qué fuerza potencial tienen para producir un cambio de rumbo de la historia. En esa dialéctica de lo particular y lo universal cobrará más colorido las identidades nacionales y populares hoy avasalladas.

La historia marcha hacia la integración económica y cultural. Es antihistórico aferrarse a pie juntillas a la reproducción artificial de pautas culturales aisladas cuando las condiciones del mundo actual marchan hacia la universalización de las culturas. Sin embargo, desde el espacio de lo nacional, entendido como estado de un bloque popular que coloque en otro campo el desarrollo de las fuerzas productivas, se pueden enfrentar las políticas que producen los grupos transnacionales para su exclusivo beneficio.

La desaparición de los estados nacionales resultó en desaparición de las soberanías nacionales. Recuperarla es tarea imprescindible para poner al servicio del pueblo el avance de las fuerzas productivas.

A los pueblos puede interesarles acuerdos entre estados cuando estos sean expresión de sus intereses. Cuando están tramados desde la disputa entre grupos financieros sin el protagonismo de los diversos sectores sociales interesados, resultan tenazas que oprimen la vida de millones. Los voceros del poder actual ocultan dicho plano objetivo.

Todos estos aspectos que se podrían ubicar dentro del concepto de “globalización” como el manejo de la producción, de las comunicaciones, de los conocimientos científicos, etc. a nivel planetario que ejercen ciertos grupos monopólicos, arrastran consigo posibilidades de progreso para los pueblos. Demuestran en principio el gigantesco avance de las fuerzas productivas, y sobre todo las posibilidades que la humanidad está abriendo acerca de la organización planetaria, más racional de los recursos. Destacamos que se trata de posibilidad y no de un fatalismo, pues, así como la humanidad ha concretado hasta acá una serie de dominios sobre distintos aspectos de la naturaleza, también ha creado la posibilidad de destruir su habitat o de liquidar las condiciones de sobrevivencia para gran parte de la humanidad. Las opciones son dos y opuestas: desde la óptica de pocos eliminar a todos los que “sobren” para poder continuar en sitios de privilegio. O desde la óptica de los pueblos que están interesados en subsistir porque entienden que éste es su planeta, nuestro planeta, buscar protagónica y solidariamente las formas de resolver los nuevos problemas con los nuevos instrumentos que la humanidad ha ido e irá creando.

Ante el avasallamiento de sus intereses, los pueblos, están todavía sin encontrar un camino. La humanidad no ha encontrado una solución. La está buscando. Aunque “humanidad” pareciera un término demasiado “global” para representar un sujeto histórico, porque no tiene una voluntad única, una política única ni consensuada, aparecen necesidades objetivas comunes. Es una voluntad = a cero. Sin embargo a medida que avanza el proceso de transnacionalización de capitales e intereses cobra más validez el concepto de humanidad. Pero contradictoriamente y atendiendo a las categorías de lo particular- lo universal de la dialéctica, cada vez cobra más relevancia también la presencia de los estados nacionales, con base social constituida de alianzas interesadas en poner a su servicio la universalización de la cultura, el internacionalismo de los pueblos. Y esto no es un mero deseo, sino que tiene bases materiales sólidas en el grandioso desarrollo de las fuerzas productivas y en las experiencias realizadas por la humanidad hasta aquí. Ayudará en ese proceso el análisis científico. Y en eso tiene mucho que aportar las bases teóricas del materialismo histórico-dialéctico.

 



[1] Ponencia presentada en el Simposio “Modernización e identidad en el marco de los procesos de globalización” del VIII CONGRESO DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE ESTUDIOS SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, FIEALC. Universidad de Talca, Chile, 5-8 enero 1997.

[2] Licenciada y Profesora en Historia. Docente Titular de la cátedra Problemática Histórica de la Facultad de Humanidades y Artes (FHyA), de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de Problemática de la Historia y las Ciencias Sociales, y Seminario Regional en el Instituto Superior del Profesorado Nº 3.

[3] LENIN, Vladimir; El imperialismo fase superior del capitalismo. Las citas de Lenin están tomadas de la obra citada.

[4] Informe del “Kansas City Star” publicado en Diario “Clarín” (Arg.), 06 de octubre de 1996.

[5] Diario “La Nación” (Arg.), 15 de diciembre de 1996.

[6] Documento elaborado por científicos sociales del equipo de Bush sobre las políticas de EEUU para América Latina.

[7] Uno de los trabajos más documentados acerca de los mecanismos de gestación de la deuda externa argentina durante la dictadura militar 1976-83 se titula “Todo lo que Ud. quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron”, del escritor abogado Alejandro Olmos, quien iniciara un juicio denuncia sobre el fraude de la deuda al que aportó una valiosa documentación en un juicio que aún permanece abierto en un Juzgado Federal de Buenos Aires. Acerca de dicha cuestión el mismo Olmos ha sido el impulsor de un Foro Nacional Convocante del Juicio Público a la Deuda Externa que ha iniciado las sesiones del Tribunal el 25 de octubre de 1996, con la presencia de numerosos ex- jueces, camaristas, fiscales, acusadores, y un Jurado para emitir sentencia acerca de un hecho tan grave como es la gestación y consolidación de la fraudulenta deuda externa.

[8] ASBORNO, Martín; La moderna aristocracia financiera. Argentina 1930-1992, El Bloque Editorial, Bs As, 1993.

[9] Beba Balvé: “Golpe de estado y clase obrera. La noción de crisis y transición en un análisis de situación”, en ANTOGNAZZI, Irma y FERRER, Rosa (comp.); Del rosariazo a la democracia del 83, ed. Grupo “Hacer la Historia”. Escuela de Historia. FHyA. UNR, Rosario, 1995.

[10] ILLANES, Daniel y OROZCO, Silvia; “La Globalización: un aporte acerca de los cambios en la formación económico- social capitalista”, en: ANTOGNAZZI, Irma y FERRER, Rosa (comp.); Argentina, raíces históricas del presente, ed. Grupo “Hacer la Historia”. Escuela de Historia. Fac. de Humanidades y Artes. UNR, Rosario, 1997.

[11] Deming: “Calidad, productividad y competitividad”.

[12] ANTOGNAZZI, Irma; “Las formas políticas de la crisis capitalista en la Argentina actual” Ponencia presentada en las Jornadas de Historia Económica realizadas en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Centro de la Prov. de Buenos Aires, Tandil, Argentina, octubre 1996.

[13] Diario “Clarín”, (Arg), 06 de octubre, “Tecnología y competitividad ¿Cómo deben competir las empresas latinoamericanas en una economía globalizada?”

[14] Queremos prevenir al lector de que no va a encontrar un estudio del “caso” sino algunos datos que son tenidos como base empírica del tratamiento teórico que se hizo en los párrafos precedentes. Otros datos se aportan en el Apéndice, pero somos conscientes que la investigación está por hacerse.

[15] ANTOGNAZZI, Irma; “Tensiones en la burguesía argentina 1973-74”, en: ANTOGNAZZI, Irma y FERRER, Rosa (comp.); Argentina, ...., op. cit..

[16] “Un elemento común a los Grupos Pérez Companc, Macri y Techint ha sido la intensa actividad desarrollada por los mismos durante la década del ochenta en el negocio de las obras públicas... A través de sus respectivas empresas controladas: SADE (Pérez Companc), SIDECO (Macri) y Techint Ingeniería (Techint) tuvieron un férreo control sobre las grandes licitaciones de obras públicas realizadas por el estado. Estos tres grupos tuvieron un importante papel en la generación de la deuda externa argentina”. (MELLS, Gabriel; Los dueños del poder económico en la Argentina y el proceso de reforma del estado, Ed. 19 de Julio, Bs. As., 1993.

[17] Ver Apéndice que consigna datos obtenidos de fuentes periodísticas entre febrero 1994 y setiembre 1996. (Diarios Clarín, La Nación, Ámbito Financiero y Cronista Comercial, todos de circulación diaria, masiva en Argentina).

[18] Diario Clarín, (Arg.) 23 de diciembre 1996.

[19] Diario Clarín (Arg. 17 de noviembre 1996.

[20] Diario Clarín (Arg.) 03 de octubre 1996.