Intermediarios, movilidad y redes sociales de inmigrantes árabes en la Patagonia septentrional (1900-1955)

 

 

Matías Rodrigo Chávez (*) y Marcos Sourrouille(**)

 

 

Resumen

 

En este artículo se analizan las relaciones entre los inmigrantes sirio-libaneses y los principales mediadores de sus experiencias migratorias en el sur de Río Negro y en el norte de Chubut, durante la primera mitad del siglo XX. Se argumenta que los intermediarios más importantes fueron los connacionales árabes, aunque hubo actores indígenas, criollos y de otras nacionalidades que ejercieron mediaciones claves. Se identifica a los principales intermediarios en las trayectorias de los inmigrantes árabes, al mismo tiempo que se reconstruyen parcialmente sus redes de negocios y su alta movilidad. Se combina la metodología clásica de la crítica textual de fuentes primarias con el uso de herramientas de Sistemas de Información Geográfica y Análisis de Redes Sociales. Se concluye que las redes de negocios de los inmigrantes árabes estuvieron fuertemente cohesionadas al interior del grupo de connacionales, articulando territorialidades mercantiles amplias y conectando diferentes regiones. Si bien los árabes podían aparecer como un grupo migratorio disgregado, pudieron consolidar redes sociales que se mostraron eficaces y que favorecieron su acumulación económica.

 

Palabras clave: Estudios migratorios; Sirio-libaneses; Mediadores; Análisis de Redes Sociales; Río Negro; Chubut.

 

Mediators, mobility and social networks of Arab immigrants in northern Patagonia (1900-1955)

 

Abstract

 

This article analyzes the relations between Syrian-Lebanese immigrants and the main mediators of their migratory experiences in the south of Río Negro and in the north of Chubut, during the first half of the 20th century. It is argued that the most important intermediaries were the Arab nationals, although there were indigenous, Creole and other nationalities who performed key mediations. The main intermediaries in the trajectories of Arab immigrants are identified, at the same time that their business networks and high mobility are partially rebuilt. The classic methodology of textual criticism of primary sources is combined with the use of tools of Geographic Information Systems and Social Network Analysis. It is concluded that the business networks of Arab immigrants were strongly cohesive within the group of nationals, articulating broad mercantile territorialities and connecting different regions. Although the Arabs could appear as a dispersed migratory group, they were able to consolidate social networks that were effective and that favored their economic accumulation.

 

Keywords: Migration studies; Syrian-Lebanese; Intermediaries; Social Network Analysis; Río Negro; Chubut.


 

Intermediarios, movilidad y redes sociales de inmigrantes árabes en la Patagonia septentrional (1900-1955)[1]

 

Introducción

 

En este artículo identificamos a los principales intermediarios que articularon las experiencias migratorias árabes en la Patagonia septentrional durante la primera mitad del siglo XX. Buscamos reconstruir las formas de mediación que permitieron que la mayoría de los inmigrantes sirio-libaneses tuviesen una inserción económica exitosa, haciendo posible que se especializaran inicialmente en la venta ambulante, para luego establecerse con los típicos boliches[2] rurales del interior patagónico. Más allá de los actores que favorecieron la llegada de los inmigrantes árabes, hubo intermediarios estratégicos que permitieron articulaciones claves, por ejemplo, habilitando vinculaciones económicas, facilitando la realización de trámites administrativos o mediando como intérpretes ante las autoridades estatales.

Argumentaremos que las principales intermediaciones que afectaron a los sirio-libaneses se produjeron al interior del grupo de connacionales, alimentando una densa red social y comercial de reciprocidades. En este sentido, consideramos que la representación gráfica de la alta movilidad de alguno de estos actores puede favorecer la comprensión sobre la amplitud territorial de esas redes, para ello proponemos el uso de herramientas de sistemas de información geográfica. Asimismo, ofrecemos una reconstrucción parcial de las redes de negocios de los inmigrantes árabes en el norte de la Patagonia, a través del seguimiento de sus sociedades comerciales y sus operaciones de compraventa de mejoras de inmuebles y tierras, utilizando metodología de análisis de redes sociales. Abordamos la investigación desde la perspectiva de la historia social, por lo que, si bien integramos aspectos económicos, no reducimos el análisis a ellos. Al mismo tiempo, el trabajo tiene énfasis regional, concentrándonos en la Patagonia septentrional, aunque se contemplan elementos contextuales del proceso migratorio árabe en la Argentina.

Para historiar las relaciones de intermediación de los inmigrantes sirio-libaneses recurrimos a documentación variada y de diferente tipología. En lo fundamental analizamos inspecciones de la Dirección General de Tierras, expedientes de las gobernaciones de Río Negro y Chubut, crónicas de memorialistas y fragmentos de prensa regional. En este sentido, el seguimiento de los mismos actores en diferentes repositorios documentales nos permitió avanzar en la reconstrucción de su movilidad en el espacio y a través del tiempo.

El artículo se centra en la Patagonia septentrional, región que en el marco de este trabajo abarca el sur del Territorio Nacional de Río Negro y el norte del Territorio Nacional de Chubut. Esta variable espacial no está definida a priori, sino que surge de la observación de los lugares de asentamiento y las movilidades de los sujetos históricos estudiados en los repositorios consultados.[3]

El recorte temporal se inicia en los primeros años del siglo XX, momento en que comenzaron a insertarse los inmigrantes sirio-libaneses en la región. El período de estudio se cierra en 1955 cuando entró en decadencia el comercio rural típico de los inmigrantes árabes, en un proceso que implicó su reconversión hacia otras actividades económicas. Ese proceso fue concomitante a la provincialización de Río Negro y Chubut, una transición institucional que implicó transformaciones sociopolíticas fundamentales.[4]

 

Figura 1. Patagonia septentrional. Región de estudio, incluyendo las localidades y parajes que se mencionan en este trabajo y los principales cursos de agua

 

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Fuente: elaborado por los autores.

 

Los inmigrantes sirio-libaneses arribaron masivamente a Argentina desde fines del siglo XIX, concentrándose en las regiones del noroeste y el litoral, aunque rápidamente se fueron desplazando hacia otras zonas buscando mejores posibilidades de inserción económica.[5] Muchos sirio-libaneses migraban para escapar de la opresión política, ante ese tipo de situaciones algunos estudiosos evitan hablar de un proceso migratorio en el sentido clásico y prefieren caracterizar al fenómeno árabe como un “masivo exilio voluntario” (Noufouri, 2004, p. 56).

La literatura especializada en la inmigración sirio-libanesa suele explicar ese flujo migratorio a partir de las causas de expulsión en los lugares de origen, aunque se reconoce que la expansión económica de Argentina ejercía una atracción considerable. Existían distintos motivos que impulsaban la emigración de Siria y de Líbano, principalmente una profunda crisis socioeconómica y la opresión política que ejerció el Imperio Otomano desde la segunda mitad del siglo XIX hasta 1908. En este año, con la revolución de los Jóvenes Turcos se generaron expectativas de cambio, pero las nuevas autoridades profundizaron la opresión, y a partir de la Primera Guerra Mundial aumentaron las restricciones de los derechos políticos y sociales (Akmir, 2009, p. 8). En ese contexto, muchos sirio-libaneses emigraron buscando escapar del servicio militar obligatorio, que llegaba a durar hasta cinco años. Luego de la década de 1920 el escenario socioeconómico se mantuvo inestable, pero la situación política se modificó a partir del protectorado de Francia.

El principal motor del ciclo migratorio árabe a la Argentina fueron las cadenas migratorias, fundamentalmente a partir del arribo temprano de varones jóvenes, quienes fueron promoviendo la llegada de sus connacionales. Rápidamente, los recién llegados fueron consolidando redes sociales informales -y en algunos casos también crearon instituciones formales-, que les permitieron defender sus intereses como grupo (Hyland, 2011, p. 549). La mayoría de los inmigrantes sirio-libaneses se identificaron como comerciantes al momento de ingresar al país, a diferencia de lo que sucedía con otros colectivos migratorios, ellos se declaraban y luego efectivamente trabajaban como comerciantes (Bestene, 1988, p. 259). Por haberse identificado de esa manera muchos inmigrantes árabes no pudieron acceder a beneficios estatales, como era la posibilidad de alojarse en el Hotel de Inmigrantes, ya que se excluía de ese beneficio a quienes se dedicaban a actividades mercantiles.

Existe consenso entre los especialistas en que el ciclo de ascenso económico ideal de los inmigrantes árabes en Argentina implicaba la inserción como mercachifles, continuando por el comercio minorista, luego por el mercadeo al por mayor y, finalmente, la especialización en negocios de importación y en la actividad industrial (Akmir, 2011, p.19). En Patagonia, como en el resto del país, la mayoría de los inmigrantes sirio-libaneses se orientaron al comercio, inicialmente a la venta ambulante. Luego, se establecieron como bolicheros y en algunos casos se fueron diversificando hacia la ganadería, aunque ese ciclo no siempre fue exitoso.

La mayoría de los inmigrantes árabes que se radicaron en la Patagonia septentrional no intentaron acceder a la ciudadanía argentina.[6] Schamún, periodista y activista sirio residente en Argentina, reconocía hacia 1916 que los índices de nacionalización entre los sirio-libaneses en todo el territorio argentino eran bajos. Schamún argumentaba que eso obedecía a los trámites excesivos que implicaba la naturalización.[7] Si bien la condición de extranjería no implicaba mayores restricciones en los derechos políticos, sí podía dificultar la posibilidad de acceder a la tierra, considerando que la Ley del Hogar Nº 1501 -que rigió en los Territorios Nacionales entre 1884 y 1912- exigía que los adjudicatarios de tierras públicas hubiesen adoptado la nacionalidad argentina. Esta ley estaba dirigida a ciudadanos argentinos y a extranjeros con cartas de ciudadanía o con intención de nacionalizarse, lo que dejaba por fuera a muchos inmigrantes indocumentados y a aquellos que no estaban dispuestos a nacionalizarse para no perder más beneficios de los que eventualmente podían obtener.[8]

Los estudios sobre la inmigración árabe en Argentina han discutido ampliamente los indicadores respecto de los niveles de integración y cohesión del grupo. Uno de los principales indicadores suele ser las uniones matrimoniales. En este aspecto, posiblemente existía un condicionamiento familiar para mantener la impronta cultural árabe, aunque no se trataba de una obligación ineludible, más aún si se considera la alta tasa de masculinidad dentro del grupo. Las uniones matrimoniales fueron entre connacionales allí donde fue posible, lo que se verificó especialmente en el noroeste del país (Tasso, 1989, p. 222). Algo similar ocurrió en la Patagonia septentrional, donde fueron habituales las uniones entre sirio-libaneses y mujeres indígenas y criollas.[9] Otro indicador que se tuvo en cuenta fue el tipo de residencia, en este caso los inmigrantes árabes tendieron a disgregarse por diferentes espacios rurales del norte de la Patagonia, aunque hubo concentraciones considerables de estos inmigrantes en localidades puntuales como Ingeniero Jacobacci, Maquinchao o Gaiman. Un último indicador fuerte suele ser el asociacionismo nacional o étnico. En este sentido, en la Patagonia septentrional hubo pocas experiencias de asociacionismo institucional, y la mayoría de los vínculos se mantuvieron en la informalidad. A continuación, avanzamos en la reconstrucción de estos, buscando representar las redes sociales que sostuvieron las prácticas históricas de los inmigrantes sirio-libaneses en Patagonia.

 

Combinación de herramientas metodológicas

 

En este trabajo se combina la metodología clásica de la crítica textual de fuentes primarias en Historia con el uso de herramientas de sistemas de información geográfica, las cuales permitieron representar la movilidad de algunos de los comerciantes árabes en la Patagonia septentrional. El empleo de herramientas informáticas de sistemas de información geográfica ha mostrado fuertes potencialidades en los estudios historiográficos, en diferentes aspectos:

 

… como formato de registro, almacenamiento y procesamiento de datos; como mecanismo para generar nueva información; como método de análisis de datos geoespaciales; como medio para integrar y comparar informa­ción de procedencia diversa; o para representar, visualizar y difundir los contenidos de una investigación histórica (Sourrouille y Pedrotta, 2019, p. 158).

 

En nuestro análisis, el empleo de estas herramientas no se reduce al resultado final en forma de mapas incorporados al texto del artículo, sino que su principal aplicación está en su uso para pensar la espacialidad desplegada por los sujetos, al modo de una libreta de notas con una lógica espacial y cartográfica.

El uso de sistemas de información geográfica se combina a su vez con el empleo de herramientas de análisis de redes sociales. El uso del concepto de redes sociales se popularizó en los estudios migratorios latinoamericanos a partir de la década de 1980 con la introducción de las nociones de cadena migratoria y lazos sociales. Un grupo de historiadores italianos, que comenzaron trabajando dentro de la perspectiva de la microhistoria, profundizó el análisis de redes postulando:

 

… una visión de la sociedad caracterizada por un conjunto de relaciones, de formas y sistemas de relaciones o, mejor dicho, de configuraciones móviles versus una visión de la sociedad concebida como conjunto de categorías construidas a priori, de una vez y para siempre (Ramella, 1995, p. 14).

 

Estos estudiosos se habían propuesto avanzar en el análisis de los modos en que se tejen las relaciones de solidaridad y alianza que conforman los grupos sociales, comprendiendo a los actores dentro de lazos de interdependencia que condicionaban sus acciones e influían necesariamente sobre sus objetivos, superando la identificación de las redes sociales como simple metáfora del eslabonamiento social.

El análisis de redes sociales contribuyó a revitalizar el interés historiográfico por espacios que se habían considerado marginales, de hecho: “… contribuyó ampliamente al renacer del interés por los llamados «espacios informales», las relaciones personales, o incluso la capacidad de los individuos de construir, al menos parcialmente, su propio entorno” (Bertrand, Guzzi-Heeb y Lemercier, 2011, p. 2). Esa informalidad de las relaciones tuvo epicentro en diferentes espacios de sociabilidad informal, como los comercios rurales, espacios que articulaban relaciones entre actores que se movían con territorialidades amplias y que suelen escapar a los registros de archivo. Justamente, el análisis de redes sociales ha mostrado su utilidad para abordar actores cuyas trayectorias vitales quedaron consignadas en fuentes fragmentadas, indirectas y dispersas (Bertrand, Guzzi-Heeb y Lemercier, 2011, p. 5).

El concepto de redes sociales ofrece una serie de ventajas para la comprensión del comportamiento social sin determinismos estructurales, evitando las generalizaciones o la partición de los grupos sociales mediante categorías agregativas previas. Pese a los embates coyunturales a los enfoques sistémicos, recientemente se han complementado los usos del análisis de redes sociales centrados tanto en los actores y sus relaciones como en los modelos o sistemas ajustando las escalas de análisis: “… la atención puesta en el plano local permite reconciliar ambas perspectivas, combinando metodologías que consideren tanto el análisis de las estructuras y la modelización como el estudio de la singularidad” (Vezub y Mazzalay, 2016, p. 83).

Santilli (2003) utilizó herramientas de análisis de redes sociales para reconstruir redes de parentesco ritual en Quilmes entre 1780 y 1840. Específicamente empleó un sistema desarrollado en el Laboratorio de Demografía Histórica de L'Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales de París, denominado Reseaule, para reconstruir redes de compadrazgo entre hacendados, comerciantes y labradores hispano-criollos e indígenas, mostrando las potencialidades de la metodología para abordar fuentes escasas y fragmentadas. Miceli y Guerrero (2007) han recurrido al análisis de redes sociales para reconstruir genealogías familiares en la comunidad tehuelche de El Chalía en el siglo XX, destacando la capacidad de estas perspectivas para generar hipótesis y eventualmente poder rectificarlas. La metodología del análisis de redes sociales fue utilizada también por Vezub (2009) en sus estudios de historia indígena patagónica, para construir una cartografía de redes de parientes, redes políticas y de negocios a partir del corpus de las cartas del cacique Saygüeque, y posteriormente de los caravaneros aoenikenk cuyos itinerarios iban desde el Estrecho de Magallanes hasta el río Negro (Vezub, 2015). En otras investigaciones se utilizó el análisis de redes para mostrar la especificidad de la comunidad de Nahuelpan como entidad política emergente de la reorganización de las redes sociales indígena-criollas tras el proceso de conquista, desplazamiento y desarticulación de las jefaturas norpatagónicas entre 1885 y 1937 (Sourrouille, 2017). En otros trabajos se reconstruyeron las redes de familiarización y alianza de los inmigrantes sirio-libaneses que se establecieron en el sudeste de Río Negro durante la primera mitad del siglo XX, a partir de documentación de registros civiles (Chávez y Sourrouille, 2016).[10]

En este artículo se continúa con esa línea metodológica para reconstruir redes de negocios de comerciantes sirio-libaneses en la Patagonia septentrional. En ese sentido se retoma el argumento de Corboz, quien propuso leer el territorio como un palimpsesto, es decir como un texto antiguo cargado de huellas y lecturas pasadas que se reciclan y se reactualizan pero que no logran borrar los trazos ya impresos (Corboz, 1983, p. 33). Para la producción de cartografía se utilizó el software libre QGIS, un programa de sistemas de información geográfica de código abierto, que permite generar representaciones gráficas a partir de la ubicación por coordenadas en distintas proyecciones y escalas, y recrear procesos de movilidad en el espacio. En tanto que para el análisis de redes sociales se utilizó el software Gephi (también gratuito y de código abierto), que permite la elaboración de grafos -conjunto de objetos que posibilita representar relaciones binarias entre elementos-, y la visualización de redes sociales.

Es importante destacar que la producción de cartografía y la elaboración de grafos no fueron tareas delegadas, sino que los materiales gráficos fueron elaborados por los propios autores, de forma simultánea a la escritura de la investigación. Los procesos de carga de información y de confección de las salidas gráficas, modificaron y enriquecieron la redacción del artículo. Por ejemplo, al volcar los datos que se desprenden de la tarea de archivo en las matrices de carga que ofrecen ambos programas informáticos se generó una nueva instancia de reflexión documental, mientras que la condensación de registros que permiten las herramientas digitales no se hubiera podido apreciar con una lectura individual de las fuentes sin recurrir a esta combinación de métodos cualitativos y cuantitativos.[11]

 

Intermediarios en las experiencias migratorias árabes en la Patagonia

 

Los inmigrantes árabes se insertaron en la Patagonia mayoritariamente como comerciantes, y generalmente iniciaron sus actividades como vendedores ambulantes. Los estudios específicos sobre inmigración sirio-libanesa tienden a coincidir en que la inserción comercial en Patagonia fue motorizada por otros connacionales que se habían instalado previamente en regiones cercanas. Esos comerciantes árabes fueron quienes les “adelantaron mercaderías” a los vendedores ambulantes, es decir que cedieron productos en consignación u otorgaron mercancías que cobrarían de modo diferido cuando los mercachifles retornaran de sus viajes comerciales.[12]

El vínculo mercantil regional que se establecía entre los pequeños comerciantes árabes y sus connacionales que se insertaban como vendedores ambulantes, era el último eslabón de una extensa cadena comercial internacional que involucraba un grupo nutrido de sirio-libaneses. Akmir identificó una gran red comercial árabe entre Europa y Argentina, que podía implicar importantes beneficios para los pequeños comerciantes locales: “Los importadores árabes establecen una intrincada red de compromisos entre todos los compatriotas establecidos en Europa y los que ejercían los distintos niveles de comercio en Argentina, que se traducen en facilidad de pago y ventas” (Akmir, 2011, p. 85). Esa red no solamente favorecía la implantación de los pequeños comerciantes sirio-libaneses en Sudamérica, sino que brindaba ventajas económicas en las operaciones de compraventa y ofrecía respaldo ante crisis que afectaban la cadena de pagos. No obstante, este tipo de alianzas comerciales estaban circunscriptas al sector textil que, si bien era un rubro importante, no era el único tipo de mercancías que vendían los comerciantes árabes en Patagonia.

Los memorialistas[13] patagónicos han dejado registro de la intermediación comercial estratégica que se producía entre inmigrantes árabes para favorecer la inserción económica de los recién llegados. Ripa, por ejemplo, reconstruyó la experiencia migratoria del comerciante libanés Miguel Breide, quien arribó a Buenos Aires en 1903. Según la semblanza de Ripa, Breide pudo establecerse en Bahía Blanca (en el sur de la provincia de Buenos Aires) gracias a la hospitalidad y al contacto de un grupo de libaneses:

 

Uno de los paisanos libaneses con los que había trabado relación era comerciante. Al comerciante le había gustado la persona del recién llegado y quiso ayudarlo. Con la mira, tal vez, de ayudarse a sí mismo. Le propuso darle mercadería de su negocio que Miguel saldría a vender por las calles de la ciudad. Las ganancias que se obtuvieran se repartirían del modo que al dueño de la mercadería le pareció equitativo y que Miguel aceptó. (Ripa, 1987, p. 58).

 

Ese fue el modelo típico de alianza comercial que permitió la inserción económica de la mayoría de los inmigrantes árabes. Si bien este tipo de relaciones comerciales fueron mayormente asimétricas, favorecieron la capitalización inicial de los mercachifles. Miguel Breide al igual que muchos de sus connacionales que arribaron a la Patagonia, no era comerciante en su lugar de origen: su oficio era picapedrero. Posiblemente la mayoría de los sirio-libaneses optaron por la venta ambulante, independientemente del oficio que tenían en su país, porque requería una baja inversión inicial, aunque implicaba una alta exigencia física en la itinerancia durante largos períodos. Breide, luego de unos años de trabajar como buhonero, se estableció con un almacén de ramos generales en Epuyén (en el noroeste de Chubut).

Ripa hace referencia a una experiencia análoga en sus notas biográficas sobre el inmigrante libanés Habib Sarquis, quien arribó a Buenos Aires en 1920 y a partir de 1924 se desempeñó como mercachifle por dos temporadas en el sudoeste de Río Negro. Luego, Sarquis trabajó en dos boliches en sociedad con dos connacionales: en Cholila en sociedad con Francisco Breide entre los años 1925 y 1927, y luego en Vuelta del Río asociado con Abraham Breide entre 1925 y 1935. Finalmente, ese año Sarquis logró independizarse comercialmente, estableciendo su propio boliche (Ripa, 1987, pp. 69 y 70). Ese parecía ser el horizonte deseable para los inmigrantes sirio-libaneses, aunque la independencia económica y el establecimiento comercial definitivo no eran objetivos sencillos.

Por otra parte, la memorialista Gandulfo Arce (1972) entrevistó al inmigrante sirio Emilio Rada, quien había trabajado como mercachifle en la línea sur de Río Negro desde el año 1914. Para poder comerciar, Rada se abastecía en los principales comercios de la localidad de Valcheta (en el sudeste de Río Negro). Algunos de ellos eran propiedad de connacionales que habían arribado previamente. Luego de unos años, Rada también pudo completar exitosamente su ciclo de acumulación y se estableció con boliche propio en Chipauquil, un pequeño paraje del sudeste de Río Negro.

Si bien las intermediaciones de los connacionales fueron determinantes en las experiencias migratorias de los árabes en la Patagonia septentrional, también resultó fundamental la mediación de indígenas y criollos, quienes oficiaron como baqueanos en las primeras incursiones de los buhoneros sirio-libaneses por el interior patagónico. Iuorno, Miralles y Nasser identificaron casos de mercachifles árabes que emplearon baqueanos indígenas en sus primeros viajes comerciales por el oeste del Territorio Nacional de Río Negro:

 

… desde 1904 a 1909, muchos árabes -mercachifles recién llegados-, comenzaron a viajar desde Gral. Roca hacia el sur del territorio con caballos, vagonetas o sulkys cargados con mercaderías, acompañados por algún peón nativo que oficiaba de baqueano e intercambiaban directamente a los pobladores en parajes y campos y regresaban con sus productos como: Eldahuk Hnos, Medhi y David y Miguel Yunes, entre otros, firmas comerciales radicadas, para la época en General Roca (Iuorno, Miralles y Nasser, 2007, p. 340).

 

Esos primeros viajes permitieron que los buhoneros sirio-libaneses pudiesen reconocer el territorio, al mismo tiempo que comenzaban a identificar los mejores lugares para establecerse con almacenes de ramos generales. Si bien los mercachifles árabes rápidamente pudieron trabajar de manera autónoma y gradualmente el entrenamiento en la itinerancia por la región se produjo entre connacionales, la primera mediación de criollos e indígenas fue determinante. Los pobladores indígenas no sólo actuaban como baqueanos, sino que en muchos casos su intermediación era necesaria para lograr los permisos informales para transitar un territorio o instalar un boliche. Estos permisos no eran en modo alguno definitivos, y su continuidad estaba sujeta a la micropolítica de las diferentes localidades o comunidades, o a las tensiones entre las disposiciones de las autoridades indígenas y el control que ejercían los funcionarios policiales o administrativos.[14]

Como ya se adelantó, el escenario de opresión política de Siria y Líbano dificultó el movimiento migratorio. En este sentido, debe considerarse que hasta 1908 la emigración desde esos países estuvo fuertemente limitada, generando que muchas de las salidas fueran clandestinas o ilegales (Akmir, 2011, pp. 27-29; Tasso, 1989, pp. 58-61). Es posible que por ello un número significativo de inmigrantes árabes que se establecieron en la Patagonia septentrional no contaran con documentos personales. Los inspectores de tierras frecuentemente consignaron que pobladores árabes no poseían documentos de identificación.[15] En esos casos, cuando era necesario rubricar actas oficiales, se recurría al testimonio de terceros -generalmente connacionales sirios o libaneses- para que probaran la identidad del individuo ante la autoridad competente.[16] Nuevamente la mediación de los compatriotas era determinante, en este caso para poder cumplir con trámites administrativos fundamentales, como era la posibilidad de acceder a un permiso de ocupación de la tierra.

Una forma de mediación compleja era la de los sirio-libaneses que oficiaban de intérpretes de sus connacionales, especialmente durante las etapas tempranas de sus experiencias migratorias. Los recién llegados necesitaron de un tiempo de adaptación a un idioma completamente diferente. Asimismo, por más que supieran leer y escribir en su lengua materna, eran mayoritariamente analfabetos en lengua española. La situación era aún más complicada cuando los inmigrantes árabes tenían que declarar en algún proceso administrativo, policial o judicial. En esos casos, debían recurrir a la mediación de un intérprete, confiando muchas veces su suerte personal en que la traducción de un acta era fiel. Los actos administrativos habitualmente se demoraban y se aplazaban ante la ausencia de intérpretes árabes en la región.

De distintos expedientes se desprende que durante las primeras décadas del siglo XX la mayoría de los comerciantes sirio-libaneses no sabían leer y escribir en español, aunque solían firmar las actas oficiales. En diferentes documentos se consignaron mediaciones de traductores, que si bien también eran inmigrantes árabes, no necesariamente formaban parte de las redes de parientes y amigos del declarante.[17] Resulta imposible determinar la fidelidad de las traducciones, aunque llaman la atención los pasajes de declaraciones de inmigrantes árabes en que éstos se auto-incriminaban. Eso sucedió, por ejemplo, en un proceso administrativo que se llevó adelante contra el subcomisario Ernesto Núñez por supuestos hechos de corrupción en la comisaría de Paso de Indios -Chubut-, en el año 1920. Según los denunciantes, Núñez había autorizado ilegalmente carreras de caballos, juegos de taba y naipes, con motivo de celebrarse la fiesta patria del 9 de julio en el boliche del comerciante árabe Alejandro Abraham, en el paraje Cerro Cotricó (dentro de la jurisdicción de la comisaría de Paso de Indios). Llamativamente, Abraham en su declaración se auto-inculpó, exponiendo que había entregado al subcomisario: “… ciento sesenta fichas para el juego y para que sacara 'coima' para él”.[18] Si bien es posible que el bolichero árabe hubiese reconocido un delito, no parecía razonable en el contexto del procedimiento y hubiese sido una forma demasiado burda de asumirlo.

Además de los traductores existían otras formas de mediación que eran muy importantes, especialmente para los comerciantes que estaban radicados en parajes alejados de las principales oficinas estatales. Trámites fundamentales como la renovación de los permisos comerciales o el registro del nacimiento de los hijos, eran actos administrativos que los inmigrantes árabes solían delegar en sus connacionales, alimentando una red de compromisos recíprocos. Fue habitual también que los comerciantes con boliches rurales cedieran poderes especiales para que en su mayoría compatriotas radicados en los centros urbanos pudieran representar sus intereses, especialmente en las capitales de los Territorios Nacionales y en la Capital Federal.[19]

Una mediación frecuente fue la de los allegados de inmigrantes sirio-libaneses que escribían cartas o telegramas en su nombre. Los pobladores árabes habitualmente presentaban -o respondían- reclamos y denuncias ante las autoridades políticas. Llamativamente, fue en una etapa muy avanzada de nuestra investigación sobre inmigrantes árabes en Patagonia cuando registramos el primer documento -al interior de un expediente oficial- escrito de puño y letra por parte de un comerciante árabe.[20] Esto último es indicativo de las fuertes mediaciones que tenían la gran mayoría de las comunicaciones escritas de los sirio-libaneses. Esa tarea de suma importancia fue recayendo progresivamente en los hijos de los inmigrantes árabes educados en Argentina, quienes se ocupaban de redactar telegramas y denuncias en nombre de sus padres.

Si bien las intermediaciones más importantes se daban al interior del grupo de connacionales sirio-libaneses, los familiares y allegados no podían cubrir todas las gestiones administrativas, especialmente si era necesaria una formación específica. Los inmigrantes árabes debieron recurrir durante toda la primera mitad del siglo XX a la mediación de terceros ante procesos judiciales, delegando su representación en apoderados legales -mayormente de otras nacionalidades-, quienes podían ser abogados o personas con conocimientos básicos en derecho. Los apoderados legales eran actores judiciales “idóneos” que, pese a que muchas veces contaban solo con nociones jurídicas básicas, podían ejercer una considerable influencia política y social.

En suma, los inmigrantes sirio-libaneses dependieron de importantes mediaciones durante la primera mitad del siglo XX en la Patagonia septentrional, intermediaciones que se limitaron al grupo de connacionales, allí donde fue posible. A continuación, se reconstruyen redes sociales de inmigrantes sirio-libaneses a partir de sus sociedades comerciales y sus operaciones de compra y venta de mejoras inmobiliarias y de tierras, con especial interés en la alta movilidad de los bolicheros, como indicador del alcance de esas redes.

 

Movilidad y redes sociales

 

Los registros documentales muestran una fuerte movilidad de los comerciantes sirio-libaneses durante las primeras décadas del siglo XX. Muchos bolicheros se fueron desplazando por espacios amplios, mudando sus negocios través de distintas localidades y parajes, incluso entre diferentes jurisdicciones territorianas. La prensa regional registró el desplazamiento espacial de los bolicheros sirio-libaneses, si bien estos comerciantes tuvieron una baja visibilidad en los medios gráficos, respecto de lo que sucedía con actores mercantiles de mayor escala. Durante el período territoriano, los comerciantes más exitosos eran usualmente destacados a través de breves semblanzas o pequeñas notas biográficas. Muchas de esas publicaciones se realizaban por encargo, y servían para reforzar el status social de la pequeña élite local. Una de las pocas oportunidades en que bolicheros árabes fueron destacados por la prensa en la Patagonia septentrional, fue en el caso de los hermanos José y Alberto Danil, dos comerciantes que desarrollaron sus negocios en Chubut y que se desplazaron en distintas oportunidades. Los hermanos Danil fueron elogiados en una nota periodística de 1919, en donde se enfatizaba su vertiginoso ascenso económico.

 

Los hermanos José y Alberto Danil, partieron a Colanconuhé, inmediatamente después de haber arribado al Territorio [en 1909]. En esa zona iniciaron su empeñosa laboriosidad, fundando, breve tiempo después una casa de comercio en ramos generales y acopio de frutos del país. Bajo la inteligente dirección mutua, los negocios prosperaron con increíble rapidez. Las aptitudes de ambos comerciantes para las lides comerciales, se manifestaron en múltiples ocasiones, y como siempre primaba en ellos un laudable espíritu de honradez, de ecuanimidad, sus gestiones se captaron en un breve plazo la confianza agena.

En 1912, los hermanos Danil establecieron una nueva casa de comercio en Laguna Blanca, análoga a la que ya tenían en Colanconuhé, ampliando así el radio de sus operaciones y dedicándose también a las haciendas. En 1915 vendieron la casa de Colanconuhé, quedándose solamente con la de Laguna Blanca.[21]

 

Este es el registro periodístico más temprano que hemos relevado en donde se considera a comerciantes árabes entre los pobladores económicamente más exitosos de la región. La reseña es sumamente elogiosa y es evidente el esfuerzo del autor por desmarcar a estos comerciantes de posibles negocios espurios. Asimismo, es interesante la descripción del ciclo de ascenso económico y como ese proceso se habría reflejado en la extensión territorial de sus negocios. Según la descripción periodística, en menos de una década los hermanos Danil habían logrado posicionarse como parte de los comerciantes más exitosos de Chubut. La nota refleja además la temprana diversificación de estos comerciantes hacia los negocios ganaderos, como una actividad económica complementaria. Como se verá más adelante, muchas veces la movilidad de los bolicheros árabes hacia las tierras cordilleranas del oeste, estaba vinculada con la búsqueda de campos más aptos para desarrollar la ganadería.

La ampliación territorial de las redes de negocios de los hermanos Danil en el oeste chubutense estuvo vinculada con pequeños parajes (Colán Conhué y Laguna Blanca) que, si bien tenían una baja concentración de población, eran identificados como importantes nichos comerciales. Esto posiblemente obedecía a que esos lugares concentraban la demanda de población dispersa -mayoritariamente indígena y criolla-, y porque eran lugares de tránsito frecuente. Nótese que cuando el redactor de Diario El Pueblo describe que los hermanos Danil habían ampliado “el radio de sus operaciones”, prácticamente estaba hablando en términos de espacialidad de redes, como aquí se propone.

Si bien el caso de los hermanos Danil puede ser representativo de las experiencias migratorias árabes más célebres, se deben considerar otras trayectorias menos exitosas. La movilidad no siempre fue un indicio de prosperidad, en algunos casos simplemente implicó una estrategia de ampliación de las redes comerciales, y en otros significó la búsqueda de mejores mercados o de espacios comerciales con menos competencia.

En la figura 2 se representa la movilidad de algunos bolicheros árabes durante la primera mitad del siglo XX en Chubut. Concretamente se registran las trayectorias de los hermanos Danil (representados con un cuadrado), el caso del comerciante Emilio Daher (nodos representados con un triángulo), y los hermanos Amado y Abraham Daybiz (representados con un círculo). La selección de estos tres casos obedece a que fueron bolicheros que mostraron estrategias de movilidad basadas en una gran amplitud territorial y que sus desplazamientos están documentados. En algunos casos estos comerciantes mantuvieron durante un tiempo intereses comerciales en dos espacios diferentes, de forma simultánea. Los comerciantes seleccionados no solamente se relacionaron entre sí, sino que algunos de ellos también registraron enfrentamientos.[22] En el mapa se consignaron fechas abiertas en los casos en que no fue posible determinar con precisión en qué año cesaron las actividades comerciales.

 

Figura 2. Movilidad de algunos comerciantes árabes durante la primera mitad del siglo XX en Chubut

 

Mapa_movilidad_final_recortado.jpg

Fuente: elaborado por los autores, a partir de documentos de diferente tipología disponibles en el AHPC.

 

Los ejemplos seleccionados muestran algunas regularidades, que también se verifican en otras trayectorias en las que los desplazamientos se produjeron entre distancias más cortas. La inserción comercial inicial generalmente se efectuaba en regiones con baja densidad demográfica, en pequeños parajes, y en estos casos a orillas del río Chubut. Luego, los desplazamientos se orientaban hacia el oeste, mayormente hacia la cordillera, como permite apreciar el modelo digital de elevación que se utilizó para producir el mapa. Esto era frecuente en los casos en que se profundizaban los negocios ganaderos. Otra regularidad era que los comerciantes tendían a abandonar pequeños parajes, para establecerse en localidades más urbanizadas promediando el siglo XX, buscando acceder a mejores servicios.

En Río Negro también se registraron fuertes procesos de movilidad entre los comerciantes árabes, aunque a diferencia de Chubut los desplazamientos se produjeron en espacios más acotados, en el marco de los ambientes de costa, meseta y cordillera (también en sentido este-oeste). En otro trabajo se reconstruyeron las movilidades de comerciantes sirio-libaneses en el sudeste de Río Negro (Chávez y Sourrouille, 2016). En esa región muchos bolicheros árabes luego de unas décadas decidieron abandonar pequeños parajes -principalmente en los bordes de la meseta del Somuncurá-, mudándose a localidades más urbanizadas, aún cuando económicamente eran menos convenientes. Debe considerarse que los comerciantes lograban una acumulación más veloz en los parajes más alejados de los principales centros urbanos, porque en esos lugares el precio de las mercancías aumentaba y los márgenes de ganancia eran mayores.

Los bolicheros sirio-libaneses frecuentemente utilizaron la estrategia de las alianzas comerciales para garantizar la ampliación territorial de sus redes de negocios. Este tipo de articulaciones societarias generalmente se producían entre connacionales, especialmente entre parientes cercanos. La asociación comercial fue una estrategia muy difundida entre los inmigrantes sirio-libaneses, incluso en las etapas más tempranas de su inserción en la Patagonia septentrional. Algunas de esas alianzas mercantiles surgieron durante la etapa ambulante entre mercachifles, y recién más tarde se establecieron sociedades sobre boliches.

En la figura 3 presentamos un grafo con las sociedades comerciales entre bolicheros sirio-libaneses que identificamos en la Patagonia septentrional durante el período de estudio, fundamentalmente a partir de inspecciones de tierras. Los nodos representan a los comerciantes, quienes aparecen identificados con nombre y apellido, exceptuando los casos en que en los documentos solamente se precisa el apellido de los socios, en ese caso se optó por numerar consecutivamente a los comerciantes siguiendo el apellido que figura en el registro. Por su parte, las aristas conectan a los bolicheros que establecieron sociedades comerciales entre sí. El grosor de las aristas aumenta proporcionalmente en los casos en que se registraron dos o más sociedades entre los mismos actores. Este último fue el caso por ejemplo de Simón Rahal y Simón Nasif, de quienes se consignaron cuatro sociedades comerciales simultáneas. En algunos casos las aristas conectaron hasta cuatro miembros dentro de una misma sociedad comercial, reflejando que aún en negocios con bajas inversiones de capital, podían estar representados los intereses de distintos bolicheros. El grafo presenta una red no egocentrada[23] con un bajo grado de cohesión, considerando que los vínculos se establecían entre un número limitado de individuos, y que cada actor establecía coparticipación con pocos grupos.

 

Figura 3. Grafo con las sociedades comerciales entre bolicheros árabes relevadas en la Patagonia septentrional entre 1900 y 1955

 

 

Fuente: elaborado por los autores, a partir de documentación del AHPRN y el AHPC.

 

Los casos en que las aristas son más gruesas reflejan lazos comerciales más fuertes que se repetían en distintas sociedades, y que generalmente redundaban en una gran amplitud territorial de negocios que conectaban distintas regiones. Asimismo, los nodos de un mayor tamaño indican que esa persona está vinculada con una mayor cantidad de asociados. No obstante, las sociedades con más de un negocio común o un mayor número de socios no necesariamente indicaban un mayor capital comercial, ya que algunas de esas alianzas eran de pequeños boliches, mientras que en otros casos una sola sociedad mercantil podía representar un comercio de gran capital.

En el caso de los árabes en Patagonia el parentesco fue el núcleo a partir del cual estos actores aprovecharon las oportunidades económicas. Esto último es evidente en el grafo, considerando que tienden a repetirse los mismos apellidos entre la mayoría de las conexiones que establecen las aristas.

Es posible que las alianzas comerciales hayan funcionado como una estrategia para reducir los costos y los riesgos de las inversiones, además de que permitían diversificar los intereses en los casos en que un bolichero manejaba más de un comercio, o complementaba sus negocios con la ganadería. Se debe tener en cuenta que no se trataba necesariamente de relaciones simétricas, en algunos casos existía una considerable diferencia de capital entre los socios. La mayoría de las sociedades relevadas fueron transitorias y solamente se sostuvieron durante algunos años, especialmente en las primeras décadas del siglo XX.

En la búsqueda por identificar formas de articulación de las redes sociales de los comerciantes sirio-libaneses, relevamos documentos que reflejaron conexiones específicas, como fueron las operaciones de transacción de mejoras[24] inmobiliarias y tierras entre inmigrantes árabes. Este tipo de conexión se solapa parcialmente con lo que muestra el grafo de las sociedades comerciales.

En la figura 4 se representan las operaciones de compraventa de mejoras inmobiliarias y tierras relevadas entre bolicheros sirio-libaneses en la Patagonia septentrional entre 1900 y 1955. En este caso, los comerciantes son representados por nodos, que tienen mayor tamaño e intensifican su color en función de la cantidad de participaciones de los actores en transacciones de este tipo. En este caso las aristas entre los actores son dirigidas[25], y se representan en forma de flechas, que se inician desde el bolichero que realizó la compra y terminan en el comerciante que vendió las mejoras o tierras. Decidimos limitar la muestra a las operaciones que se efectuaron entre pobladores sirio-libaneses, considerando que aquellas realizadas con actores de otras nacionalidades fueron numéricamente menos significativas.

 

Figura 4. Grafo con operaciones de compraventa de mejoras inmobiliarias y tierras entre comerciantes sirio-libaneses en la Patagonia septentrional entre 1900 y 1955

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Fuente: elaborado por los autores, a partir de documentación del AHPRN y el AHPC.

 

Este grafo muestra algunas redes con mayor grado de cohesión que el grafo anterior sobre sociedades comerciales. También refleja niveles más altos de intermediación y centralidad por parte de algunos actores. Estas diferencias con el grafo anterior son notorias porque en este caso se trata de negocios puntuales de compraventa, y no de alianzas constantes o perdurables.

El grafo muestra que algunos actores se destacaban con mayores niveles de centralidad e intermediación, como Juan Nasif[26] y Antonio Breide, quienes habían realizado más operaciones de venta entre sus connacionales. Dos indicios ayudan a explicar esta centralidad, por un lado, que eran comerciantes que habían logrado una exitosa acumulación de capital. Por otra parte, y en conexión directa con lo anterior, fueron inmigrantes árabes que arribaron tempranamente, y que luego de unos años estaban en condiciones de vender lotes a connacionales que arribaron más tardíamente.

Debe contemplarse que no todas las transacciones de mejoras y tierras eran registradas, y por lo tanto tampoco era habitual que los compradores contaran luego con la documentación probatoria. La mayoría de las operaciones consignadas se desprenden de las inspecciones de tierras, que no solamente registraban a los ocupantes al momento del relevamiento, sino que también indagaban sobre los primeros propietarios de las mejoras o sobre quienes las habían construido.

La mayoría de las transacciones de compraventa se realizaban solamente sobre las mejoras, considerando que pocos de los vendedores contaban con derechos de propiedad sobre la tierra. No obstante, la posibilidad de que un comerciante árabe pudiese probar sus derechos sobre las mejoras introducidas, era el primer paso formal para que posteriormente pudiese tramitar un permiso precario de ocupación o el arrendamiento, y para que eventualmente pudiese tramitar los derechos de propiedad definitivos.

En algunos casos, una misma ocupación fue transferida hasta en cuatro oportunidades entre distintos comerciantes árabes, en un período menor a los 10 años. Este fue el caso de una ocupación en la localidad de Ñorquinco (ubicada en el sudoeste del Territorio Nacional de Río Negro) con mejoras que originalmente había construido el bolichero árabe José Adaime, quien se las trasfirió a Pedro Julián, éste a su vez se las vendió a Antonio Breide, quién finalmente transfirió los derechos en favor de Ramón Chediek.[27] Este caso refleja la alta movilidad de la propiedad de las mejoras al interior del colectivo inmigratorio árabe, mostrando que las mejoras, los establecimientos comerciales y las tierras, eran parte de los bienes que circulaban a través de las redes de negocios de los sirio-libaneses.

El caso de los sirio-libaneses en la Patagonia septentrional muestra el entramado de una red social y de negocios densa y eficaz. En este sentido, se asemeja a uno de los modelos de vínculos entre grupos migratorios propuestos por Devoto:

 

Un conjunto de inmigrantes puede constituir un entramado muy denso, estar incluso desde los indicadores analizados (matrimonio, residencia, asociacionismo) completamente segregados y, sin embargo, interactuar eficazmente, si los puentes que los vinculan con otros conjuntos (o redes, como se prefiera) son eficaces. (Devoto, 2009, p. 352).

 

Pese a que los inmigrantes árabes en Patagonia establecieron relaciones matrimoniales mayormente exogámicas, registraron escasas experiencias de asociacionismo nacional o étnico y se caracterizaron por ocupaciones dispersas en todo el ámbito rural de la región, fueron exitosos en establecer vínculos de negocios al interior y hacia afuera de su grupo migratorio.

 

Conclusiones

 

Las experiencias de los inmigrantes sirio-libaneses en la Patagonia septentrional estuvieron mediadas por distintos actores. La mayor parte de ellos fueron connacionales, aunque hubo importantes mediadores indígenas, criollos y de otras nacionalidades. Los inmigrantes árabes necesitaron intermediarios que les adelantaron mercaderías para poder iniciarse como vendedores ambulantes, baqueanos que los orientaron en sus primeras incursiones, intérpretes y traductores que los asistieron en sus comunicaciones orales y escritas, pobladores que realizaron trámites en su nombre y apoderados legales que bregaron por sus intereses en los centros políticos y administrativos.

Los inmigrantes sirio-libaneses en Patagonia mostraron el mismo perfil mercantil que fue característico en otras regiones de Argentina, aprovechando oportunidades económicas a partir de núcleos que estaban vinculados por el parentesco. Sus redes de negocios estaban fuertemente cohesionadas al interior del grupo de connacionales, articulando territorialidades mercantiles amplias y conectando diferentes regiones del interior patagónico. Las mejoras inmobiliarias, los establecimientos comerciales y las tierras tenían una fuerte circulación entre los sirio-libaneses en Patagonia.

Los inmigrantes árabes podían aparecer como un grupo disgregado según los indicadores clásicos de los estudios migratorios, es decir en términos de uniones matrimoniales, patrones de residencia y asociacionismo nacional o étnico. No obstante, estos inmigrantes tejieron redes sociales y de negocios no institucionalizadas que se mostraron eficaces y favorecieron su acumulación económica. Es posible que la renuencia a la nacionalización estuviese condicionada por la necesidad de asegurarse la posibilidad de mantener esas redes de reciprocidad entre sus connacionales.

Más allá de la fuerte cohesión que reflejan las representaciones gráficas de las redes sociales de los sirio-libaneses en el norte de la Patagonia, este no fue un grupo migratorio homogéneo. En los grafos analizados algunos actores se destacaban por tener mayores niveles de centralidad e intermediación, muchas sociedades comerciales no eran alianzas simétricas y es evidente que existían importantes diferencias de capital entre los actores. Si bien seguramente existieron formas de mediación y relaciones que no hemos contemplado, los casos seleccionados pueden contribuir en la comprensión de las experiencias migratorias de los árabes en la Patagonia septentrional.

 

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Recibido: 30/01/2021

Evaluado: 22/04/2021

Versión Final: 29/04/2021

 



(*) Doctor en Historia (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. UNCPBA). Becario posdoctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina. E-mail: matiaschavez22@gmail.com/ chavez@cenpat-conicet.gob.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2125-2990

(**) Profesor en Historia y Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires). Docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. FHCS – UNPSJB). Argentina. E-mail: soumarcos48@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2296-1817

[1] Parte de este artículo está basado en un capítulo de la tesis doctoral inédita (2019) del primer autor.

[2] El término boliche hace referencia a distintos tipos de comercios rurales de escala intermedia, generalmente identificados como almacenes de ramos generales.

[3] Esta definición dinámica de la variable espacial se inspira en parte en lo propuesto por Salomón Tarquini (2010, pp. 25 y 26). La región aquí definida se solapa parcialmente con aquellas delimitadas en estudios referidos a otros sujetos y procesos. Si bien las nociones de Nordpatagonia, Patagonia septentrional y otras similares son habituales en los estudios históricos, antropológicos y arqueológicos, los límites asignados por diferentes autores a la región varían ampliamente.

[4]Si bien en este artículo no se analizan detenidamente esas vinculaciones, se entiende que la división departamental o jurisdiccional no es arbitraria, sino que -por el contrario- es el resultado de una serie de informaciones e información en sí misma, siguiendo lo planteado por Raffestin (2011, p. 122). Es una tarea en gran parte pendiente para la historiografía regional el estudio de las condiciones de posibilidad de la emergencia de estas divisiones y sus transformaciones. Para ello, será necesario analizarlas en su coexistencia y solapamiento con otras configuraciones regionales definidas -y continuamente redefinidas- por las prácticas e imaginarios de los sujetos que las construyen, como aquellas derivadas de los circuitos comerciales, la trashumancia ganadera o cazadora. Véanse en ese sentido los trabajos de Newman y Paasi (1998), y Paasi y Zimmerbauer (2011).

[5] Para una síntesis del proceso migratorio árabe en la Argentina, véase Montenegro (2009).

[6] El comerciante Simón Nasif, quien se radicó en el oeste del territorio de Río Negro, fue uno de los pocos casos que registramos de sirio-libaneses naturalizados, Archivo Histórico de la Provincia de Río Negro (en adelante AHPRN). Sección Inspecciones Generales de Tierras (en adelante IGT), zona de Bariloche, Jacobacci y Comallo, 1924-1929, f. 496.

[7] La Nación, número especial en el centenario de la proclamación de la independencia, Buenos Aires, 09/07/1916, p. 685.

[8] Devoto señala que muchos inmigrantes tenían una vasta estructura comunitaria desde la cual defenderse y que la: “… adopción de la ciudadanía argentina implicaba en casi todos los casos la perdida de los derechos sociales y la exclusión o expulsión de la comunidad étnica” (Devoto, 2009, p. 261).

[9] Ibarra y Hernández señalaron uniones mixtas de inmigrantes árabes en Chubut, vinculándolo con su situación socioeconómica: “El mestizaje entre los diversos grupos se demoró, excepto para los más pobres (criollos, árabes) que se adaptaron más rápidamente a la situación y, especialmente en el ámbito rural, no tuvieron pruritos para emparentarse exogámicamente” (Ibarra y Hernández, 2016, p. 52).

[10] Bandieri (2008) realizó un aporte significativo al estudio de las redes sociales de los inmigrantes sirio-libaneses en Patagonia. Si bien la autora no aplicó metodología de análisis de redes sociales, pudo reconstruir el eslabonamiento social que permitió la acumulación de capital político y económico por parte de algunos inmigrantes árabes en Neuquén.

[11] Si bien se emplearon fuentes de tipología diversa, la mayoría de la información surge de las inspecciones de tierras que se realizaron durante las primeras décadas del siglo XX sobre la línea sur de Río Negro -documentación disponible en el Archivo Histórico de la Provincia de Río Negro, en Viedma-, y de diferentes expedientes generados por la gobernación del Chubut -disponibles en el Archivo de la Provincia del Chubut, en Rawson-.

[12] Dimant (2017) describió los mecanismos de inserción económica de los inmigrantes árabes en Patagonia, a partir de las redes comerciales que ofrecieron los connacionales que se habían establecido previamente.

[13] Identificamos como memorialistas a escritores -y escritoras- que eran considerados personalidades destacadas de la región patagónica, quienes a partir de anécdotas, recuerdos y crónicas, construyeron sistemas de representaciones y estereotipos que se reforzaron entre sí (Chávez 2013).

[14] Véase Jones, 2011, pp. 138-147; Sourrouille, 2017, pp. 284-318.

[15] Fue el caso por ejemplo del inmigrante árabe Elías Chaina, quien fue registrado por las inspecciones de tierras de1920 en el paraje Tres Ojos de Agua -en el sudoeste de Río Negro- como: “Súbdito turco de 27 años de edad y con 10 años de residencia en este Territorio, soltero y sin familia, no posee documentos de identidad y no registra antecedentes policiales” (AHPRN, IGT, zonas de Quetrequile, Anecón Grande, Anecón Chico, Comallo, Coquelén, Laguna Blanca -sin mensurar-, 1919-1920, f. 265). Otro caso análogo, fue el de Miguel Muze inmigrante radicado en Ñorquinco -sudoeste de Río Negro- en el año 1920, quien fue registrado como: “Árabe, de 35 años de edad, casado, comerciante, y sin ningún documento de identidad” (AHPRN, IGT, zona sin mensurar. Reserva, Ñorquinco, Las Bayas, hasta el paralelo 42, 1920, f. 20).

[16] Ese tipo de situación se produjo cuando Emilio Daher -comerciante árabe establecido en Cajón de Ginebra, Chubut- necesitó tramitar un boleto de marca para su ganado en el año 1916. Como no contaba con documentación personal, Daher debió comprobar su identidad ante el juez de paz de Trelew (en el noreste de Chubut), avalado por la declaración jurada de los vecinos José Danil y Felipe Hamandi, quienes dijeron conocerlo desde hacía diez años, Archivo Histórico de la Provincia del Chubut (en adelante AHPC). Sección Fondo “Gobernación del Chubut” (en adelante FGC), expediente Nº 1563, 12/04/1916.

[17] Un caso en donde se registró el nombre y apellido de los intérpretes árabes y éstos rubricaron su firma en las actas oficiales, fue en el procedimiento policial contra los inmigrantes sirio-libaneses Julio Jones y Jacinto Abdala, en el año 1914 en la localidad de Choele Choel (norte de Río Negro). El bolichero árabe Rachid Abraham había denunciado a Jones y Abdala por el robo de cueros de animales, en el acto administrativo Manuel Ali y Carlos Zuain tuvieron que asistir a Jacinto Abdala en calidad de traductores, AHPRN, Sección Justicia Letrada, expediente Nº 10267, 1914.

[18] AHPC, FGC, expediente Nº 3326, 30/8/1920, f. 6.

[19] Fue el caso por ejemplo del comerciante árabe Abraham Daybiz domiciliado en Gan Gan, quien a fines de la década de 1930 tramitó poderes especiales para contar con apoderados legales en los principales centros administrativos. Luciano V. Cousinet Larguía era su representante ante la gobernación de Chubut en Rawson, mientras que Juan Mondejar era su apoderado legal en Buenos Aires, frente a la Dirección General de Tierras y el Ministerio de Agricultura (AHPC, FGC, expediente Nº 4477, 13/7/1938).

[20] La carta es parte de una denuncia del comerciante Melhem Amad Mazkour contra Abraham Daybiz - ambos árabes- por un conflicto territorial en la meseta norte de Chubut (AHPC, FGC, expediente Nº 5763, 19/10/1938).

[21] Diario El Pueblo, N° 106, Trelew, 01/01/1919, p. 47.

[22] En 1917 los hermanos Daybiz denunciaron a Emilio Daher (y a otro bolichero de apellido Cretton) por considerar que éstos violaban su espacio comercial, según la ley de reforma para los Territorios Nacionales en lo referente a los despachos de bebidas (para una reconstrucción del conflicto véase Chávez, 2021).

[23] Una red egocentrada es aquella que toma como centro y punto de partida a un individuo, desplegando sus relaciones con otros. En contraste, una red no egocentrada no tiene un centro asignado a priori.

[24] Se denominaba como “mejoras” a las construcciones existentes en un terreno determinado, sin que su venta implicase derechos sobre la propiedad de la tierra.

[25] Una arista no dirigida puede leerse indistintamente en ambos sentidos: vincula a dos nodos en una relación simétrica (A y B son hermanos entre sí, por ejemplo). Una arista dirigida, por el contrario, implica una relación asimétrica, en la que el sentido de la arista es inseparable de la relación que representa (en este caso, A compró las mejoras de B y esa relación no puede leerse en sentido inverso).

[26] Juan Nasif era un exitoso comerciante árabe del sudoeste de Río Negro, quien se consolidó como criador de ganado menor durante los primeros años del siglo XX, esto puede verificarse a través de inspecciones de tierras de la década 1920. Justamente, en el año 1920 Nasif le compró al poblador Antonio Nieves un puesto con 300 animales en el paraje Tres Ojos de Agua. Luego Nieves pasó a trabajar como medianero de Nasif, es decir que el primero producía con animales que pertenecían al comerciante árabe a cambio de un porcentaje de la reproducción de los planteles (AHPRN, IGT, zonas de Quetrequile, Anecón Grande, Anecón Chico, Comallo, Coquelén, Laguna Blanca -sin mensurar-, 1919-1920, f. 264). Unos años después, para 1929 Nasif ocupaba 550 hectáreas con un almacén en las nacientes del Arroyo Chinquiniyeo (en la sección IX de Río Negro), que estaba a cargo de Timoteo Nicolás. A dos leguas de esa casa comercial, Nasif tenía 700 ovejas a cargo de Alberto Nahuelgual y 200 ovejas a cargo de Marcial Pereira, ambos en calidad de medianeros. En invierno estos pobladores hacían trashumancia llevando los animales a Fitamiche (en la sección VIII de Río Negro) donde Nasif arrendaba campos (AHPRN, IGT, sección IX, 1926-1929, f. 222). Pese a que no podemos ser concluyentes a partir de la información documental disponible, es muy posible que hubiese un proceso de despojo gradual de los mencionados pobladores por parte de Nasif.

[27] AHPRN, IGT, zona sin mensurar. Reserva, Ñorquinco, Las Bayas, hasta el paralelo 42, 1920, f. 113.