Elecciones 2019 en Córdoba: entre la consolidación del peronismo provincial y el apoyo a Cambiemos a nivel nacional

 

Juan Manuel Reynares(*) María Virginia Tomassini(**)

 

 

Resumen

 

En este artículo analizamos el proceso electoral de 2019 en Córdoba para comprender sus rasgos en una clave histórico-política e indagar su relación con el escenario nacional. Escrutando las trayectorias políticas de las principales fuerzas locales, distinguiremos los procesos organizacionales e identitarios que confluyeron, por un lado, en la consolidación en la elección provincial de la coalición de gobierno local, Hacemos por Córdoba, bajo el liderazgo de Juan Schiaretti y, por el otro, en la reafirmación de la figura de Mauricio Macri, y su coalición Juntos por el Cambio, en la elección nacional. Para llevar adelante este análisis, tendremos en cuenta tanto la dinámica provincial de definiciones en cada organización, como también la negociación entre sus referentes locales y las respectivas dirigencias nacionales. Sostenemos que en el caso cordobés puede observarse el solapamiento de dinámicas transversales de la política argentina —como la territorialización y el anidamiento de la competencia partidaria, así como la personalización en las preferencias de voto— constatándose un persistente rechazo en su electorado hacia la fuerza política de la ex-presidenta Cristina Kirchner.

 

Palabras clave: Elecciones; 2019; Córdoba; Territorialización; Personalización.

 

 

2019 elections in Córdoba: between provincial Peronism consolidation and Cambiemos support on a national level

 

Abstract

 

In this paper we analyse 2019 elections in Córdoba, in order to understand its main features through a historical-political perspective and to delve into its relation towards the national scenario. By researching the political trajectories of main local forces, we will discern the various organizational and identity processes that converged in, on one hand, the strengthening in provincial elections of the ruling party coalition, Hacemos por Córdoba, under Juan Schiaretti’s leadership and, on the other hand, in the reaffirmation of Macri’s leading figure during the national election. To carry on this analysis, we will take into account each local party’s coordination dynamics and the negotiation between local referents and national party sub coalitions. We set out that Córdoba case is inscribed in current argentine political dynamics, featured by territorialisation and nesting of party competition, as well as personalization of voting preferences.

 

Keywords: Elections, 2019, Córdoba, Territorialisation, Personalization.


 

Elecciones 2019 en Córdoba: entre la consolidación del peronismo provincial y el apoyo a Cambiemos a nivel nacional

 

Introducción

 

Desde fines del siglo XX, la literatura especializada sostiene que algunos de los rasgos más salientes de la política argentina contemporánea son la territorialización y el anidamiento de la competencia partidaria, así como la personalización de las preferencias del voto, es decir que los partidos políticos diseñan estrategias diferenciales y correlacionadas teniendo en cuenta la dinámica particular de los niveles nacional, provincial, municipal con el fin de obtener beneficios específicos en cada uno de ellos. Debido a una serie de factores institucionales, históricos y políticos, esto marca el predominio de las cuestiones locales en la definición de cronogramas electorales, agendas y candidatos de cada jurisdicción. Teniendo en cuenta estas variables, se desarrolló el proceso electoral de 2019 en el país, donde se definió la mayoría de las gobernaciones al igual que la conformación del Ejecutivo y Legislativo nacionales, con el agregado de que, durante los primeros meses del año, las dirigencias subnacionales de cada partido compusieron sus estrategias electorales locales sin un marco claro de la estructura de alianzas a nivel nacional para los comicios presidenciales, que se definió recién hacia junio de 2019.

En efecto, la elección provincial cordobesa se celebró en mayo, compitiendo el oficialismo de Hacemos por Córdoba (HpC) bajo el liderazgo del gobernador Juan Schiaretti, y dos expresiones divididas, y debilitadas, de Cambiemos, la principal coalición opositora: la Unión Cívica Radical, con Ramón Mestre, por un lado, y Córdoba Cambia, con Mario Negri, por el otro. La elección nacional se desarrolló entre las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto y las generales de octubre de 2019. Además de presidente y vice, en la provincia de Córdoba se eligieron 9 diputados nacionales. La conformación del Frente de Todos, aglutinando a gran parte del peronismo en las provincias, se completó entre mayo y junio de 2019, inmediatamente después de los comicios cordobeses. Por su parte, la coalición Cambiemos incorporó en la formula liderada por Mauricio Macri a un dirigente peronista de amplio recorrido legislativo, Miguel Ángel Pichetto, como candidato a vicepresidente.

Como veremos en la segunda parte de este artículo, la alianza entre las diversas líneas internas del peronismo, y la configuración de la competencia por la presidencia en dos grandes coaliciones, a diferencia de lo sucedido en 2015, condicionaron las estrategias del conjunto de actores partidarios de la política argentina, tanto provinciales como de alcance nacional. La opción de HpC, dadas las características de su trayectoria identitaria y organización, que analizaremos más detenidamente, fue declararse prescindente en la disputa del ejecutivo nacional, sin apoyar explícitamente a ningún candidato, y postular una lista de candidatos a diputados propia, en una estrategia replicada por otros gobiernos provinciales y conocida como “de boleta corta”.

En este artículo observamos, entonces, cómo el carácter anidado de la competencia partidaria condiciona puntualmente las estrategias de los actores político-partidarios locales, quienes a su vez cuentan con un recorrido histórico y una constitución ideológica que determina parcialmente el rango de opciones disponibles. Escrutando las trayectorias políticas de las principales fuerzas locales durante los últimos años, distinguiremos los procesos organizacionales e identitarios que confluyeron en los divergentes resultados de los comicios locales, celebrados en mayo, y de los nacionales, realizados entre agosto y octubre. Por un lado, en la consolidación en la elección provincial de la coalición de gobierno local, Hacemos por Córdoba, y de la figura de Juan Schiaretti y, por el otro, en la reafirmación de la figura de Mauricio Macri, y su coalición Cambiemos, ahora redenominada Juntos por el Cambio, en los comicios nacionales.

Córdoba es actualmente el segundo distrito electoral del país. Se ha caracterizado en la historia argentina, y desde el retorno democrático con mayor relevancia, por demostrar un notable grado de autonomía de sus principales actores políticos para negociar con el gobierno nacional, o bien con las dirigencias nacionales de los partidos mayoritarios (Tcach, 2012). Sobre la base de este factor de largo plazo, nuestra intención en este artículo es enfocarnos en el proceso electoral de 2019 en Córdoba a partir de las condiciones coyunturales mencionadas, para comprender sus principales rasgos en una clave histórico-política. Para llevar adelante este análisis, tendremos en cuenta tanto la dinámica provincial de definiciones político-partidarias en cada organización, como también la negociación entre los referentes locales y las dirigencias nacionales de esos espacios políticos.

Realizamos este trabajo a partir del análisis de un corpus compuesto por datos recabados en la prensa, entrevistas con dirigentes partidarios y resultados electorales, mediante una metodología cualitativa que considera que las estrategias asumidas por los actores político-partidarios están condicionadas por variables institucionales e ideológicas que se conjugan históricamente en cada caso específico. De allí entonces que propongamos una re-descripción del proceso electoral de 2019 en función de las trayectorias políticas recientes de los principales actores involucrados, en un marco de transformaciones estructurales del sistema político argentino. En el próximo apartado, antes de encarar el análisis del proceso, plantearemos algunas notas teóricas sobre los principales rasgos de la dinámica política en Argentina, para fundamentar en términos epistemológicos así el tipo de estudio que realizaremos.

 

Algunas notas previas al análisis

 

Existe una nutrida literatura sobre las transformaciones en los partidos políticos contemporáneos, respecto de su menor capacidad representativa y el distanciamiento respecto de sus electorados (Manin, 2006; Katz y Mair, 2009; Mair, 2013), que en nuestro país se evidencia en estudios sobre los cambios de la representación durante el menemismo (Novaro, 2000), la “crisis de 2001” y el kirchnerismo (Pousadela, 2004; Cheresky, 2006; Rinesi y Vommaro, 2007; Torre, 2003). Más allá de estos debates, los partidos continúan siendo las organizaciones que compiten en las elecciones para la definición de los cargos ejecutivos y legislativos en las democracias actuales. En ese sentido, la instancia electoral obliga a los partidos a disponer de sus recursos para definir candidatos, líneas políticas, despliegues de campaña y el control del acto comicial. Además, cada elección supone la comprobación del nivel de apoyo entre el electorado con que cuentan las propuestas políticas y los principales dirigentes de las organizaciones partidarias. De allí entonces que los comicios, tanto en los momentos previos de las campañas como en los efectos posteriores a los resultados, se vuelven momentos privilegiados para analizar las trayectorias de estos actores políticos, la estructuración de sus coaliciones dominantes y la relación que establecen con el resto de los componentes del sistema político (Lenarduzzi y Mauro, 2017).

En el caso argentino, este tipo de estudio debe considerar el rasgo multinivel de su sistema político, en tanto los partidos políticos compiten en varios niveles y distritos a lo largo del territorio, donde al mismo tiempo el electorado puede optar por distintos cargos gubernamentales en comicios con reglas específicas. Si por un lado esto permite a los votantes distribuir de modo heterogéneo sus opciones, por el otro condiciona el juego político de las dirigencias partidarias al darse una distribución de apoyos e influencias simultánea en distintos niveles, lo que se complejiza aún más al tratarse de un sistema político multinivel con alto grado de incongruencia (Dosek y Freidenberg, 2013; Freidenberg y Suárez Cao, 2013).

Por ende, ubicando nuestro análisis a nivel provincial, esta mirada necesita contemplar la dinámica de negociación e imposición que se establece entre cada una de las arenas políticas, donde entran a jugar sus cronogramas y reglas electorales, la configuración de las coaliciones en competencia y la delimitación de las agendas de campaña. Allí es necesario tener en cuenta más específicamente el proceso de territorialización de la política argentina (Calvo y Escolar, 2005; Leiras, 2007, 2010; Abal Medina, 2011; Gibson y Suárez Cao, 2010; Navarro y Varetto, 2014; Cruz, 2019, entre otras referencias). Con este término aludimos a aquella característica, predominante en la política argentina desde mediados de los 80 (Cherny y Vommaro, 2004), por la cual los factores locales (municipales o provinciales) –que van desde la normativa electoral, el número y carácter de los competidores, las características y prácticas de las fuerzas partidarias que componen el sistema y los clivajes que estructuran la discusión pública– inciden en mayor medida que las definiciones de las dirigencias partidarias nacionales sobre la toma de decisiones de los actores políticos relevantes en cada jurisdicción.

El sistema de partidos argentino se ha vuelto, sobre todo luego de la crisis que eclosionó en 2001, un marco de acción abierto e incierto que parece realinearse parcialmente, casi dos décadas después, en torno a dos espectros coalicionales con complejas ramificaciones a lo largo del país. No obstante, este sistema político-partidario cambiante impacta sobre cada jurisdicción y cada actor político de manera diferencial (Calvo y Escolar, 2005), como veremos en el caso de Córdoba, tanto para la fuerza oficialista, Hacemos por Córdoba como para la principal expresión opositora, Córdoba Cambia.

Estos cambios estructurales de la competencia partidaria, junto con las transformaciones del comportamiento electoral que reniega de las férreas adscripciones partidarias, se complementan con la recién mencionada progresiva territorialización de la disputa política en nuestro país. El resultado de esta combinación de procesos es un panorama político donde las coaliciones pueden resultar más o menos efímeras y cambiantes, producto de la negociación y coordinación de líneas internas de organizaciones partidarias de alcance nacional, provincial y municipal (Clérici, 2013). En lo que se constituye como un sistema político anidado (Tsebelis, 1993), cada una de las dirigencias partidarias se enfrenta así a un diagramado de las estrategias electorales donde es necesario tener en cuenta los distintos niveles de gobierno, el esquema de alianzas y discusiones que allí se dan y el grado de impacto que pueden tener estas definiciones en la distribución de apoyos que se obtenga con el resultado electoral (Calvo y Escolar, 2005, pp. 49-54).

Una última anotación teórica sobre el tipo de análisis que desarrollamos aquí se refiere al carácter histórico de las trayectorias políticas en que se inscriben las circunstancias electorales. La dimensión histórica tiene que ver con la necesidad de contextualizar los procesos políticos contemporáneos, es decir, remarcar el carácter relativamente estructurado de los escenarios locales por parte de instituciones y discursos encarnados de modo singular y disputado por actores locales. De este modo, nuestra interpretación del proceso electoral de 2019 en Córdoba se detiene en momentos específicos de trayectorias de los principales actores político-partidarios de la provincia. Estas trayectorias se construyen a partir de un juego conflictivo de desplazamientos y rearticulaciones de sentido entre múltiples y a veces antagónicas posiciones respecto de las tradiciones partidarias y las gramáticas sociales con que se imputa de sentido a la realidad circundante (Reynares y Tomassini, 2019b). De allí que en los apartados siguientes analicemos las trayectorias de los principales actores político-partidarios cordobeses en competencia, tanto en su dimensión estratégica como ideológica, para comprender las condiciones de posibilidad de sus definiciones electorales durante 2019.

 

Hacemos por Córdoba: una continuidad consolidada

 

En la elección provincial del 12 de mayo de 2019, Juan Schiaretti, el candidato a gobernador por la coalición oficialista, Hacemos por Córdoba (HpC), logró la reelección con el mayor número de votos en la historia reciente de la provincia. Ese mismo día su candidato a intendente para la ciudad de Córdoba, el diputado nacional Martín Llaryora, resultó electo luego de 16 años de sucesivas derrotas locales de esa coalición. A su vez, los abultados resultados se tradujeron en una amplia mayoría en la legislatura unicameral de la provincia.  Por ende, los comicios marcaron la consolidación de una fuerza política que ha ocupado el gobierno provincial desde 1999. En lo que sigue analizaremos algunos de los principales rasgos de la estrategia de HpC distinguiendo la incidencia de algunos componentes tanto del orden local como en la relación con el gobierno nacional, en una perspectiva que tiene en cuenta tanto la trayectoria del mediano plazo como también factores más coyunturales.

 

La construcción de un peronismo cordobés antikirchnerista

 

Hacemos por Córdoba (HpC) es una coalición de diversos partidos con predominio del Partido Justicialista (PJ), formada bajo el nombre de Unión por Córdoba (UpC) en 1998. Esta coalición ha tenido una composición bastante compacta en torno al PJ, con alrededor de una decena de partidos menores y expresiones vecinalistas fluctuando en cada una de las elecciones. Los partidos más persistentes en la coalición fueron el Demócrata Cristiano desde 2003, Acción Popular entre 2003 y 2015, y Acción para la República entre 2003 y 2011. En su mayoría son organizaciones muy pequeñas, que no tienen representación legislativa ni ocupan cargos relevantes del ejecutivo. De allí que UpC, ahora rebautizada HpC, sea equiparada con el peronismo provincial (Reynares, 2017; Closa, 2010).

Desde 1999, el peronismo de Córdoba retuvo el gobierno provincial con ciertos rasgos específicos, tanto organizacionales como identitarios. Entre los primeros, consolidó una coalición dominante cuyo vértice fue José Manuel De la Sota, gobernador entre 1999 y 2007, que logró dar continuidad a su proyecto político alternándose con otro dirigente provincial como Juan Schiaretti, quien fue vicegobernador entre 2003 y 2007, para ser electo ese año, aunque por un margen mínimo, por un período. En 2011 fue electo una vez más De la Sota, y en 2015 el candidato ganador fue Schiaretti. Así, la fórmula para la sucesión implicó el establecimiento de una subcoalición dominante alrededor de estos dirigentes, con preeminencia delasotista.

En torno a su identidad política, a lo largo de sus diversas administraciones, el peronismo cordobés desarrolló un proyecto anclado en la defensa de lo provincial, buscando distinguirse, con matices coyunturales, de la iniciativa política al interior del peronismo nacional que encabezó el Frente Para la Victoria (FPV) de Néstor y Cristina Kirchner desde 2003. Así, hasta 2008 la dinámica entre la dirigencia del peronismo cordobés y la que ocupaba el poder ejecutivo nacional fue mayormente de negociación, como puede verse, entre otros elementos, en la definición de las listas de cargos legislativos durante el período.

Sin embargo, desde la conocida como “crisis del campo”, en la primera mitad de 2008, se produjo un distanciamiento entre ambas estructuras que supuso múltiples dificultades para los integrantes de una y otra. Al principio, se esbozó una inicial división dentro del peronismo provincial frente al conflicto rural: la mayoría delasotista se opuso frontalmente a la política fiscal del gobierno nacional planteada por la resolución 125, mientras que el entonces gobernador Schiaretti intentó equilibrar estas posturas con sus compromisos administrativos con el gobierno nacional.  Finalmente, el aparato justicialista provincial se enfrentó al gobierno nacional. En las elecciones generales de 2011, como las legislativas de 2013, De la Sota tuvo un posicionamiento abiertamente crítico y confrontativo ante Nación, cortándose las posibilidades de negociación para la conformación de listas locales (López, 2012; Tomassini, 2018).

Desde principios del siglo XXI, UpC logró afianzar un apoyo electoral heterogéneo, articulando un mensaje político que se apoyaba en cierta tradición conservadora local, una reducción de la discusión política a los términos de una buena gestión y en una férrea defensa de lo provincial sobre lo nacional. Con la holgada victoria de De la Sota en 2011, esta línea política comenzó a denominarse, incluso oficialmente, como “cordobesismo” y fue el plafón local para el posterior intento del líder de la coalición de competir para la presidencia nacional, en 2015 (López, 2012; Imposti, 2017; Tomassini, 2018). En ese año, el otro integrante de la coalición dominante, Schiaretti, retuvo la gobernación para UpC, adhiriendo a una oposición abierta al gobierno nacional.

En términos generales, es posible considerar que el principal clivaje de la competencia electoral cordobesa, y también de la configuración de las coordenadas simbólicas de constitución de un espacio público mediterráneo, ha sido el del localismo cordobés versus el centralismo de la Nación. Esa estructuración del escenario político provincial expresó con otros términos una disputa soterrada entre una propuesta conservadora, encarnada en Unión por Córdoba, por un lado, y un gobierno con matices progresistas en el kirchnerismo, por el otro (Quirós, 2018).

 

Unión por Córdoba entre 2015 y 2019

 

El aplastante triunfo de Cambiemos en 2015, que alcanzó en Córdoba el 71,52% en el ballotage, supuso un cambio notable de las condiciones con que UpC construía su propuesta política. Por un lado, Schiaretti dejó de oponerse al gobierno nacional y mantuvo posiciones cercanas a la administración de Macri, tanto en presentaciones públicas como en el apoyo de los legisladores propios en algunas discusiones del Congreso Nacional. Por el otro, sin embargo, se dificultó para UpC el desarrollo de un mensaje electoral que se distinguiera lo suficiente como para preservar su mayoría electoral.

Teniendo en cuenta los resultados de los comicios del proceso electoral de 2015, es posible inferir que UpC y Cambiemos comparten una porción relevante del electorado, que no se orienta según parámetros de etiqueta partidaria tradicional, pero que es interpelada por propuestas basadas en la calidad de la gestión, una interpretación ética de la política y, sobre todo, el fuerte rechazo de los gobiernos kirchneristas del FPV. Para fundamentar mejor esta presunción, es menester incorporar algunos datos de aquel ciclo electoral. En las primarias abiertas de 2015, ganó en Córdoba la alianza Una Nueva Argentina (UNA), con el 38,81 % de los votos. Segundo quedó Cambiemos, con 35,38 % y tercero el Frente Para la Victoria (FPV) con 14,65 %. En UNA, el 85 % de sus votos fue para la precandidatura de De la Sota – Rucci, aunque a nivel nacional se impuso el binomio Massa-Sáenz.

Ya para la primera vuelta, UNA quedó en el segundo puesto, con el 20,4% de los votos, en un descenso relativo de votos que puede explicarse al no competir ya el líder de UpC, De la Sota. Es de suponer que el resto de los votantes de UNA en las primarias reorientaron su elección a alguna de las otras dos opciones en competencia: Cambiemos alcanzó el 53,2% de los votos y el FPV el 19,2% (Imposti, 2017). Si bien no contamos con un análisis de las posibles transferencias de votos entre fórmulas de una elección a otra, quedó evidenciado que una proporción importante de los votantes de UNA en las primarias apoyaron a Macri en primera vuelta. Una situación similar se observa en la segunda vuelta: reducida la competencia a Cambiemos y el FPV, una mayoría de los votantes de UNA –que representaban un 20% del total de la primera vuelta— parecen haberse decantado por Macri-Michetti, ya que alcanzó el 71,5 % de los votos, contra 28,5% de la fórmula del FPV, Scioli-Zannini.

Este parcial solapamiento de un electorado antikirchnerista entre UpC en la provincia y Cambiemos en la competencia nacional se evidenció en las elecciones legislativas de 2017. Aunque la dirigencia de UpC ensayó en aquel entonces un desplazamiento en su mensaje público para no perder su posición ante el electorado —haciendo hincapié en ciertos componentes cercanos a la tradición peronista, como el énfasis en la importancia de la intervención estatal— esto probó ser insuficiente para disputar el voto antikirchnerista (Quirós, 2018). La lista de UpC quedó segunda ante la fórmula cambiemita, encabezada por el ex árbitro de fútbol, Héctor Baldassi, por 18 puntos de diferencia (48,48% vs. 30,48%).

Al mismo tiempo, la derrota kirchnerista en 2015 trajo como consecuencia un realineamiento parcial de sectores peronistas que apoyaban al gobierno de Cristina Kirchner, antes enfrentados al oficialismo provincial. Por ejemplo, la coalición “Córdoba Podemos”, versión local del kirchnerismo que había competido electoralmente en las elecciones provinciales de 2015, terminó desmembrándose y la mayoría de sus referentes se insertaron en las estructuras de UpC. Pocos meses después de la victoria de Macri de 2015, organizaciones territoriales kirchneristas se articularon formalmente en UpC, que consolidó así la posibilidad de contener al grueso del electorado peronista en la provincia. Sin embargo, en 2017 el sindicalista Pablo Carro se postuló como candidato del Frente Córdoba Ciudadana —expresión local de Unidad Ciudadana liderada por Cristina Fernández en Buenos Aires, y en Córdoba de perfil no peronista— alcanzando una banca en diputados, con el 9,88 de los votos.

Por último, la organización de UpC se vio profunda y sorpresivamente transformada al fallecer De la Sota en un accidente automovilístico en septiembre de 2018. Schiaretti concentró en los meses siguientes el control de los recursos organizacionales del peronismo local, entrando en negociaciones cruzadas con las segundas líneas del delasotismo, como la pareja de De la Sota y ex ministra de Producción, Adriana Nazario, o el presidente del PJ provincial, Carlos Caserio, y el grueso de los legisladores y las legisladoras que respondían al líder de la coalición.

 

El peronismo cordobés de cara a la elección provincial de 2019

 

La elección provincial se celebró el 12 de mayo, adelantándose así varios meses al fin de los mandatos vigentes, en diciembre de ese año. Esta definición de los tiempos electorales, lo más alejado posible de la contienda nacional prevista para el segundo semestre de 2019, puede leerse como un intento de territorializar la competencia, e impermeabilizarla tanto de las disputas entre las dirigencias nacionales como de la crisis socio-económica general. La caída generalizada del empleo y el aumento de la pobreza, junto con un crecimiento notable de la incertidumbre económica y financiera, dieron forma a un escenario complejo que podía distorsionar las opciones electorales de las fuerzas en competencia hacia el inicio de 2019. En el caso de Córdoba, la alta aceptación del presidente Macri y al mismo tiempo el aumento de las tensiones sociales en un contexto recesivo e inflacionario ejercían un juego de pinzas para la posición del peronismo local.

En ese marco, además del adelantamiento de las elecciones, la campaña de UpC apuntó a renovar su imagen como propuesta política, luego de veinte años ininterrumpidos de gobierno. En una reunión de dirigentes, se hizo pública una remozada alianza con vértice peronista, Hacemos por Córdoba (HpC), donde se incorporaron fuerzas minoritarias con electorados predominantemente urbanos y de tendencia liberal como el GEN o el Partido Socialista. Al mismo tiempo, la decisión del kirchnerismo local de no presentar candidato a gobernador dejó a HpC como una opción competitiva para garantizar la victoria del peronismo y aliados frente al avance del macrismo en la provincia, lo que podría impactar en la elección nacional.

A partir de allí, la campaña de UpC para las elecciones de mayo de 2019 se concentró el territorio provincial y en la figura del gobernador Juan Schiaretti, único sobreviviente de la coalición dominante que contaba ya con altos niveles de aceptación pública. La centralidad en la persona del gobernador fue evidente a lo largo de la campaña, enfocada en “Juan” y “Manuel” (éste último por Manuel Calvo), candidatos a gobernador y vice. Sobre todo, el grueso del mensaje aludía a la capacidad de gestión, honestidad, proximidad y experiencia de Schiaretti, al que apodan “el gringo”.

La estrategia probó ser efectiva, ya que el rasgo más sobresaliente de estas elecciones fue la arrolladora victoria de Schiaretti, alcanzando el 57,38 % de los votos, y una amplia mayoría en la Legislatura provincial. Este resultado constituye el mayor número de votos alcanzado por una fórmula provincial en su historia democrática. A la altísima popularidad del gobernador en ejercicio se sumó la concentración de la oferta peronista al bajarse la candidatura del sector kirchnerista y la fractura de la principal fuerza opositora, Córdoba Cambia, como analizaremos en el próximo apartado.

 

Tabla N° 1 - Elecciones 12 de mayo de 2019 en la Provincia de Córdoba. Porcentajes de principales fuerzas

Fuente: Elaboración propia en base del Fuero Electoral de la Provincia de Córdoba

 

HpC

CCba

UCR

Gobernador

57,38

18,85

11,60

Intendente Cba

40,20

21,68

19,37

Legislador D.Único

53,30

17,87

12,45

 

Otro resultado relevante fue la victoria de HpC en las elecciones municipales de la Ciudad de Córdoba. La alta tracción electoral de Schiaretti favoreció las chances de su candidato municipal, Martín Llaryora, quien logró ganar el ejecutivo capitalino después de 16 años. Uno de los puntos más destacados en el triunfo municipal fue la estrategia de posicionamiento del partido gobernante en la provincia, mediante un ambicioso plan de obras públicas a nivel provincial en general, pero con una fuerte impronta en la capital cordobesa. Esto subraya la importancia de las políticas públicas locales, cuya implementación evidencia que “un mayor control sobre la distribución discrecional de recursos políticos, económicos y simbólicos permite a los actores locales consolidar apoyos de electorados territorialmente concentrados” (Calvo y Escolar, 2005, p. 46).

Volviendo al análisis de los resultados, la diferencia en los votos que recibió Schiaretti respecto de otros candidatos de su coalición en diversos cargos evidencia el componente personalista de la victoria de HpC.

 

Tabla N° 2 – Votos de HpC en ciudad de Córdoba, elecciones del 12 de mayo de 2019

 

Cargo

Votos

Porcentaje

Votos blancos

Gobernador

382.718

51,46

4,62

Legislador departamental

291.790

45,23

16,57

Legislador Distrito Único

290.400

45,43

17,57

Intendente

281.366

40,20

8,60

Fuente: Elaboración propia en base a información del Fuero Electoral de la Provincia de Córdoba.

Tomando como referencia a la ciudad de Córdoba, hay alrededor de 11 puntos porcentuales entre Schiaretti y Llaryora, y el doble de votos en blanco entre ellos, y 6 puntos en los legisladores. Ese caudal diferencial de votos para la gobernación abona la interpretación de que la definición del voto estuvo condicionada en gran medida por la figura personal de Schiaretti. Ello, como veremos, impactó en la estrategia política de HpC a corto y mediano plazo, tanto en la dinámica política del espacio como en su estrategia electoral de cara a las elecciones nacionales de octubre de 2019.

 

Córdoba Cambia: internismo y ruptura

 

Por el lado de la principal oposición provincial, de cara a las elecciones de mayo de 2019, la alianza Córdoba Cambia (expresión cordobesa de la coalición Cambiemos, liderada por el entonces presidente Mauricio Macri a nivel nacional), compuesta por la Unión Cívica Radical, el PRO y el Frente Cívico y Social, encontró dificultades para consolidar una dinámica de negociación y acuerdo entre sus fuerzas integrantes. Así, la escasa predisposición demostrada por las estructuras partidarias para coordinar esfuerzos facilitó su ruptura aumentando las posibilidades del triunfo de Hacemos por Córdoba. A continuación, haremos una breve reseña de la trayectoria organizacional e identitaria de las principales fuerzas políticas que confluyeron en Cambiemos, luego denominada Juntos por el Cambio, en la provincia, para comprender los rasgos que motivaron la ruptura y la presentación de dos candidatos radicales —Mario Negri y Ramón J. Mestre— en las elecciones a gobernador cordobés.

 

Recuperación electoral e internismo en la UCR cordobesa

 

El proceso de debilitamiento de la UCR, después de ser partido predominante en la provincia entre 1983 y 1998, alcanzó su punto máximo entre 2003 y 2007, cuando fue desplazado al tercer lugar en el sistema de partidos provincial por la emergencia del Partido Nuevo liderado por Luis Juez, dirigente capitalino de extracción peronista (Tomassini, 2018). Ello comienza a revertirse a partir de las elecciones legislativas nacionales de 2009, donde O. Aguad gana el tramo de diputados y Ramón J. Mestre (hijo del ex gobernador Ramón B. Mestre) accede al Senado por la minoría, quedando a pocos votos del ganador, L. Juez (Reynares y Tomassini, 2019a). Mestre (h) protagonizó esa recuperación, adquiriendo visibilidad pública tras el segundo lugar alcanzado en las elecciones municipales de 2007 y acceder al Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba, reforzando el rol opositor de la UCR.

Desde ese año, sustentado sobre los seguidores de su padre, Mestre (h) alcanzó una posición central en el partido con un proyecto de defensa de la identidad tradicional e histórica del radicalismo. Esta postura le permitió amalgamar todas las posiciones antipactistas contra el entonces presidente del Comité Provincia, Mario Negri, en tanto éste era proclive a una coalición con el juecismo para enfrentar al oficialista UpC (Reynares y Tomassini, 2019a).

De cara al proceso electoral provincial de 2011, en medio del declive político del juecismo, Mestre ganó el ejecutivo capitalino con el 35,66% de los votos, reforzando su emergencia como exponente de la renovación dirigencial del radicalismo con expectativas electorales en el inicio de la segunda década del siglo XXI. En 2015 revalidó su cargo con el 32,66% de los sufragios. No obstante, el liderazgo de Mestre compitió desde su emergencia con el ascendente interno de un dirigente de amplia trayectoria en el partido, como Mario Negri. Éste había sido vicegobernador de la provincia entre 1987 y 1991, ocupando luego el cargo de diputado nacional casi de manera ininterrumpida desde 1993. De este modo, ya en 2015 se distinguían, dentro de un complejo escenario de líneas internas, dos subcoaliciones principales: la encabezada por Ramón J. Mestre, con base en la capital cordobesa y el apoyo de dirigentes que respondían a O. Aguad (diputado nacional desde 2005, con amplia trayectoria en los gobiernos municipales y provincial de Mestre padre, y candidato a gobernador en 2003, 2011 y 2015), por un lado, y la liderada por M. Negri, con anclaje territorial en la provincia, por el otro.

Las disputas entre Negri y Mestre por la candidatura a la gobernación de 2015 quedaron en suspenso ante las perspectivas abiertas por su inclusión en la coalición Cambiemos, conformándose una única lista bajo la candidatura de Aguad, que obtuvo, como ya vimos, el 33,75% de los votos. Sin embargo, ya en 2019 el escenario interno del radicalismo mediterráneo fue distinto, y la implícita oposición interna entre Negri y Mestre derivó en la ruptura de la coalición. Negri contaba con el apoyo del ejecutivo nacional desde 2015, cosechado gracias a su actuación como jefe del bloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados de la Nación. Mestre, por su parte, manejaba los recursos partidarios y un alto grado de visibilidad al ocupar el ejecutivo municipal desde 2011. Como veremos a continuación, esta fractura no pudo ser resuelta por el otro miembro relevante de la coalición cambiemita, el PRO, inserto también en una disputa interna.

 

Desembarco del PRO en la provincia de Córdoba

 

En 2013 el PRO comienza a tener presencia territorial en Córdoba intentando convertirse en una fuerza con posibilidad de disputa provincial. En el marco de una progresiva nacionalización de una fuerza partidaria originalmente porteña (Mauro, 2013; Vommaro y Morresi, 2015), su construcción se sostuvo sobre dirigentes locales con trayectorias en partidos menores de extracción liberal. Así, el PRO comenzó a entablar relaciones en Córdoba a través de distintos aliados estratégicos, entre ellos el entonces legislador de UpC, Javier Pretto. Para 2013 éste se apartaría del bloque mayoritario para crear su propia bancada unipersonal de cara a las elecciones legislativas nacionales, convirtiéndose también en el presidente del PRO en la provincia de Córdoba. El PRO se instaló en la provincia combinando en su estrategia la incorporación de “outsiders”, con la de experimentados “armadores”, entre ellos el ex intendente de Córdoba por UpC entre 1999 y 2003, Germán Kammerath. Entre los primeros, adquirió relevancia el ex-árbitro de fútbol Héctor Baldassi, quien ganó por amplio margen las elecciones legislativas de 2017.

Tras la victoria en 2015 de Mauricio Macri en la elección presidencial, el PRO cordobés se disputó entre dos subcoaliciones internas, lideradas respectivamente por Pretto y Baldassi. La primera se recostó sobre el sector “político” del PRO nacional, cuyo referente más notorio fue el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. La segunda, en cambio, fue promovida por el Jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña. De este modo, la dirigencia nacional cambiemita, concentrada en los resortes del poder ejecutivo nacional y con predominio claro del PRO sobre el resto de sus socios partidarios, terminó por dificultar la coordinación necesaria para la supervivencia de la alianza Cambiemos ante los comicios por la elección provincial de mayo de 2019. Tanto Macri como Peña apoyaron explícitamente a Mario Negri como candidato a gobernador.

Mestre, por su parte, no declinó su precandidatura y exigió hasta último momento que se celebrasen internas para definir el candidato, lanzando fuertes críticas a la dirigencia nacional de Cambiemos.  La oposición de la mayoría del PRO local a la figura de Baldassi agregó mayor confusión al escenario local, trasladando las divisiones del PRO central al distrito cordobés: Nicolás Massot, diputado nacional y referente del sector de Pretto, apoyó hasta último momento las internas para definir la candidatura del gobernador, a pesar de que la dirigencia nacional se había pronunciado ya por la fórmula Negri-Baldassi. Luego de semanas de negociación, Cambiemos se fracturó y se presentaron dos listas: Negri - Baldassi por Córdoba Cambia y Mestre - Briner por la UCR.

Esta ruptura supuso serios inconvenientes para la coordinación de recursos y esfuerzos en el despliegue de la campaña de las dos listas, no sólo a nivel provincial sino también en cada uno de los comicios municipales que se celebraban en la misma fecha. La candidatura de Negri fue promovida por las estructuras territoriales del otro miembro de Córdoba Cambia, el Frente Cívico y Social, cuyo principal dirigente Luis Juez encabezó la candidatura a la intendencia cordobesa. Además, contó con la tracción electoral de Macri y algunos de sus ministros, que visitaron asiduamente la provincia durante la campaña. Por su parte, Mestre se sostuvo sobre el aparato partidario de la UCR y los recursos disponibles desde la intendencia capitalina.

Ahora bien, el quiebre de la coalición cambiemita no sólo permitió graficar las dificultades para constituir una oposición local a HpC. También echó luz sobre las posiciones internas de cada uno de los competidores, en lo que refiere a apoyo electoral y partidario. Los comicios de mayo señalaron las dificultades de Mestre (h) para consolidarse en el vértice de la coalición dominante del radicalismo, tanto en su proyección provincial como, incluso, en su capacidad para retener el voto radical en la ciudad de Córdoba. Lo primero puede verse en la tabla N°1, en los 11,6 % de los votos obtenidos a nivel provincial, casi la mitad del 18,85% cosechado por Negri. Lo segundo se expresa en la baja performance en la ciudad bajo su gobierno desde 2011: su candidato a intendente quedó en tercer lugar, debajo del candidato de Córdoba Cambia y, como puede observarse en el cuadro N° 3, en el distrito donde a priori poseía mayor ascendencia, habiéndolo gobernado durante ocho años, obtuvo un porcentaje menor a su resultado provincial.

 

Tabla N° 3. Resultados del tramo gobernador, en Ciudad de Córdoba

 

Alianza (Candidato)

Votos

Porcentaje

HpC (Schiaretti)

382.718

51,46

CbaCambia (Negri)

163.197

21,95

UCR (Mestre)

69.533

9,35

Fuente: elaboración propia en base a información del Fuero Electoral de la Provincia de Córdoba

 

Esto último puede explicarse por numerosos factores interrelacionados, y que refieren tanto a la debilidad de Mestre como a la estrategia que siguió Córdoba Cambia. Sería factible imputar el declive electoral de Mestre en su propio bastión a una mala opinión generalizada de su gestión, que se arrastraba desde algunos años atrás. A su vez, es relevante subrayar la gran tracción electoral de la figura presidencial de Cambiemos, que apoyó la candidatura del postulante a la intendencia capitalina por la lista de Córdoba Cambia, Luis Juez, ex-intendente entre 2003 y 2007, que concentra su aparato territorial en la ciudad.

 

De la elección provincial a la nacional

 

La magnitud de los resultados de las elecciones provinciales tuvo efectos inmediatos en todos los actores político-partidarios involucrados en la competencia. En el distrito, se consolidó la gestión de HpC y se cristalizó el predominio de la coalición schiarettista. Ahora bien, también hubo repercusiones sobre el nivel nacional, frente a las elecciones generales de octubre. Allí, la figura de Schiaretti emergió como un posible “árbitro” ante la incertidumbre que caracterizaba al proceso de coordinación de las diversas expresiones peronistas en el país. Se reconocían allí dos campos relativamente diferenciados. Por un lado, el acuerdo entre dirigentes que se había conocido como Alternativa Federal, perfilado en la reunión del propio Juan Schiaretti, Sergio Massa, Juan M. Urtubey y Miguel A. Piccheto en septiembre de 2018, y que postulaba la reunión del peronismo excluyendo a Cristina Fernández. Por el otro, el kirchnerismo en negociaciones con el aparato del PJ en el resto de las provincias. El triunfo de Schiaretti le dio un ascendiente sobre sus socios, y dio fuerza brevemente a una opción peronista sin un eje kirchnerista.

No obstante, la conformación del Frente de Todos (FdT) —entre mayo y junio de 2019, es decir entre la presentación de Alberto Fernández como candidato a presidente con Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta, y la definición de Sergio Massa como primer candidato a diputado nacional de la provincia de Buenos Aires— condicionó la continuidad de Alternativa Federal. La generalizada aceptación que tuvo la nueva fórmula Fernández - Fernández por parte de la mayoría de las dirigencias peronistas provinciales, sobre todo luego de la incorporación del massismo, puso en aprietos la estrategia electoral de Schiaretti ante los comicios nacionales desarrollados entre las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto y las generales de octubre de 2019 donde, además de presidente y vice, se elegían en Córdoba 9 diputados nacionales.

De ese modo, el gobernador de Córdoba y notorio propulsor de Alternativa Federal, se encontró en una compleja situación, comprensible a la luz de las tensiones ocasionadas por el carácter anidado del sistema de partidos argentino. Su base electoral, predominantemente antikirchnerista, desincentivaba cualquier acuerdo con el recientemente creado Frente de Todos, a lo que se sumaba su cercanía a Macri, demostrada en los cuatro años de gestión cambiemita. De este modo, su opción por presentar sólo lista de diputados sin acompañar formalmente ninguna fórmula ejecutiva, que fue conocida como “la boleta corta”, pretendió mantener una posición autónoma desde donde negociar, luego de las elecciones, con el ganador de la compulsa. La lista se conformó con dirigentes cercanos a Schiaretti, referentes del delasotismo e intendentes, ocupando los puestos expectables Carlos Gutiérrez, jefe del bloque de legisladores de UPC y Claudia Martínez, funcionaria provincial y titular del PJ Capital. La prescindencia respecto del apoyo a alguna fórmula presidencial, mantenida explícitamente por Schiaretti durante la campaña, dio lugar a que diversos dirigentes de esa amplia alianza, sosteniendo la boleta corta, implementaran estrategias de soporte más o menos explícito al FdT o a JpC.

El FdT definió su lista de candidatos a diputados en base a los sectores del kirchnerismo mediterráneo que no se habían incorporado a HpC. Allí la inclusión del massismo al Frente tensionó las tratativas para la conformación de las listas dentro de un escenario que ya se caracterizaba por una gran fragmentación, entre organizaciones sociales, sindicales, empresariales, académicas, por un lado, y La Cámpora como nexo local con la dirigencia nacional.  Luego de múltiples conflictos, finalmente los primeros puestos de la boleta de diputados del Frente de Todos se conformaron con el empresario pyme Eduardo Fernández, la diputada en ejercicio Gabriela Estevez (La Cámpora), y el secretario general del Gremio de Comercio provincial, Pablo Chacón (massismo).

Por el lado de Cambiemos, luego de los malos resultados a nivel provincial (que dejaron a la coalición macrista en segundo lugar por una diferencia de 30 puntos), las listas legislativas para octubre de 2019 demostraron el frágil equilibrio de la coalición. Rebautizados como Juntos por el Cambio (JpC), al ser incluido Pichetto en la candidatura a la vicepresidencia, la lista de diputados establecida mediante las PASO reflejó las negociaciones entre las líneas internas del radicalismo enfrentadas a nivel provincial, así como el peso relativo del PRO, a pesar de contar este último con una estructura partidaria bastante reducida.  El primer y tercer lugar fueron ocupados por radicales como Mario Negri, por un lado, y Hugo Romero, un dirigente del sector mestrista, por el otro. El segundo y sexto lugar fueron para el PRO y los asumieron dirigentes del riñón de Pretto: Soher El Sukaria y Adriana Ruarte. El cuarto y quinto lugar los ocuparon referentes de las fuerzas con menor peso, dado su distancia de la dirigencia nacional y su menor presencia territorial: Leonor Martínez Villada (Coalición Cívica) y Luis Juez (Frente Cívico).

 

Tabla N°4 – Resultados elecciones nacionales octubre 2019 en Córdoba, Cargos ejecutivos y legislativos

 

Presidente y vice

Diputados

Fórmulas

%

Partidos / Alianzas

%

Cargos

Macri - Pichetto (JpC)

61,31

JpC

51,3

6

Fernández - Fernández de Kirchner (FdT)

29,31

FdT

22,3

2

 

 

HpC

17,00

1

Lavagna - Urtubey (Consenso Federal)

5,00

Cons. Federal

3,56

 

Del Caño - Del Pla (Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad)

1,65

Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad

2,51

 

Gómez Centurión - Hotton (Frente Nos)

1,40

 

 

 

 

 

Encuentro Vecinal Cordoba

2,01

 

Espert - Rosales (Unite por la Libertad y la Dignidad)

1,33

Unite por la Libertad y la Dignidad

1,28

 

Votos En Blanco

1,83

Votos En Blanco

3,39

 

Votos Nulos

1,10

Votos Nulos

1,75

 

Fuente: Elaboración propia sobre información de la Justicia Nacional Electoral

 

A diferencia del resultado nacional, donde el FdT se impusó con 48, 24% a los 40,28% de JpC, los resultados en las generales de octubre en Córdoba señalaron un rotundo triunfo de JpC sobre el FdT, y una débil performance de la boleta corta de HpC. Los resultados obtenidos por la fórmula cambiemita en octubre, con el 61,3 % de los votos, fueron notables, alcanzando la máxima cantidad de sufragios de esta fuerza en el país. A pesar de que el tramo de diputados tuvo 10 puntos porcentuales menos, logró ingresar 6 de los 9 cargos en competencia. Los factores que permiten comprender este resultado pueden ser varios. En primer lugar, ha sido notable la ascendencia de Macri en el electorado cordobés, visible en un masivo encuentro de apoyo que se organizó en el cierre de campaña.  En segundo lugar, el aparato partidario del radicalismo trabajó de manera coordinada en la campaña. En tercer lugar, la boleta corta de HpC habilitó un voto cruzado que apoyó en parte a la candidatura de Macri.

El Frente de Todos, por su parte, mejoró levemente su performance respecto de años pasados, alcanzando prácticamente los 30 puntos.  En este caso, también, se pudo observar un voto cruzado de la boleta de HpC que apoyó a Fernández. No obstante, esa misma estrategia implicó un menor caudal en sus candidatos legislativos, y que sólo ingresaran dos diputados.

En el tramo legislativo, la polarización entre el FdT y JpC obstaculizó las posibilidades de “la boleta corta” de HpC. Si bien, como vimos, ésta tuvo efectos en los resultados de las dos principales coaliciones en competencia, su actuación en términos particulares fue muy distinta a la de mayo. Alcanzó 16,95% de los votos y pudo ingresar un solo diputado nacional. A pesar de la fuerte territorialización de cara a las elecciones generales, la estructura partidaria no alcanzó para ampliar los resultados. Sin embargo, la boleta corta resultó una táctica válida para cumplir dos objetivos. En primer lugar, asegurar alguna representación legislativa de HpC, sin tensionar su heterogéneo electorado (que, como ya sostuvimos, es posible inferir que se solapa en gran medida con el voto macrista en Córdoba). En segundo lugar, intentar contener a las diversas posiciones internas del partido en lo referente a sus inscripciones y estrategias nacionales.

 

Conclusiones

 

La territorialización de la política argentina, desplegada en las últimas décadas, convierte a las instancias electorales en procesos, antes que eventos puntuales. La potestad del gobernador e intendentes, en el caso cordobés, de definir la fecha de los comicios, suele dar lugar a intervalos de varios meses de duración en que se dirimen los principales cargos ejecutivos de cada jurisdicción, con la concomitante resolución de las listas legislativas. En Córdoba, como hemos visto, el proceso electoral ocupó casi todo el 2019. En este mismo marco de competencia electoral territorializada, con un sistema partidario relativamente fragmentado, los actores político-partidarios establecieron estrategias que debían contemplar cada uno de los distritos en juego. Ello plantea los desafíos y límites del anidamiento del sistema político, que se complejiza aún más si desmontamos la organización partidaria para analizar allí las distintas sub-coaliciones internas en pugna.

En este marco, los resultados de las elecciones en la provincia de Córdoba muestran la consolidación de un fenómeno de personalización del voto que también explica la alta heterogeneidad de los resultados en elecciones coincidentes o separadas por menos de seis meses. Entre uno y otro comicio se cambiaron los principales competidores, y su esquema de acuerdos coyunturales. Eso hizo posible que fuese reelecto el gobernador de una coalición heterogénea con bases peronistas, imponiendo nuevamente su localía, aunque el resto de los candidatos de esa alianza obtuvieron un apoyo relativamente menor en sus cargos. Finalmente, se registró en octubre, en cambio, un apoyo contundente al entonces presidente Mauricio Macri, exponente de la posición antiperonista, que sumó casi dos veces más votos que los obtenidos por la suma de las fórmulas a gobernador de su alianza cinco meses antes.

La situación de las dos fuerzas partidarias mayoritarias en Córdoba ante los actos electorales de mayo y octubre ponen en evidencia, también, las potencialidades y limitaciones de la territorialización y el anidamiento. La oficialista HpC en la provincia logró consolidar su hegemonía local, usufructuando la alta imagen positiva de su líder, el gobernador Schiaretti, y también la ruptura de su principal contrincante, la coalición cambiemita, entre Córdoba Cambia y la UCR. No obstante, en términos de la competencia nacional, HpC no pudo replicar sus guarismos en la elección de diputados con prescindencia de la fórmula presidencial. En ese escenario, la alianza cambiemita recuperó una posición competitiva con la resonante victoria en octubre, debido a la gran aceptación pública de Macri en la provincia. Sin embargo, la derrota de la fórmula Macri-Pichetto introduce incertidumbre sobre la capacidad de los miembros locales de esta alianza para resolver la necesaria coordinación interna que le permita disputar el gobierno en futuras elecciones mediterráneas.

Estos resultados, así como las trayectorias políticas de las fuerzas en competencia, ubicaron entonces a Schiaretti y Macri como las principales referencias del proceso electoral. En el largo plazo, en el predominio de ambas figuras puede subrayarse la persistencia en el electorado cordobés de un voto localista y refractario a la línea política representada por el kirchnerismo a nivel nacional. La trayectoria identitaria de la coalición liderada por De la Sota y Schiaretti dio forma, en los últimos veinte años, a un mensaje público recostado en la tradición más ortodoxa del peronismo, articulada incluso a un principio de lectura neoliberal de los criterios válidos de la gestión pública, que tuvo amplio apoyo en la ciudadanía mediterránea. El profundo arraigo de la propuesta macrista desde 2013, consideramos, es sintomático de esa tendencia relativamente estructural de la política provincial, cuya indagación resta todavía por realizarse sistemáticamente en otras investigaciones.

 

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Recibido: 17/12/2020

Evaluado: 07/05/2021

Versión Final: 04/06/2021

 

 



(*) Doctor en Ciencia Política por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Villa María. Docente en la Universidad Nacional de Villa María. Investigador Adjunto del CONICET. Argentina. Email: juanmreynares@gmail.com ORCID: http://orcid.org/0000-0001-5483-0614

(**) Doctora en Ciencia Política: Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba. Magister en Política y gestión del Desarrollo Local Universidad Nacional de Villa María. Argentina. Email: mtomassini@unvm.edu.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6336-4571