Panorama de la historiografía italiana contemporánea[1]

 

Carlos Norberto C. Gómez[2]

 

Idealismo y Marxismo en Italia: ¿Dos tradiciones historiográficas opuestas?

El presente informe se ha realizado a partir del análisis de una serie de autores italianos (que han sido publicados en castellano), que reflexionan sobre la trayectoria historiográfica de la península desde la segunda posguerra[3]. El informe a su vez pretende sintetizar las principales opiniones de cada uno de los textos consultados y obtener algunas conclusiones útiles para el análisis historiográfico en nuestro país.

La historiografía italiana desde la posguerra hasta la década del setenta, mantuvo una llamativa continuidad. Sin embargo, por diversos motivos, se fue alejando del campo historiográfico internacional. Esta continuidad sin embargo no significa ausencia absoluta de transformaciones, por el contrario, en el transcurso de esos años, ha sufrido (a criterios de sus analistas) una serie de cambios, que si bien, no alteraron significativamente el tratamiento tradicional que los temas históricos habían tenido en la península. Recién a principios de la década del 70 se va a producir una primera y clara ruptura con la historiografía que había hegemonizado los ámbitos académicos italianos desde finales de la segunda guerra mundial, abriendo nuevas perspectivas para el trabajo de los historiadores.

Este panorama historiográfico de los primeros 25 años de la posguerra esta marcado por el “aparente” enfrentamiento entre dos corrientes historiográficas: La Idealista y la Marxista.

La corriente Idealista, que daba continuidad a los postulados historiográficos propuestos por Croce: La historia era analizada como un proceso evolutivo, se estudiaba la acción de los individuos sobre la sociedad y especialmente sobre el Estado (en una concepción muy amplia del Estado) que lleva hacia la historia de los grupos dirigentes y de las elites políticas. Es posible incluir en el análisis el desarrollo económico y social, pero en tanto que éste se encuentre subordinado al accionar político del sector dirigente. La historia es, en general, un relato que permite comprender el presente y proyectar el futuro (en el sentido croceano) lo que la consolidaba como maestra de vida, (dimensión ético política), especialmente en lo político estatal. Entre los representantes más destacados de esta corriente encontramos a Rosario Romeo, Renzo de Felice y Federico Chabod, entre otros.

En tanto la corriente Marxista, no utilizó los postulados del materialismo teórico, como una herramienta de análisis para la investigación historiográfica, sino, como una interpretación totalizadora de la realidad, ya sea en el estudio del pasado, tanto como en el análisis (político) del presente.

Los historiadores marxistas que se contraponían a los idealistas solamente en la opción política realizada en favor del P.C.I. y en la elección de las temáticas a investigar.

Daniela Coli explica esta situación a partir de la renuncia de los autores marxistas a la confrontación metodológica con la historiografía idealista que se produce por una serie de razones: la particular situación político-cultural de Italia al finalizar la segunda guerra mundial; que llevaba a la visión del partido Comunista Italiano (P.C.I.), dirigido por Palmiro Togliatti, que se manifestaba en la idea de impulsar un proyecto cultural para convertir al “...marxismo en heredero de la tradición nacional, capaz de sustituir la hegemonía croceana por la comunista y de reunir a los “gentilianos” y a los “crocianos” en crisis...” (Coli, 1991:54), esto lleva a los historiadores de esta corriente a enfrentarse con una fuerte contradicción:“...la de estar todavía en los esquemas teóricos del idealismo, diferenciándose de ellos, sólo por la elección política...”(Coli, 1991:54).

Esta opción de los marxistas, por los postulados teóricos derivados de la tradición ético-política se fundamenta, también, en la influencia recibida de sus maestros (casi todos ellos provenientes del idealismo y no marxistas), lo que llevaba a los jóvenes de esta tradición a “...una relación substancialmente esquizofrénica con la historia oficial: respeto y acuerdo en el plano metodológico, distinción neta y polémica en el político-ideológico...” (Coli, 1991:54).

En este sentido, otro autor, confirma esta idea al sostener que existe “...una continuidad de un único ciclo, que se define como historicista y que hasta los años 60 no conoció ningún cuestionamiento serio...” (Gallerano, 1991: 102).

Esta continuidad esta dada en la elección de campos de investigación y metodológicos muy uniformes que se reducían a la “...narración tradicional de la historia política en forma cronológica” y a la “historia política como principal hipótesis explicativa de la realidad...” (Gallerano, 1991:100) que se extendió a todos los sectores de la historiografía italiana marcando la existencia de un grupo de”...subculturas políticas, en conflicto entre sí (la católica - la marxista - la liberal democrática)” (Gallerano, 1991: 101).

De tal manera que en Italia, la historia política era considerada como la totalidad de la disciplina, siempre terminaba influyendo en los análisis, aún en aquellos casos, en que los autores pretendían abordar los temas desde otra dimensión.

Gallerano, sostiene también, que la historia política, que ocupaba un lugar central en el panorama científico italiano, y que estaba acompañada por una clara conciencia de la «politicidad» de la historiografía; le permitió al conjunto de la disciplina, conservar el predominio sobre las otras ciencias sociales y mantenerse alejada de la influencia de estas últimas. Aún en desmedro de los fundamentos metodológicos y teóricos de la propia disciplina, que se estancaron en su desarrollo, relegados por el debate político ideológico.

Por lo tanto, afirma, este autor, que el marxismo italiano tuvo una base o fundamento científico débil, ya que entre sus autores predominaba la ideología comunista y no el uso de la herramienta metodológica, que constituye el materialismo histórico.

Las principales diferencias entre el Idealismo y el Marxismo estaban planteadas en la elección de los temas investigados desde cada una de las perspectivas: El Idealismo continuaba con sus tradicionales temas referidos al Estado, que en esta época tuvieron una especial transcendencia en el estudio de los de la unificación italiana (Resurgimiento) a partir de las acciones emprendidas por la clase dirigente; y en los orígenes y desarrollo del fascismo. En tanto el Marxismo, se dedicaba al análisis de los partidos políticos populares (socialista y comunista), de las dirigencias sindicales y de los sectores populares. Por otra parte también estaba vinculado al estudio de las formas de desarrollo capitalista que adoptó Italia durante la unificación; pero desde el punto de vista de las clases subalternas y especialmente de los campesinos. Esta línea de trabajo iniciada por Emilio Sereni y por Antonio Gramsci, fue motivo de un profundo debate con los autores idealistas.

 

Los cambios producidos al interior del marxismo entre 1945 y 1970

Entre 1945 y 1970, la corriente marxista sufre algunos cambios, que si bien son superficiales que le permiten a Renzo De Felice, (un destacado representante del idealismo antimarxista) distinguir 3 etapas diferenciadas entre sí por cambios ideológicos y temáticos:

La primera de estas etapas, es la que se inicia en los primeros años de la posguerra y perdura hasta 1956 aproximadamente. Se identifica con una serie de trabajos de investigación sobre el movimiento obrero y socialista, que en su mayoría son publicadas en la revista “Movimiento operaio”, caracterizadas por el sectarismo ideológico y la influencia de los maestros de origen idealista en lo metodológico. (De Felice 1991: 30) y se incluyen también dentro de esta etapa los trabajos de Sereni y de Gramsci sobre “Il risorgimento”.

Este período de la historiografía marxista se debió a una serie de factores que De Felice resume en los siguientes:

* Los planteos sobre la necesidad de revisión de algunos aspectos metodológicos y de la necesidad de revisar la historia obrera en virtud de la complejidad de la historia nacional y mundial reclamada por algunos importantes referentes de esta tradición como Delio Cantimori.

* Los primeros contactos realizados entre los autores de esta corriente y la historiografía europea; en particular con los historiadores sociales franceses y la escuela de Annales.

* El desencanto de los historiadores marxistas frente a los resultados de la intervención soviética en Hungría.

* y por último la imposibilidad de refutar seriamente los trabajos de crítica realizados por autores provenientes de la historia tradicional o ético- política (en especial los artículos escritos por Rosario Romeo).

La segunda etapa, surgida de los sucesos ocurridos principalmente durante 1956, implicó un cambio en la temática tratada por los historiadores marxistas, que optaron por acercarse al análisis, (podríamos decir ¿“autocrítico” tal vez?), de la historia del P.C.I. (desde sus orígenes) y la historia del movimiento socialista y comunista.

En esta etapa se realizan algunos cambios de carácter metodológico, ya que fueron tomadas en cuenta algunas técnicas (historia serial; uso de la larga duración etc.) y algunas temáticas típicas de la historiografía francesa (sobre todo de Annales) y de la angloamericana.

Como aspectos negativos del período De Felice resalta en primer lugar:

* “...el eclecticismo, realizado cada vez en forma más difusa y radical...” (De Felice 1991: 31), tanto en la selección temática, como en la forma reiterativa del abordaje que hace perder los límites de las diferentes tradiciones (católica y marxista). Esta crítica creemos que proviene del cerrado esquema historiográfico que representa De Felice, que no concibe la posibilidad del intercambio metodológico ni temático.

Esto va acompañado de una serie de causas entremezcladas: “1) La difusa tendencia a evitar las discusiones sobre teorías y métodos; 2) Una especie de también difusa resistencia a tomar en consideración el aporte auxiliar de las Ciencias Sociales y políticas; 3) Una preferencia casi absoluta por los temas de la historia nacional frente a aquellos relativos a la historia de otros países; 4) Una sustancial subvaluación de la importancia de ciertas historias particulares como las de las instituciones, de la religiosidad, de la opinión pública y la de los instrumentos de información, y aún la de los partidos políticos y las organizaciones de intereses (que eran estudiados sólo bajo una perspectiva ideológica y de lucha política); y 5) una progresiva disminución de los estudios y aún del número de investigadores dedicados a disciplinas como la historia militar, la historia colonial, y hasta la historia de las relaciones internacionales” (De Felice 1991: 33-34).

Durante esta etapa aparece la revista “Studi Storici” (1959) que pretendía reunir a los historiadores marxistas, tratando de agruparlos en una “tendencia” que Daniela Coli explica como una “... búsqueda de nuevos campos de indagación y de confrontación con nuevas teorías historiográficas...” (Coli, 1991: 70-71).

La revista, según esta autora, a pesar de no tener un programa explícito trataba, durante esta etapa, de abordar la historia italiana insertándola en la historia europea, valiéndose de los aportes provenientes del extranjero, especialmente de Annales. En contraposición con esta postura Alberto Caracciolo, representante del marxismo opina que “Studi Storici” reunía trabajos de un marxismo entendido como “... tejido conectivo del comunismo... como aura político-ideal-totalizadora, antes que un método...” (Caracciolo, 1991: 77).

Lo que en definitiva, mediante esta importante autocrítica, podemos concluir; que la renovación sólo fue limitada y que no significó un cambio sustancial con respecto al marxismo de la etapa anterior a 1956.

Para De Felice, esta etapa se agota hacia 1968, debido a una crisis profunda de toda la historiografía italiana y especialmente del marxismo.

A partir de esta fecha entonces se entra en una nueva etapa caracterizada por una cada vez más marcada ¨contemporanización¨ de los estudios, con un total menoscabo hacía otras épocas producidas por la hiperpolitización de la cultura italiana después de 1968. Esto llevó hacía: “...un nivel científico, muy modesto en promedio... e investigaciones que aunque esencialmente bien hechas... resultan extremadamente repetitivas; ...incremento y consolidación de los límites (políticos y nacionales) de los que ya adolecía... y por último el aspecto más significativo: la tendencia al eclecticismo... por la irrupción de una serie de teorías y sugerencias psicoanalíticas, antropológicas, sociológicas, etc., ...que alcanzaron a la historiografía...” (De Felice, 1991: 43-45).

Daniela Coli, nos advierte de que existen algunos autores que no pueden ser incluidos dentro de ninguna de las etapas del marxismo, arriba descripta. Entre ellos menciona a Emilio Sereni y Delio Cantimori (incluidos por De Felice en la primera etapa); acompañados por Luigi Dal Pane y Franco Venturi.

Emilio Sereni, abrió paso al estudio del desarrollo económico, especialmente agrario de Italia (aún antes de conocerse los trabajos de Gramsci y desde una perspectiva substancialmente distinta), mediante el análisis de las relaciones existentes entre la estructura y el proceso histórico. Sin embargo, no escapó a la politización general del pensamiento marxista de la época, aunque utilizó al materialismo como una herramienta de análisis en forma más adecuada.

Luigi Dal Pane, es el autor que más firmemente propuso al materialismo histórico como ciencia histórica, superando el carácter la idea de ideología política totalizadora que le asignaba la mayoría de los historiadores marxistas del período. Esta postura lo mantuvo alejado del grupo de autores que pertenecía a esta corriente.

Cantimori pretendió realizar una síntesis entre la metodología historiografía del marxismo y su compromiso político, sin alcanzar totalmente su objetivo, se dedicó a la investigación de temas pocos explorados y marginales como “los grupos utópicos”; alejándose progresivamente del conjunto de historiadores de la corriente, hasta prácticamente abandonar el oficio de historiador.

Franco Venturi, no sólo utilizó al marxismo como una herramienta metodología, y fue un fuerte crítico de la ideología dominante en el partido comunista, sino que también impulsó el estudio de temas de alcance europeo, superando la barrera de la historia nacional que tenía toda la historiografía europea del período de posguerra.

 

La historiografía italiana después de 1970

Algunos autores consideran que la crisis historiográfica y muy especialmente del marxismo de finales de los años sesenta ha llevado a los historiadores italianos a la búsqueda de nuevas alternativas: En algunos casos se han abandonado definitivamente los temas contemporáneos, dirigiéndose hacia otras temáticas relacionadas con épocas más lejanas; otro camino fue girar hacía la historia social, a partir de una mayor apertura hacía la historiografía europea (especialmente francesa e inglesa). Otra salida ha sido intentar la renovación metodológica, mediante el aporte recibido desde otras ciencias sociales como la Antropología y la sociología, tratando de dar mayor base científico - teórica a la profesión de historiador; entre estos intentos se destaca los avances producidos por la microhistoria.

La microhistoria, que ha sido caracterizada como un movimiento específicamente peninsular, con escasas influencias fuera de ese país en un principio. Surgió fundamentalmente un movimiento de reacción a la historiografía tradicional enmarcadas por el idealismo y el marxismo ideologizante que posterior a la segunda guerra.

Esta forma de hacer historia, producto de una importante reflexión teórica y metodológica, se esfuerza en la búsqueda de resultados analíticos, reduciendo bruscamente la escala de análisis y dejando definitivamente de lado la dimensión ético-política que pretendía alcanzar una síntesis totalizadora de la historia nacional.

La microhistoria es un movimiento bastante heterogéneo en la medida que bajo este nombre se reúne a una serie de historiadores dedicados a temáticas diversas y que mediante búsquedas individuales, partieron de la utilización de las historias-caso y de la reducción de la escala del análisis historiográfico, comparten además la idea de recurrir a los presupuestos teóricos y metodológicos de otras ciencias sociales.

Dentro de la microhistoria es posible distinguir dos orientaciones principales: algunos autores han dirigido sus esfuerzos ha captar la dimensión “cultural” de determinados grupos sociales y las relaciones existentes entre las culturas populares y la cultura de la elite. Entre ellos se destaca Carlo Guinzburg (El queso y los gusanos) para lo cual partiendo de una historia-caso reconstruye el mundo cultural de un grupo social específico; recurriendo al auxilio de la Antropología cultural.

La otra vertiente, posee una dimensión “social”, que busca reconstruir las redes sociales de relación, las prácticas sociales y las estrategias de reproducción de un determinado grupo; este es el caso de la obra de Giovanni Levy (La herencia Inmaterial); en este caso el autor recurre al auxilio de la Antropología social y de la Sociología.

Ambas vertientes recurren, como vemos, al análisis de las prácticas sociales y de las estrategias de los grupos, mediante el uso de métodos etnográficos y antropológicos en la particular escala de tiempo y espacio que propone la microhistoria.

Los microhistoriadores, como parte de la renovación metodológica proponen: “...imaginar y experimentar esquemas interpretativos que consisten en volver inteligibles esos procesos. Tanto más cuanto para tal fin, lo socorre la tradición de las Ciencias Sociales; se trata de modificar, adaptar y también inventar procedimientos de análisis, pero no necesariamente de reconstruir todo un recorrido estrecho y cerrado” (Grendi, 1994).

 

Análisis de la vertiente social de la microhistoria a partir del libro de Giovanni Levy “La Herencia Inmaterial”

El libro de Giovanni Levy, La herencia Inmaterial. La historia un exorcista piamontés del siglo XVII, editado en castellano por editorial Nerea en 1990, forma parte de la corriente “social” del análisis microhistórico en la medida que el autor, pretende reconstruir el ambiente social y económico y las estrategias de supervivencia de las familias de un pueblo piamontés (Santena) durante la segunda mitad del siglo XVII; además de desvelar los mecanismos de integración y resistencia de los distintos grupos sociales (que participan legitimando o enfrentando el poder local), en relación a los cambios políticos que suceden en la región al momento de producirse la consolidación de un Estado o moderno en la región.

A lo largo del trabajo el autor recurre a distintos referentes teóricos provenientes de otras Ciencias Sociales, como la sociología, la economía y especialmente la Antropología social. Esto le permite interpretar las fuentes y reconstruir los acontecimientos, las prácticas sociales y las estrategias de los grupos sociales estudiados.

A partir de la “biografía científica”[4] de un sacerdote exorcista del siglo XVII el autor intenta:

1) Reconocer la estructura de la familia no corresidente y las estrategias para enfrentar el futuro.

2) Determinar la capacidad de producción de alimentos y de consumo de los habitantes, lo que determina los niveles de supervivencia y los excedentes producidos por las familias de Santena.

3) Caracterizar el mercado de tierras y las relaciones sociales que determinan distintas conductas en la compra-venta de tierra.

4) Caracterizar cultural y económicamente a los distintos grupos sociales que actúan en la región analizada.

Todo esto en una segunda parte (Cap. 4 y 6) le permite:

1) Determinar la dinámica (prácticas y estrategias) de los distintos sectores sociales de la comunidad local frente a la amenaza externa; representada por la unificación de los Estados saboyanos.

2) Establecer los sistemas de lealtades y de enfrentamientos (redes sociales de relación) que se generan entre los vecinos para cuestionar o legitimar el poder de la nobleza local y regional.

La información de las fuentes se obtiene mediante un minucioso fichaje (de carácter nominativo), lo cual le permite reconstruir los árboles genealógicos de 3 generaciones de un grupo de familias, y las pautas usuales en la transmisión de bienes y en la compra-venta y/o arriendo de tierras que remite a una interpretación de las estrategias familiares; que permite caracterizar a los distintos grupos sociales y las relaciones entre los mismos.

Todo esto es posible mediante el constante auxilio de conceptos provenientes de distintas Ciencias Sociales (Antropología social, Sociología y economía).

En este trabajo se evidencia claramente la reducción del objeto de análisis, tanto en la dimensión temporal (se estudian aproximadamente 50 años) y espacial (al territorio de una aldea, que tiene unos pocos centenares de habitantes) y propone un fuerte fundamento teórico y metodológico para la práctica historiográfica, características fundamentales de este nuevo enfoque microanálitico que se desarrolló en Italia a partir de mediados de la década del 70.

 

Reflexiones finales

La historiografía italiana de la posguerra, salvando todos los defectos teóricos y metodológicos que se han descrito a lo largo del trabajo, nos permite hacer algunas reflexiones que pueden resultar de interés para el estudio de la historiografía de nuestro país.

En primer lugar es necesario resaltar la permanente producción de trabajos de investigación histórica, que no se interrumpió nunca desde la finalización de la guerra, que le dan continuidad a la formación de los profesionales de la disciplina, a pesar de las limitaciones existentes.

En segundo lugar, la madurez demostrada por la dirigencia política y los historiadores de la posguerra con respecto a la tolerancia ideológica, que permitió el desarrollo de fuertes debates sin excluirse o marginar “a priori” los fundamentos expuestos por los adversarios.

En Italia, el debate ideológico, y las voces aisladas que pretendían rescatar una historia científica en el transcurso de 25 años, llevaron a una revisión de las metodologías y marcos teóricos dando lugar a propuestas innovadoras; que los pueden ubicar, nuevamente a la vanguardia de los estudios sociales.

En nuestro país la intolerancia expulsó de las universidades a más de una generación (por lo menos dos) de científicos sociales, cortando las posibilidades de formación de los jóvenes discípulos.

Si a esto le sumamos la escasa producción historiográfica, que además ha tenido importante dificultades para su difusión sumado a la falta de debate sobre la metodología, los fundamentos teóricos y epistemológicos que esta tiene; ha permitido el arraigo y supervivencia de escuelas historiográficas derivadas de las tradiciones del siglo XIX. Los pocos cambios que se han producido, han sido por el esfuerzo aislado de algunos investigadores; que en general, han estado limitados al ámbito académico de las universidades y a un público de especialistas.

Estas breves afirmaciones a manera de hipótesis que estamos sugiriendo, aventuran la existencia en nuestro país de un ¿desarrollo? de la historiografía muy distinto respecto del desarrollo italiano, sin embargo creemos que sería posible encontrar ciertas relaciones que permitan comparar la producción historiográfica de los dos países. Por ahora sólo podemos dejar planteados estas hipótesis, que sería muy interesante desarrollar, en alguna oportunidad, a los fines de poder reflexionar y reconocer nuestros límites profesionales, como el producto de la historia de las producciones historiográficas, para definitivamente replantearnos el rol de los científicos sociales en la sociedad del siglo XXI.

 

Bibliografía

CARACCIOLO, Alberto, (1991). “La historiografía italiana y el marxismo” En: A.A.V.V. La historiografía italiana contemporánea, Biblos.

COLI, Daniela, (1991). “Idealismo y marxismo en la historiografía italiana de los años 50 y 60”, En: A.A.V.V. La historiografía italiana contemporánea, Biblos.

DE FELICE, Renzo (1991) “La historiografía sobre la época contemporánea en Italia después de la segunda guerra mundial” En: A.A.V.V. La historiografía italiana contemporánea, Biblos.

GALLERANO, Nicola (1991) ”¿El fin del caso italiano? La historia política entre “polítización” y “ciencia””, En: A.A.V.V. La historiografía italiana contemporánea, Biblos.

GRENDI, E. (1994) “Repensar la microhistoria”, En Cuaderni Storici, 86. Bologna.

LEVY, Giovanni, (1990) , La Herencia inmaterial.. La historia de un exorcista piamontés del siglo XVII, Nerea.

ROMEO, Rosario, (1995). “La tesis de Gramsci, y el problema del desarrollo del capitalismo” mimeo. Traducción de Martha Rodriguez; extraído de “Risorgimento e capitalismo”. Laterza, Bari, 1978.

SERENI, Emilio, (1980) Capitalismo y mercado nacional, Barcelona, Crítica, 1966 Editori Riuniti, Roma.

VENTURI, Franco, (1981) El populismo Ruso, Madrid, Alianza.

VILLANI, Pasquale (1991) “Los avatares de la historiografía italiana”, En: A.A.V.V. La historiografía italiana contemporánea, Biblos.

 

Notas



[1] Esta es una versión corregida del trabajo presentado como informe final del Seminario de Historiografía Europea y Argentina dictado por Fernando Devoto, en el marco del programa de reconversión para docentes de la UNPA con título superior no universitario: Profesorado Universitario en Historia. UNPA-UACO. 1997.

[2] Profesor de Historia. Egresado del Instituto Superior del Profesorado Nº 3 “Eduardo Laferriere” de Villa Constitución. Especialista en Política Social. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). Docente–Investigador del Departamento Ciencias Sociales (División sociocultural) de la Unidad Académica Caleta Olivia de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. (Pcia. de Santa Cruz).

[3] La mayoría de estos artículos se encuentran publicados en AA.VV. La historiografía Italiana Contemporánea. Biblos. 1991. Con Prólogo de Fernando Devoto. También usamos una serie de traducción de los textos de E. Grendi, R. Romeo, Emilio Sereni, Emilio, Franco Venturi, citados en la Bibliografía.

[4] Tal la denominación que el propio Levy propone para su trabajo.