El Partido de Chivilcoy a través de los primeros censos de la República: fisonomía y maquinarias agrícolas

 

 

Ignacio Andrés Rossi(*)

 

 

Resumen

 

El partido de Chivilcoy se convirtió en un distrito representativo de la economía triguera a fines del siglo XIX, siendo una de las regiones que mejor expresa la expansión de la producción y la maquinaria agrícola. El presente trabajo se propone analizar el perfil de los titulares de maquinaria residentes en el partido de Chivilcoy, así como la extensión y producción de sus hectáreas entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. El análisis se va a realizar mediante un examen de los datos generales reflejados en el Censo Nacional de 1869, el Censo de la Provincia de Buenos Aires de 1881, el Segundo Censo Nacional de 1895 y el Tercer Censo Nacional de 1914 partiendo de la observación de algunos cuarteles del partido extraídos del boletín de agricultura del año 1895. De esta forma pretendemos desarrollar una descripción que nos permita visibilizar la fisonomía de los productores de maíz y trigo en el partido de Chivilcoy para aproximarnos a su importancia productiva como su vitalidad agrícola.

 

Palabras clave: Chivilcoy; censo; maquinaria agrícola; producción; tierras; propietarios.

 

 

The Chivilcoy Party through the first censuses of the Republic: physiognomy and agricultural machinery

 

Abstract

 

The Chivilcoy party became a representative district of the wheat economy at the end of the 19th century, being one of the regions that best expresses the expansion of agricultural production and machinery. The present work intends to analyze the profile of the machinery holders resident in the Chivilcoy party, as well as the extension and production of their hectares between the second half of the 19th century and the beginning of the 20th century. The analysis will be carried out by means of a comparison through the general data reflected in the National Census of 1869, the Census of the Province of Buenos Aires of 1881, the Second National Census of 1895 and the Third National Census of 1914 and of the observation of barracks 1,2,3,4 and 5 of the Chivilcoy party taken from the agriculture bulletin of the year 1895 In this way we intend to develop a description that allows us to make visible the physiognomy of corn and wheat producers in the Chivilcoy party to understand their productive importance as their agricultural vitality.

 

Keywords: Chivilcoy; census; agricultural machinery; production; land; owners.

 

El Partido de Chivilcoy a través de los primeros censos de la República: fisonomía y maquinarias agrícolas

 

1. La fundación del Partido de Chivilcoy

 

La fundación del partido de Chivilcoy en 1845 va a ser fruto de las iniciativas de los pobladores que allí residieron entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, más precisamente en la región de la Guardia de Lujan.[1] La Guardia fue conformada a mediados del siglo XVIII para proteger a los pobladores afincados a unos kilómetros al Norte de la imagen de la Virgen María situándose al Oeste el Río Salado. Para 1782 la Guardia ya presentaba una relevancia agrícola dado que, con unos 500 habitantes, recogía 2050 fanegas de trigo y una cosecha importante de maíz (Barcos, 2007, p. 10). Según el trabajo de Andreucci (2004, p. 65) la Guardia de Luján entre 1785-1837 se había convertido en un importante centro agrícola, lo que fue posible gracias al acelerado crecimiento demográfico, una agricultura cerealera en tierras de escasa ocupación, la abundancia de tierras y el predominio de pequeños labradores. La misma nucleaba los pagos de Monte de Gallegos, Leones, Las Saladas, Salado arriba, Rica, Chivilcoy y otro de denominación desconocida. En una frontera móvil y dinámica, los limites ejidales no solo fueron fijados por el estado español de antaño y las comunidades indígenas, sino por una sociedad que se encontraba en constante configuración.

Diferentes momentos caracterizaron las agudas disputas entre las comunidades indígenas y la sociedad hispana a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, en 1830, cuando ya era claro que en la Guardia se condensaba el poder político, militar y demográfico, se llevó a cabo el trazado del pueblo y ejido de la Guardia de Luján (Barcos, 2011). Además, entre 1820 y 1830 el Estado entregó tierras en usufructo mediante enfiteusis, especialmente en el espacio que abarcaba Chivilcoy, aunque no se dieran en propiedad a razón de que las mismas se encontraban como garantía de la deuda externa contraída con Inglaterra (Andreucchi, 2001; Barcos, 2007). De esta manera se desarrolló una ocupación estable, segura frente a la frontera y un ingreso fiscal firme (Caggiano; García; Paleo; Adam, y Dubarbier, 2012). Este poblamiento al desarrollarse en una zona de frontera generaba un intenso intercambio cultural entre la sociedad bonaerense y la indígena (Caggiano, Soncini, Chaves y Massa: SA). Finalmente, sus límites se demarcaron entre el partido de Navarro y el fortín de Areco (Tosoroni, 2013).

El 29 de diciembre de 1845 se nombraba al primer juez de paz: Lázaro Molina y en ese mismo año se aprobaban las primeras elecciones municipales. La legislación de tierras que se dictó a partir de 1857 autorizaba el fraccionamiento y la venta de tierras fiscales existentes en el partido (Caggiano, 2001, p. 7).[2] Dicha ley establecía la mensura previa y división de lotes, los derechos de preferencia para sus ocupantes y la prohibición de adquirir más de un lote por familia -algo que va a caracterizar la fisonomía territorial del partido durante el resto del siglo XIX y comienzos del XX-. Como consecuencia Chivilcoy se convertía en poco tiempo en uno de los principales centros agrícolas de la provincia siendo su ingreso principal el cultivo de trigo, a lo que luego se sumaron otras actividades (Lázaro, 1941, p. 191).[3] La ocupación de la tierra en grandes extensiones fue un fenómeno de la primera mitad del siglo XIX, aunque solo en relación directa a las políticas estatales (Caggiano, SA, pp. 57-81).

Es bien sabido que entre fines del siglo XVIII y principios del XIX la producción triguera fue complementaria y no contradictoria con la ganadear en los establecimientos de la campaña, así como el crecimiento urbano y demográfico fue acompañado de la producción agrícola en la provincia de Buenos Aires. A partir de 1820 el fomento de la expansión productiva incentivó el establecimiento de nuevos centros poblados con el fin de fijar a los vecinos a la tierra e incentivar la labranza. Así y todo, la importancia agrícola de Chivilcoy debe ser destacada ya que, durante el siglo XIX, especialmente durante la primera mitad, la agricultura no fue una actividad de gran importancia para la campaña. Durante la segunda mitad del siglo XIX Chivilcoy se convirtió en el centro agrícola de la región, en mímesis con la cría de ovinos característica de la vieja Guardia (Barcos, 2010, 21).

En la región oeste de Buenos Aires, donde se encontraban los partidos de Chivilcoy y Mercedes, la economía alcanzó un gran dinamismo durante la primera mitad del siglo XIX gracias a una actividad mixta que se fue diferenciando en la segunda mitad del siglo (Mateo, 1993). Mercedes se orientó a la cría de ovinos y Chivilcoy mantuvo el dinamismo agrícola incentivado por la penetración en tierras fronterizas mediante las enfiteusis otorgadas por el Estado, siendo uno de los partidos donde se adjudicó la mayor cantidad de tierras. El mecanismo de entrega de tierras públicas o privadas a cambio de un canon fue una estrategia dinámica desde la mitad del siglo XIX y contribuyó a que la región consolidara características productivas específicas para la década de 1860. La zona oeste de la provincia de Buenos Aires en aquellos producía más de 1.000 toneladas de trigo y una importante producción pecuaria (Barcos y Martirén, 2019, p. 591). Cabe mencionar los asientos de atahonas tracción a mula para producir harinas que, analizadas en un trabajo de Caggiano (2009), dan cuenta de la dinámica actividad molinera en la campaña de Buenos Aires, especialmente en Chivilcoy, a pesar de la importancia de la harina chilena y uruguaya en aquellos años.

Si consideramos que a mediados de siglo en Chivilcoy existía una población de 5.5000 habitantes repartida en ocho cuarteles, la tierra era explotada por 40 propietarios y 560 arrendatarios en una superficie de siembre calculada en 3.2000 centímetros cúbicos de maíz y 6.290 de trigo, podemos dar cuenta de la creciente importancia del partido en términos agrícolas prácticamente desde su fundación. Además, se estimaba que Chivilcoy enviaba a otros partidos 80.000 fanegas de trigo y compraba más de $2.000.000 en mercaderías de la capital, lo que refleja una prosperidad que avanzaba con el aumento demográfico (Barcos, 2010, p. 55).

 

2. La producción agrícola de Chivilcoy: un recorrido censal entre el trigo y las maquinarias

 

Cabe destacar que desde 1840 la región consolidaba un gran desarrollo que finalmente fue vinculado a la fundación del partido y su núcleo urbano en 1854. En la década de 1840 la caída de los precios de la mayoría de los subproductos de la ganadería en confluencia con la suba de los precios del trigo comenzó a producir un impacto profundo a nivel local en la producción triguera y cerealera (Andreuchi, 2009, pp. 117-118). Como lo sostiene Barcos (2019, p. 13) se puede inferir que entre 1850-60 Chivilcoy es testimonio de una creciente producción de cultivos de trigo en el que el ferrocarril, como factor de abaratamiento de los fletes y dinamizador de los circuitos de comercialización, fue fundamental. Sin embargo y como veremos más adelante, debe considerarse que la ganadería ovina no se vio menos beneficiada, de hecho, esta presentó un mejor costo de oportunidad, algo que fue más latente en décadas posteriores.

El Censo Nacional de 1895 nos permite observar el perfil de los chacareros en aquellos años a través de las cédulas censales del boletín de agricultura correspondiente a la sección económica social del mismo. En dichas cédulas pueden observarse 28 celdas descriptivas que incluyen diferentes aspectos de los pobladores, desde la nómina del propietario o poseedor de la quinta o chacra en la que se caracteriza el tipo de explotación que corresponde (propietario, arrendatario o mandatario), la extensión de la misma -expresada en cuadras-, si posee árboles frutales, árboles forestales, plantas de adorno o jardín, si cultiva trigo, maíz, lino, cebada, papas, porotos, habas, lentejas, chicharas, batatas, mandioca, viña, maní, caña de azúcar, tabaco, algodón, legumbres, alfalfa, u otras plantas que no se incluyan; si se posee arados, segadoras, rastrillos, trilladoras a vapor (recién en este censo se especifica el tipo de máquina),[4] máquinas a vapor, máquinas a agua o bombas molidas por el viento.[5]

Si se observa algunas de las características de los titulares de maquinaria agrícola pueden extraerse algunas reflexiones al respecto. Aquellos son en mayor número arrendatarios de extensiones explotadas y en menor proporción medianeros. En un término medio se encuentran los propietarios -aproximadamente en cada cédula censal, que registran entre unas 10 y quince familias, se cuentan una proporción relevante a 30 arrendatarios, 15 propietarios y 3 medianeros-. Con respecto a las maquinarias agrícolas, en primer lugar, se cuentan las trilladoras -en un promedio de 1 a 3-, luego los rastrillos -de 1 a 2-, las segadoras -de 1 a 3- y finalmente los arados - de 1 a 3-. Lo que a la sazón no es extraño, si consideramos que el Censo Nacional de 1869 que conto un total de 14.232 habitantes, se mencionaban ya profesiones como molineros, confiteros, fideeros y panaderos. Además, en el Censo de 1895 se mencionan solo dos molinos, sin embargo, los avances tecnológicos del sistema de cilindros o austrohúngaro y el sistema mixto en las atahonas fueron la norma en estos años.[6]

Como es de esperarse y según hemos referenciado las características trigueras de Chivilcoy, donde la mayor parte de la proporción de tierra cultivada corresponde al trigo y el maíz, en este censo el promedio de cultivo del mismo es de entre un 20 a 60 %. Por otra parte, las legumbres sólo constituyen una mínima medida en relación al trigo y el maíz y, por último, prácticamente no figuran el resto de las descripciones (mencionadas más arriba) en las cédulas analizadas, es decir, son prácticamente nulas (Caggiano, 2009, p. 24). Tampoco resulta extraño, si se considera que a fines del siglo XIX existía una dinámica producción de arados, rastras y utensilios así como otros productos de uso agrícola en pequeños talleres como molinos, calderas, tinas, etc., en varias localidades, incluyendo Chivilcoy y destinada a abastecer a la floreciente producción en el sur de la provincia de Buenos Aires (Bill, 2009, pp. 24-25).

Seguramente el perfil agrícola chivilcoyense de fines de siglo tenga relación los progresos introducidos con el ferrocarril en la producción y comercialización. Fue tanto así, en el Censo Nacional de 1869 se describía la zona norte de Buenos Aires -en la cual se encuentra la región de Luján, Chivilcoy y alrededores- como el terreno más económico y adaptable del mundo dada su horizontalidad para la plantación y explotación de ferrocarriles.[7] La llegada del ferrocarril y su consecuente abaratamiento de fletes y vitalidad inyectada a los circuitos de comercialización, desde 1866, produjo un nuevo salto en el área de siembra, aunque el crecimiento no se mostró lineal como en otras provincias, por ejemplo en Santa Fe.[8] Al respecto, Barcos y Martirén (2019) suponen que el ferrocarril, al haber beneficiado más a la ganadería ovina, como contracara produjo un freno al crecimiento en la agricultura, aunque los contemporáneos mencionaban a Chivilcoy como el más importante centro agrícola de la región (Schvarzer y Gómez, 2006).

Sin embargo, cabe mencionar que hasta que se otorgaran las tierras al costado del ferrocarril, el ejido fue el principal espacio disputado dado que abarataba, mientras tanto, los costos de transporte además de ser una oportunidad para aventurarse a exportar la producción más allá de los limites conocidos (Barcos, 2010). Además, deben mencionarse las modificaciones ejidales producidas con la introducción de maquinarias para el tratamiento del cereal y los molinos a vapor desde en aquellos años. Por ejemplo, el reemplazo de la guadaña por la hoz en el proceso de la siega no fue menos importante, en definitiva, cambios que acompañaron al ferrocarril.

De forma que se consideraba la producción agropecuaria como la más significativa y se califica a la producción agrícola de naciente y precaria en su desarrollo. Las causas de esta precariedad se argumentaban en las facilidades que el terreno ofrecía para el pastoreo, la escasez de población activa en aquellos años (un componente vital para la agricultura) -recordemos que el impulso inmigratorio encontraría su mayor auge a fines del siglo XIX-, y el elevado valor de los jornales. Además, a fines de los 60 el auge de la “fiebre lanar” en el oeste de la provincia modificada en gran medida la producción agraria de Buenos Aires (Barsky y Djenderedjian, 2003). Desde el impulso conseguido a partir de la segunda mitad de siglo y hasta la gran expansión de 1880, sobre todo en Mercedes, la agricultura fue practicada en las modalidades de ejido y campo explotadas por medieros, arrendatarios y propietarios que utilizaban mano de obra familiar y asalariada (Vitalone, 1993, p. 42). En Mercedes, la agricultura tradicional en el ejido y la ganadería en las estancias contribuyeron a aumentar la presión por tierras en un partido en el que las mismas se encontraban prácticamente ocupadas a mitad de siglo, lo que en última instancia produjo un encarecimiento del factor combinándose con el crecimiento poblacional. Esta necesidad de tierras condujo a un avance de la frontera llegando a Chivilcoy donde se incentivó, además de la producción ovina, una agricultura a campo abierto que contribuyó al importante perfil agrícola que el partido tendría (Sábato, 1989).

Según la información censal Chivilcoy arrojaba una población de 6.000 habitantes en el año 1854, algo relativamente escaso en comparación a los 9.116 de Luján en el mismo año y de los cuales aproximadamente 2.500 eran varones de 21 a 40.[9] Así, es posible dar cuenta de que la actividad agrícola en la zona de Chivilcoy se encontraba en ciernes en aquellos años y no solo se veía estadísticamente reflejado en el Censo Nacional de 1869, sino que también puede atribuirse tal hecho a su reciente fundación y a la política de enfiteusis que se desarrollaba recientemente en aquellos años. Aunque también es importante resaltar el perfil social de los propietarios dado que, el 91% de los individuos que accedían a la propiedad tenían entre 18 y 60 años y más de la mitad entre 31 y 50 años, con una cantidad considerable de extranjeros- en su mayoría italianos- ya que de ese 91 % un 52% eran argentinos y el 48% restante no. De esos propietarios la mitad eran labradores o ganaderos, representando un grupo privilegiado dentro del ejido, algunos asentados desde comienzos de siglo y otros recientemente arribados que pudieron establecer lazos familiares. Estos, no eran poseedores de grandes extensiones de tierras, sino más bien de superficies medias en la que un 37% de jornaleros y peones tenía una importante participación (Barcos, 2010, p. 183).[10]

 

3. Un crecimiento discontinuo

 

Como lo sostiene Julio Djenderedjian (2014) entre 1865 y 1878 se produjeron los primeros avances de la agricultura especializada sobre áreas de frontera generalizándose el uso de la segadora. Además, a partir de 1871 se crea el Departamento Nacional de Agricultura (convertido en Ministerio en 1899) dedicado al fomento del adelanto agrícola y hacia fines de aquella década el país abandonaba la importación de harinas marcando el éxito de la expansión agraria que exportaba crecientes cantidades de trigo y derivados industrializados. A partir de entonces, la institucionalidad en el área agrícola desde el Estado iría mostrando un desarrollo en aras de la pequeña y mediana explotación agrícola en complemento con el accionar privado.

Hasta aproximadamente 1880, en Buenos Aires se mantuvo un mercado de tierras limitado, como consecuencia de la escasez de la población, la impracticable explotación agrícola en zonas alejadas de los centros urbanos, la falta de seguridad en las zonas fronterizas, los costos de transportes y la superioridad de las transacciones de tierras públicas en comparación con las transacciones privadas (Banzato, 2001). Pero a partir de 1880 el mercado de tierras comenzaba a consolidarse, y con esto el perfil agrícola de Chivilcoy se hacían visibles los signos de fortalecimiento productivo. Con lo cual no puede dejar de mencionarse que a partir de 1881 se llevaron proyectos de ensanche de ejidos mediante expropiación en la provincia de Buenos Aires desde la gobernación de Dardo Rocha (1881-1884), lo que quizás se relacionaba con los magros resultados de la producción agrícola frente a la ovina como sucedía en Chivilcoy, entre otras.

En aquellos años, una de las discusiones entre las elites políticas era entre quienes consideraban que debía limitarse la compra o tenencia de una sola chacra por individuo y quienes no, bajo el argumento de asegurar la producción y que esta no necesite redirigirse a la ganadería. Es decir, mas allá de la particularidad de cada zona se discutía el problema de la subdivisión de la tierra para entregarla en propiedad, así como la correcta escala productiva para un mejor rendimiento. Por otra parte, los contrarios a limitar a compra decían que esta medida destinaba a la subsistencia a los agricultores. Finalmente se resolvió la prohibición de más de una unidad, aunque se eximió de la expropiación a los propietarios con superficies menores a las 80ha siempre que se dedicaran a la agricultura. Muchos partidos finalmente ensancharon sus ejidos solares en esta etapa, Chivilcoy entre ellos, pero también los que ni siquiera cumplían con las cuatro leguas reglamentarias que se debían dedicar a la labranza.[11] Además, en casi todos los partidos la población aumentaba desde la última década, lo que se traducía en una presión poblacional de la que se entendía que actuaba como causa de la ralentización de la agricultura (Barcos, 2019, p. 25) Por otra parte, la creciente inmigración europea entre el Censo Nacional de 1869 y el Censo de la Provincia de Buenos Aires de 1881 (calculada en un 25% de la población para el último censo) era articulada con los crecientes desplazamientos hacia zonas rurales como potencial mano de obra del campo (agricultores o jornaleros) que se componía por una franja etaria de entre 21 y 40 años.

Por su parte, los datos de las cédulas correspondientes al Censo provincial de 1881 -en donde se considerada a la zona norte como una región “muy rica”- (Provincia de Buenos Aires, 1881, pp. 306-318) en su sección de agricultura, reflejan que Chivilcoy poseía en aquellos años una cantidad de 1356 arados -en una división total de 4 cuarteles urbanos y 13 rurales donde se arrojaba un total de 8 mil habitantes y un total de 40677 hect. de chacras-, siendo una de las regiones del norte más voluptuosas en este aspecto (Matteo, 1999, p. 150). Por otro lado, las segadoras se contaban en un total de 83, los rastrillos en 12, las trilladoras en 2 y por el contrario puede observarse que no figuraban norias, ni máquinas movidas por el viento. Y con respecto a los cultivos, la región norte encabezaba la lista en la producción de trigo y de maíz con un total de 60.862 y 76.549 hectáreas, correspondientes al primero y al segundo (Provincia de Buenos Aires, 1881, p. LXX).

Cabe mencionar que en el Censo de la Provincia de Buenos Aires de 1881 no se mencionan atahonas para la obtención de harinas (recién aparecen en una ordenanza municipal de 1883), pero si cuatro molinos a vapor y otros establecimientos comerciales (Caggiano, 2009, p. 20). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el crecimiento agrícola de Chivilcoy no era lineal, pues la extensión de cultivos cerealeros declarada en 1881 fue de 10.000 ha, un número modesto para uno de los principales polos agrícolas de Buenos Aires. Además, esta idea se acentúa más si consideramos que la actividad ganadera, sobre todo ovina, ocupaba a 1.400.000 ovinos: el doble de la declarada en 1862 (Barcos y Maritén, 2019, p. 596). En comparación a la información del censo precedente, puede verse reflejado no solo el abrupto incremento de población en menos de una veintena de años, sino que -a pesar de no poseer datos específicos de cada cuartel- puede observarse un notable incremento de arados. De modo que puede afirmarse que la tierra cultivable se ha incrementado de un censo a otro de forma notoria.

Por su parte, las segadoras estaban en incremento en aquel entonces, aunque en menor proporción si se las compara con los arados. Las trilladoras, por su parte, prácticamente eran nulas, por lo que se puede deducir que la trillada aún se llevaba a cabo mediante técnicas no mecanizadas. Es por ello que debe tenerse en cuenta que los polos cerealeros desde 1880 comenzaron un declive relativo como causa de la competencia de la ganadería ovina en lanas, lo que, a su vez desembocó en un incremento de los precios de la tierra (Sábato, 1989). En este contexto, para una actividad agrícola que se desarrollaba en los ejidos, con mano de obra mayoritariamente familiar y en unidades no mayores a las 60ha, “la pequeña escala productiva, el costo de transporte y la competencia extranjera fueron factores que minaron las oportunidades de los labradores (Barcos, 2019, p. 3). Así, las mejores técnicas de la agricultura quedaron limitadas como consecuencia de este retroceso a las que se realizaban a campo abierto y en sementeras de trigo, de forma que estos avances no incidieron en avances técnicos homólogos a los de la ganadería (Djenderedjian, 2008, p. 35). Puede asegurarse que “para 1881 no solo la agricultura triguera santafesina ya se posicionaba en general para desplazar a Buenos Aires, sino que distritos anteriormente destacados como Chivilcoy contaban con menores niveles de inversión en maquinaria y en producción relativa que los centros agrícolas santafesinos” (Barcos y Martirén, 2017, p. 590).

En resumen, entre 1881 y 1888 la agricultura en Buenos Aires, especialmente la del maíz, pasó de tener 101.000 ha a 5000.000ha, donde los cambios técnicos funcionaron como un componente principal para este incremento. La incorporación de genética de origen británico en las razas vacunas y la extensión del espacio fueron algunas características de este proceso. Además, como lo sostiene Barros (2019) “es probable que la agricultura maicera era más simple que la triguera” (p. 35) y, aunque esta dinámica ascendente haya sido interrumpida a partir de 1895, el crecimiento posterior de la siembra siguió siendo importante gracias al ensanche de los ejidos, una agricultura en disminución y un contexto internacional de precios y transportes favorables.

 

4. Chivilcoy entre finales del siglo XIX y principios del XX

 

Los datos generales del Censo Nacional de 1895 exhiben que la población total de Chivilcoy había incrementado solo unos guarismos en relación a censo de 1881. Los propietarios se contaban en una cantidad de 717, los arrendatarios en 730 y los medianeros en 140 (Argentina, 1895, p. 98). Resulta llamativo el paralelismo observado en los datos específicos de los cuarteles del partido (sobre todo el 1, 2, 3, 4 Y 5) en los que se observa que las superficies cultivadas estaban en su mayor proporción en manos de arrendatarios. Pero eso no resulta lo más relevante si se observa que el número de arrendatarios iguala prácticamente al de propietarios cuando se observan los datos generales del Censo Nacional de 1895. Es posible que estos datos reflejen una división de la tierra más equitativa en el partido de Chivilcoy, de modo que existieran superficies cultivadas tanto por privados, como por arrendatarios en una similar proporción latifundista no tan desigual.[12]

Por su parte, los medianeros aún representaban un mínimo guarismo -140 en el censo general-. Con respecto a la producción por hectáreas, los datos del Censo Nacional de 1895 quizás confirman lo que ya hemos señalado según los cuarteles tratados. Es decir, el cultivo de maíz y trigo que resultan mayores en una proporción aplastante al resto de los cereales como el lino y la cebada.[13] Por otra parte, la maquinaria agrícola en Chivilcoy según el Censo Nacional de 1895 aumenta, algo que ya hemos podido advertir en el Censo de la Provincia de Buenos Aires de 1881: se trata de la difusión del arado en los cultivos (unos 3.429 arados para 1895). Además de incrementarse su uso en Chivilcoy puede observarse que el partido encabeza la lista frente al resto de los partidos en la posesión de los mismos, algo que confirma aún más el perfil triguero de partido (Andreuchi, 2009, p. 123).

Por otra parte, y con respecto a la maquinaria agrícola, debe mencionarse que la producción local de arados, rastras y otras herramientas de fácil fabricación se encontraba en crecimiento desde 1870 a pesar de la competencia extranjera, siendo Chivilcoy, Paraná, Esperanza y Capital algunos de los centros de producción (Bill, 2009, p. 24). Al respecto, es necesario considerar que a partir de 1895 la región pampeana vivió una gran expansión de los cultivos y la incorporación de maquinaria agrícola que como consecuencia permitió el ahorro de mano de obra y extendió la producción de enormes hectáreas. A partir de entonces, la mecanización extensiva con la introducción de todos los instrumentos para la tracción animal y la aparición de la cortatrilla facilitaron el aumento del área cultivada durante las primeras décadas del siglo XX (Bearzotti de Nocetti, 1983; Volkind, 2008). La importación de maquinarias de Inglaterra y EE. UU develan la dependencia del factor tecnológico en una industria inexistente en nuestro país, sin embargo, el aprovechamiento de las condiciones naturales y la mecanización con la importación estimularon posteriormente la industria nacional provocando el surgimiento de la producción de maquinaria agrícola no solo para lograr un uso eficiente sino para introducir adaptaciones. Las zonas de Chivilcoy y alrededores no quedaron exentas de la instalación de las primeras fábricas de maquinarias agrícolas (Rougier, 2006; Moltoni y Masiá, 2012).

Con respecto a las segadoras, las mismas se contaban en una cantidad de 938, los rastrillos en 700 y las trilladoras 166. De forma que el número de trilladoras y segadoras se encontraban en alza en comparación al Censo de la Provincia de Buenos Aires de 1881, algo que ya hemos visto reflejado en el perfil de los titulares de maquinaria agrícola correspondiente a los cuarteles analizados en el Censo Nacional de 1895. Evidentemente, las maquinas trilladoras -que fundamentalmente funcionaban a vapor- comenzaban a adquirirse en mayor medida a fines de siglo. Los datos del Censo Nacional de 1895 indican que no existieron marcadas diferencias entre el número de arados que adquirieron los productores, ya sea que se trate de propietarios de las chacras o arrendatarios (aunque un análisis riguroso advertiría que los propietarios se encontraban por encima de los arrendatarios en la posesión de dichas máquinas en un número poco significativo) (Volkind, 2011). Es por ello que Volkind (2014) afirma que: “la principal disparidad en el acceso a la maquinaria agrícola se evidencia en la posesión de las segadoras (segadoras, atadoras, espigadoras), uno de los implementos más costosos (exceptuando la trilladora y su motor) que se requería para la cosecha de trigo y lino.” (p. 9).

De hecho, los datos censales en Chivilcoy indican que los propietarios poseían aproximadamente una segadora cada dos explotaciones, mientras que los arrendatarios y medieros contaban con una máquina cada 3 o 4 explotaciones, según sea el caso, siendo la posesión de estas máquinas menor para los últimos (Argentina, 1895, p. 98).

Al respecto, parece haber un relativo consenso en que la causa fundamental de la mecanización pudo haber sido la carestía de mano de obra (Cortés Conde, 1979; Pucciarelli, 1986). Antes de la incorporación de la trilladora, la trilla se realizaba a “pata de yegua” como método de separar la semilla de la paja, un defectuoso método que era considerado para 1895 una rareza frente a la mecanización. De todas formas, la mecanización más que suplantar la cosecha manual permitió la expansión de la misma con la creciente demanda del mercado mundial. Todo a pesar del retroceso en los antiguos polos trigueros como Chivilcoy desde 1880, como causa de los menores niveles de inversión en maquinarias en comparación al polo santafesino (Sartelli, 1995; Djenderedjian, 2008).

Desde 1880 el proceso de consolidación de los centros agrícolas, entre ellos Chivilcoy, sentó las bases del futuro para la región productora de cereales en la pampa. La producción sobrepasó las colocaciones en los mercados locales e ingresó en el transatlántico exitosamente dando un lugar privilegiado a la Argentina como exportadora de granos en el mundo, especialmente de trigo. La combinación de un factor abundante como la tierra, con otros de menor envergadura como el capital y el trabajo, lograron dar impulso a un modelo agrícola de la mano de los progresos técnicos implementados como las trilladoras mecánicas que impactaron en la cosecha y la calidad del trigo (Martirén y Raye, 2013, p. 211). A esto contribuyeron el amplio crecimiento demográfico en el último cuarto del siglo XIX, la centralización institucional del Estado mediante una elite política que a pesar de los diferentes signos partidarios compartía el futuro del “progreso”.

El Censo Nacional de 1914 data de una extensión de 184.699 hectáreas de extensión en tierras cultivadas en Chivilcoy (Argentina, 1914, p. 10). Puede observarse que en comparación a los datos analizados precedentemente el número tuvo un alza significativa -de hecho, más del triple según el censo de 1895-. El destino de las explotaciones agrícolas seguía concentrándose en la producción cerealera de Chivilcoy y también seguía destacándose la significativa división de la tierra ya que aquellas explotaciones se llevaban a cabo en parcelas de entre 25 a 500 hectáreas (Argentina, 1914, p. 99). En cuanto a la maquinaria, puede observarse el incremento de la misma en comparación no solo con los datos expuestos a través del Censo Nacional de 1895, sino en general ya que se datan unos 4.740 arados, 315 segadoras, 615 segadoras atadoras, y un pequeño retroceso en la cantidad de trilladoras en relación a la década anterior, las cuales se cuentan en una cantidad de 85. Sin embargo, este último dato pudo deberse a la aparición de otras maquinarias como quebradoras, las cuales incrementaron en una cantidad de 256.

Además, pueden observarse el conteo de múltiples clasificaciones como automóviles, bombas, norias, malacates, carros, carretas, coches, cosechadoras –aunque solo se daten en un promedio de 3 para el partido-[14] desgranadoras, espigadoras, máquinas para cortar pasto, máquinas para esquilar, molinos a viento, pozos surgentes y semisurgentes, prensa para enfardar, quebradoras, rastras, rastrillos para caballos, rodillos y sembradoras. Esta multiplicidad de maquinarias refleja no solo una mecanización y división del trabajo del campo entre fines del siglo XIX y principios del XX,[15] sino que particularmente el partido de Chivilcoy va a ser uno de los líderes de este proceso, a la vez que surgían otros partidos en medio de este impulso agrícola como Coronel Dorrego, Caseros, Chacabuco, Chascomús, Juárez, Guaminí, Junín, Laprida, La Madrid, Lincoln y Lobería (Caggiano, 2009, p. 55; Caggiano, M. A., SA, p. 598).

En palabras de Volkind (2014) puede observarse que:

 

Los datos del Segundo Censo de la República Argentina señalan que el área sembrada en los partidos del norte maicero abarcaba, en promedio, el 15% de la tierra disponible mientras que en el sur (zona que posteriormente se caracterizó por la producción triguera) no alcazaba al 5%. Esta situación se iría transformando con el paso de los años y hacia 1914 la superficie destinada a los principales cultivos llegó al 55% y al 30% respectivamente en ambas áreas. (p. 4)

 

Huelga decir que desde comienzos del siglo se desarrollaban una serie de procesos innovadores que involucraban a la producción de la maquinaria agrícola. Al respecto, puede mencionarse la primera fábrica de maquinaria agrícola nacional situada en colonia Esperanza -provincia de Santa Fe-, la cual fabricaba el primer arado nacional en aquellos años. En Tres Arroyos se iniciaba la reparación de maquinarias trilladoras y motores a vapor, y en 1903 en la misma región se creaba un nuevo prototipo de trilladora y se impulsaba la producción de carros. También en aquella región surgía la primera cosechadora argentina de remolque para tiro animal (Moltoni, 2012, p. 6). En definitiva, una radiografía del perfil agrícola chivicoyense y alrededores.

 

Reflexiones finales

 

Hacia fines del siglo XIX una gran expansión agrícola comenzaba a tomar gran impulso en la provincia de Buenos Aires que la convertía en la principal exportadora de granos a comienzos del siglo XX. Este proceso fue posible gracias a la incorporación a la producción de millones de hectáreas, junto con la introducción de maquinarias y la llegada de miles de inmigrantes, procesos que pudimos ver reflejados sobre todo en los últimos datos censales. En este marco, Chivilcoy fue un partido representativo de la realidad que describimos. Más allá de que la gran mecanización agrícola que se producía en aquellos años provenía de mercados de punta como Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos; los talleres familiares de reparaciones y las adaptaciones a las particulares condiciones de la tierra local produjeron, aunque modestas, importantes innovaciones y dinamismo a la industria de maquinaria agropecuaria.

Hemos podido observar que el partido de Chivilcoy fue un prototipo de producción cerealera desde su fundación -y posiblemente desde mucho antes-, pero, además, la particular división de la tierra en extensiones no tan latifundistas colocaba a los titulares de las maquinarias agrícolas en una similitud de condiciones entre propietarios y arrendatarios (al menos en referencia a la capacidad productiva). Aunque los primeros, no tan significativamente tuviesen una proporción mayor de dichas maquinarias, los arrendatarios poseyeron un notorio perfil productivo que se mantuvo no muy por debajo de los propietarios. Los datos censales analizados nos han reflejado el proceso de impulso agrícola que se desarrollaba en Buenos Aires desde la segunda mitad del siglo XIX, del cual Chivilcoy fue un modelo excepcional, aunque en la palestra comenzaban a experimentar el auge otros partidos, en medio de una mayor variedad de maquinarias reflejadas en el censo de 1914.

 

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Recibido: 08/09/2019

Evaluado: 13/12/2019

Versión Final: 09/02/2020

 

 



(*) Profesor de Educación Secundaria en Historia (Instituto Superior de Formación Docente Nº 29, Merlo); Licenciado en Historia (Universidad Nacional de Lujan); Maestrando en Historia Contemporánea (Universidad Nacional General Sarmiento). Argentina. E-mail: ignacio.a.rossi@gmail.com ; ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3870-1630

[1] El partido, en sus orígenes, fue dividido en dos sectores. Por un lado, el cuartel 11 con 669 habitantes, el 3 con 715, el 4 con 736, la mitad del 5 con 279, el 6 con 475 y el 7 con 653 (un total de 3.426 habitantes). Por otro lado, el cuartel 2 con 632 habitantes, la mitad del 5 con 279, el 6 con 475 y el 7 con 653 (2.039 habitantes).

 [2] El territorio reconocido como Chivilcoy fue parcelado entre 1825 y 1829 y arrendado por enfiteutas a chacareros hasta que en 1857 ante se sanciona la Ley de Tierras que habilitaba la compra. Dicha ley nacía como producto de una movilización de más de trescientos labradores arrendatarios que enviaron a la legislatura porteña un petitorio solicitando el fin del pago de los arrendamientos por enfiteusis y exigiendo la venta de las tierras públicas. Desde aquel entonces la explotación agrícola ya era un factor importante señalado por los agrimensores de la época. Puede verse el caso particular de la Estancia López (Caggiano, 2010; Caggiano, sa).

[3] Por ejemplo, la esquila de rebaños en el partido de Chivilcoy movilizaba, promediando el siglo XIX, a gran cantidad de trabajadores en conjuntos llamados “comparsas”. Sin embargo la producción triguera mostraba su importancia desde los primeros años de la fundación del partido. Es tanto así que en 1858 los vecinos de Chivilcoy elevaban una carta al gobernador Valentín Alsina solicitando la protección de la producción de harina local contra las importadas de América septentrional (Caggiano, 2006, p. 451-461; Caggiano, sa y Volkind, 2015, p. 122).

[4] En 1855 era introducida en la región la primer maquina trilladora y desde aquel entonces se importaron algunas más al interior de la provincia. Se trataba de máquinas movidas a sangre y reemplazaban el trabajo de 40 hombres. Chivilcoy fue uno de los primeros partidos en conocer estas máquinas y naturalmente produjo malestares en los trabajadores del campo. De todas formas, a mitades del siglo XIX aún se trataba de casos puntuales. Para 1888 Chivilcoy poseía 60 trilladoras tiradas por energía inanimada (lo cual era una novedad en aquel entonces) siendo una de las regiones con mayor cantidad (Volkind, 2015, pp. 125-150).

[5] AGN. Sala X, Parte especial del 2ª Censo Nacional, Sección económico social. Boletín de agricultura. Mayo de 1895. Cuartel 1 al 5.

[6] Para ver la introducción de estos avances tecnológicos en la producción de harina véase (Caggiano, 2009, p. 24).

[7] En 1866 con el arribo del ferrocarril Chivilcoy ya apuntaba varios signos de progreso decimonónico. Es decir, unos 100 almacenes en la región, 10 atahonas, 21 billares, 2 boticas, 3 peluquerías, 14 carpinterías, etc., eran signos del avance del pueblo. Entre 1866 y 1869 (año del censo), la población había ascendido a 14.232 habitantes (Caggiano, SA).

[8] Según el Registro Estadístico de la República Argentina los partidos del oeste presentan un leve descenso en su extracción de trigo en 1870: se pasa de 15.974 toneladas en 1872 a 5.543 en 1873 y repunta a 13.725 en 1874 (Barcos y Martirén, 2019, p. 595).

[9] Sin embargo, es importante destacar el abrupto crecimiento de habitantes en el partido de Chivilcoy que, entre 1836 y 1854, había crecido un 24, 2%. (Argentina, 1872).

[10] Como lo señala la misma autora, en una escala social más baja se encontraban comerciantes y profesionales ligados a instituciones de poder local y los dueños de industrias rurales (Barcos, 2010, p. 188).

[11] Se calcula que Chivilcoy tenía un 24% de las tierras de chacras ocupadas con trigo y maíz y aunque más allá de buena parte de las mismas estaba destinada al barbecho resulta un porcentaje reducido considerando el histórico peso de la zona en el oeste de Buenos Aires.

[12] Aunque las conclusiones de Andreuchi al respecto afirman que los resultados fueron exiguos en cuanto al reparto de tierras desde la fundación del partido (Andreuchi, 2009).

[13] Trigo: 31.704, maíz: 53.039, cebada:402 y centeno: 104. (Andreuchi, 2009: 122).

[14] Se trata del auge de la “cosechadora australiana”. Aunque Chivilcoy no era uno de los partidos con más cantidad de estas novedosas máquinas de la época (otros como Guaminí y Juárez las poseían en gran cantidad), mayormente se difundieron en el sur de la provincia de Buenos Aires (Frank R. G., 1994, pp. 51-58).

[15] Cabe mencionar que, aun así, hasta bien entrado el siglo XX se practicaba el pisoteo del trigo mediante la utilización de yeguarizos (Caggiano, SA).