Votar y protestar:
las elecciones de 1904 y la comunidad obrera portuaria de La Boca, Ciudad de
Buenos Aires
Laura Caruso(*)
Resumen
En
los inicios del siglo XX el mundo del trabajo portuario de Buenos Aires se
constituyó en un centro de la protesta obrera. En el barrio de La Boca, los
conflictos y solidaridades diversas dieron lugar a la conformación de una
identificación común y comunidad obrera. En este proceso se dio la particular
coyuntura electoral en los primeros meses del año 1904, que dio por resultado
en la circunscripción portuaria la elección del primer diputado socialista en
el país y el continente. El presente trabajo, en la perspectiva de la historia
social del mundo del trabajo, analiza tales elecciones en el marco de una
coyuntura de alta conflictividad y radicalización de la militancia obrera
protagonizada entre otros por obreros portuarios y marítimos. Indaga las formas
eleccionarias en su dinámica barrial, como una dimensión significativa –junto a
otras como la huelga portuaria y los carnavales - para la configuración del
sujeto comunitario portuario.
Palabras clave: Puerto de Buenos
Aires; elecciones; trabajadores; comunidad obrera.
Vote and protest: the elections of 1904 and the
port worker community of La Boca, Ciudad de Buenos Aires
Abstract
At the beginning of the 20th century, the world of
port work in Buenos Aires became a center for workers' protest. In the
neighborhood of La Boca, various conflicts and solidarities led to the
formation of a common identification and working community. In this process,
the particular electoral situation occurred in the first months of the year
1904, which resulted in the election of the first socialist deputy in the
country and the continent in the port district. The present work with social
history of labour perspective analyzes such elections in the context of a
situation of high conflict and radicalization of the workers' militancy carried
out among others by port and maritime workers. It investigates the electoral
forms in its neighborhood dynamics, as a significant dimension -together with
others such as the port strike and the carnivals- for the configuration of the
port community subject.
Keywords: Puerto de Buenos Aires; elections;
workers; labour community.
Votar y protestar: las elecciones
de 1904 y la comunidad obrera portuaria de La Boca, Ciudad de Buenos Aires
El año 1904 fue una año álgido de la protesta obrera en la Ciudad
de Buenos Aires y en la Argentina. Este se inició con una huelga general en el
puerto de la ciudad, conocida como la huelga grande del Riachuelo, que paralizó
aquel verano el movimiento de embarque y exportación y al barrio entero. Claro
que el conflicto obrero no era exclusivo de la capital; las huelgas
ferroviarias y de los obreros de los frigoríficos (Poy, 2019; Lobato, 2001), y
la protesta de los trabajadores del azúcar en Tucumán (Bravo, 2000),
movilizaron a trabajadores y familias de diversas geografías aquel año, el cual
cerraría con una huelga general. 1904 fue también el año en que el despliegue
de una nueva estrategia estatal hacia
la cuestión obrera por parte de una fracción reformista de la clase política
gobernante redundó en la el Proyecto de Código de Trabajo impulsado por Joaquín
V. González. (Suriano, 1989/1990) La confección de este proyecto significó un mayor
conocimiento y preocupación por la realidad obrera, que ante las demandas y
acciones de protesta, se tornó un ámbito a regular y legislar. El fracaso del
proyecto no anuló la iniciativa estatal en este sentido, que se materializaría
ese año en el decreto que habilitó a la policía a arbitrar en conflictos en la
ciudad y los territorios nacionales, y pocos años después en la conformación
del Departamento Nacional del Trabajo.
En este
contexto de movilización y demandas obreras, de apertura en la política estatal
impulsada por una fracción reformista gobernante hacia la regulación y la
integración, ocurrió el triunfo de Alfredo Palacios, primer diputado socialista
del país y de América Latina, electo por la circunscripción N° 4, el distrito
portuario. El domingo 13 de marzo de 1904 ocurrieron los comicios que en el
barrio de La Boca lo dieron ganador a Palacios, quien asumiría en el Congreso a
las pocas semanas, al iniciarse el mes de mayo. Este resultado fue posible
precisamente gracias a la implementación de una reforma electoral previa, la
cual formaba parte del amplio impulso reformista del mencionado sector del
partido gobernante que apuntaba tanto a reconfigurarse ante las impugnaciones
planteadas por los trabajadores y sus organizaciones así como para
reconfigurarse y destrabar una crisis interna.
Dentro
del campo de la historia política del periodo se ha interpretado este primer
triunfo del socialismo en el distrito portuario de Buenos Aires como un
resultado posibilitado por la crisis y fragmentación política del partido
gobernante, que había impulsado la reforma del sistema electoral como forma de
paliar esta situación y que en los comicios del distrito presentó tres
candidaturas, una por el Partido Nacional u oficialista, otra por el Partido
Autonomista y una tercera por el Partido Republicano, el que apoyó al candidato
socialista. (Torre, 2012, Castro, 2012, Privitello, 2006) Al mismo tiempo, la
historiografía del Partido Socialista, al analizar la participación política
del socialismo en los años previos a la Ley Sáenz Peña, ha destacado los
mecanismos internos, redes e iniciativas culturales y políticas que hicieron de
este partido una institución moderna y popular. (Poy, 2018b; Berensztein, 1991)
La llegada del primer diputado socialista de América Latina al Congreso
argentino propició también diversos estudios dentro del campo de la historia
política e intelectual del socialismo argentino en los últimos años. (Poy,
2018a, Murmis, 2015)[1]
Sin descartar
ambas miradas, que suman diversas dimensiones a la interpretación de la
política nacional y local, este trabajo se interroga por la experiencia
histórica de la población trabajadora del barrio portuario, sus formas de
movilización en torno a la coyuntura electoral, sus expectativas e identidades.
Se sostiene que entre el socialismo y su militancia territorial exitosa, y la
interna del grupo gobernante conservador, es necesario atender a la
radicalizada y conflictiva experiencia política del barrio portuario en esos
primeros años del siglo, y en particular a la coyuntura anterior a las
elecciones, como un elemento significativo para interpretar el triunfo de
Palacios. Este dirigente socialista se sustentó en recursos, redes y vínculos
consolidados en la movilización continua durante meses, por la huelga y la
represión previas. La adhesión a este candidato, lejos de acotarse a los 830
votos que hicieron a Palacios diputado, fue una de las expresiones de la
experiencia política de una comunidad obrera en configuración en torno al mundo
del trabajo portuario.
Para los años iníciales del siglo XX, y con la mayor
integración de Argentina en la economía mundial a partir de las exportaciones
de carnes y cereales, el puerto de Buenos Aires se había consolidado como un
concentrado y vertiginoso mundo del trabajo, un espacio denso de la experiencia obrera finisecular
poblado de familias trabajadoras de diversos orígenes, oficios, edades, saberes
y vivencias. Su paralización ante una
huelga se tornaba con rapidez un problema político y nacional. Por esto, el
puerto fue un objeto privilegiado de preocupación de los diversos gobiernos
conservadores y de la prensa periódica. El puerto constituía un territorio
neurálgico para las militancias gremiales de estibadores, marineros, foguistas,
carpinteros, conductores de carros, así como también para anarquistas y
socialistas. El barrio que lo circundaba estaba poblado de asociaciones
gremiales y políticas junto a numerosas sociedades de socorro mutuo y
asociaciones de diversas comunidades, mayoritaria pero no exclusivamente,
italianas, mercados y comercios, instituciones culturales, entre muchos otros
actores que desplegaron redes y solidaridades múltiples. En ese entramado
barrial conmocionado desde fines de 1903 es posible rastrear una experiencia
política comunitaria que aporta a interpretar el triunfo de Palacios. Esta
investigación se propone, desde la perspectiva de la historia social del mundo
del trabajo, rastrear allí, parte de la presencia socialista local, y sobre
todo, la experiencia barrial obrera en los comicios. Tal indagación
forma parte de un trabajo de más largo aliento que apunta a reconstruir e
interpretar la configuración histórica de una comunidad obrera portuaria en
Buenos Aires en los primeros años del siglo XX gestada en torno a las
relaciones laborales y extralaborales que componían una tensa unidad anclada en
el barrio portuario. De esta forma, el presente trabajo indaga las elecciones
de 1904 en aquel distrito y el primer triunfo socialista a la luz de la
experiencia local y obrera, ensayando una historia social que visibiliza la
política y una de sus formas de expresión, elecciones y campañas, como parte de
una experiencia en la cual se construye o reconfigura la comunidad portuaria.
Bajo estas inquietudes, se indagan un conjunto variado publicaciones de la
época, tanto periódicos barriales, como gremiales, de las izquierdas, la prensa
comercial nacional y revistas ilustradas de actualidad.
1903-1904, un verano de organización y protesta
Los
meses del verano anteriores a la elección de 1904 en el barrio de La Boca
condensaron una de las mayores protestas de esos años, la huelga general
portuaria. A finales de 1903, y con antecedentes en las
protestas de 1895 (Caruso y Poy, 2014) y 1901, esta huelga marcó un momento
distintivo por su masividad y pregnancia en el barrio, en las diversas
organizaciones y esferas de la vida obrera, analizada en profundidad en otro
trabajo (Caruso, 2019). La experiencia barrial estival se vio signada por el
conflicto, así como también por fuertes inundaciones, que visibilizaban las precariedades
sostenidas del habitar obrero a orillas de Riachuelo; por
los preparativos del carnaval y la campaña electoral, por la ocupación militar
y la represión desatada en las calles y espacios del barrio ante el devenir de
la huelga.
La protesta obrera se desarrolló entre el 16 de diciembre y la primera
semana de febrero de 1904. Las crónicas, periódicos y revistas dejaron registro
de su trascendencia local y nacional, con fuertes indicios como las reuniones
de huelguistas con ministros del gobierno nacional.[2] La huelga
comenzó en los sectores estrictamente portuarios del sur de la ciudad al
despuntar el mes de diciembre, e incluyó a portuarios y estibadores de
Avellaneda, conductores de carros, comerciantes, fonderos, y una extensa trama
de solidaridades que incluyó a la federación anarquista FOA y del Partido
Socialista; ambos llamaron a través de sus periódicos a juntar fondos.[3]
En
el mes de enero, en su punto álgido de adhesión y organización, la huelga llegó
a movilizar unos más de doce mil trabajadores, cuyas familias y vecinos además
formaban parte de la cotidianeidad y sostenimiento de la protesta. Este
conflicto definió en aquel caluroso cambio de año una identificación mutua y cierto
aglutinamiento en torno a la condición obrera de sus habitantes, en cuya
expresión fue central el accionar de militantes socialistas y anarquistas, en
las sociedades y en el acontecer de la huelga. Estos actores estuvieron
involucrados entonces en la producción de comunidad, y en el caso de la
militancia de izquierda y las sociedades de resistencia y sindicatos,
directamente interesados en el reforzamiento de lazos de solidaridad y acción
común (Caruso, 2019) Dentro de la multiplicidad de tensiones y momentos que
reconfiguraron la protesta portuaria, en los cuales dirigentes y militantes
socialistas fueron actores claves, cabe mencionar dos momentos que marcaron la
dinámica de la huelga y del enfrentamiento del barrio con la policía y la
intervención militar.
El primero sucedió al iniciarse el año 1904, en la
primera semana de enero. En una recorrida de propaganda por el puerto votada en
una asamblea de marineros y foguistas, fue herido por un prefecto el foguista y
militante anarquista italiano Feruccio
Zapalotti, quien murió al poco tiempo en el hospital Rawson.[4] Esta
muerte disparó la indignación de huelguistas y familias. A la vez, llevó a las
fuerzas estatales a reforzar su presencia; así cantidad de agentes de la
Comisarías 20 y 29, y la presencia del propio Jefe de Policía de la Ciudad
Beazley, fueron destinados al distrito portuario para impedir reuniones,
asambleas y giras en diques y calles, las que solo se realizarían con permiso
policial. El espacio portuario fue literalmente ocupado por
las tropas de los Regimientos
de Caballería 4º y 8º
y el Cuerpo de Granaderos.[5]
Aproximadamente unos 750 hombres, armados a sable y carabina máuser, recorrían
diques y muelles organizados en patrullas, las que golpeaban y arrestaban a
quienes transitaban por las calles, al tiempo que custodiaban a quienes acudían
a trabajar al puerto abajo el auspicio de organizaciones patronales. El barrio,
convertido en un verdadero campamento militar, era escenario de desalojos
violentos en peluquerías, fondas y plazas, a pesar de los cual la huelga
persistía y se consolidaba.[6]
En
esta coyuntura, la fuerza policial no habilitó el cortejo fúnebre que las
sociedades y militantes estaban organizando, a la espera de la entrega del
cuerpo del estibador. Sin permiso policial, más de 500 trabajadores se
dirigieron muy temprano al Cementerio del Oeste (Chacarita) a esperar el
cadáver, acompañados por el candidato a diputado por el socialismo Alfredo
Palacios y Francisco Jaquet, anarquista y delegado de los dependientes de
comercio, ambos designados oradores en las puertas del cementerio.[7] La
muerte de Zapalotti, su homenaje y cortejo se transformaron en una disputa
política local que enfrentaba a huelguistas y familias con el poder estatal. El
cadáver recién les fue entregado a las tres de la tarde, más de siete horas
después, esperando que se desconcentren y se marchen. Días después del
entierro, el domingo 10 de enero en Plaza Lorea, debió suspenderse el meeting en homenaje planificado por los
gremios en huelga, acompañados por las centrales anarquista (FOA) y socialista
(UGT), y el Partido Socialista, ante una nueva prohibición policial.[8]
El segundo punto de
inflexión en la huelga y su represión, en la cual la presencia del candidato
socialista fue destacada y requerida, fue el asalto de los Granaderos al local
de los Conductores de Carros de la calle Patricios 875 el lunes 11 de enero.
Así, los granaderos ingresaron sable en mano, rompieron el humilde mobiliario, libros,
cuadros y periódicos, y atacaron a los huelguistas presentes, aproximadamente
unos cuarenta, quienes estaban almorzando y racionando las donaciones. La
noticia del ataque circuló rápidamente, y más de dos mil huelguistas acudieron
allí a repudiar el ataque. La movilización generalizada, el repudio inmediato
de los clubes socialistas, gremios anarquistas y vecinos, planteando la FOA una
posible huelga general, alertó a las autoridades: intervino el comisario, el
subcomisario, el secretario del jefe de policía, y fue convocado de inmediato
el dirigente socialista Alfredo Palacios, quien, según la crónica, vino a
mediar entre la indignación obrera y la prepotencia de las fuerzas militares.[9]
Ambos hechos precipitaron y radicalizaron la movilización obrera portuaria.
Estos atropellos, junto al hostigamiento cotidiano que supuso la ocupación
militar del puerto y el barrio tras la muerte de Zapalotti, reforzaron el
sentimiento de injusticia y repudio de los trabajadores y sus familias y
vecinos, ayudando a consolidar una identificación mutua enfrentada al estado y
solidaria con la causa obrera. “Cazando gringos” titulaba la crónica
periodística barrial, “métale hacha a ese gringo”, “bárrame a toda esa
gringada”, “si los gringos protestan métale bala” eran las consignas policiales
que daban sentido a la extendida represión en el barrio portuario.[10]
Si bien la huelga fue
sostenida en esa trama local por un mes más, la intransigencia estatal y
patronal redundó en la lenta vuelta al trabajo. Como corolario de la represión
desatada y el temor estatal a la ocupación popular de las calles del barrio
ante el próximo carnaval, un edicto policial prohibió los corsos callejeros en
el barrio de La Boca aquel año, no así los bailes y festejos dentro de salones
y locales. Las comparsas barriales debieron desfilar y concursar en otros
barrios.[11]
De esta forma, entre la represión y la prohibición, el Estado dejaba a la
comunidad obrera portuaria sin canales de expresión política como la protesta,
o cultural como los carnavales. De manera simultánea aquel verano se preparaba
la campaña electoral, una arena posible y a partir de febrero una de las
dimensiones políticas habilitadas para canalizar las demandas obreras y la
movilización barrial. Si en las crónicas carnavalescas se destacaba aquel año
la posible proliferación de sociedades gauchescas con la “ayuda y protección de
algunos futuros diputados”[12],
vinculando carnaval y elecciones, en la prensa socialista La Vanguardia leía a la finalizada huelga grande en clave
político-electoral, denunciando a la sub-prefectura del puerto y el Centro de
Navegación Transatlántica como miembros de la “bastilla quintanista,”[13]
en referencia al candidato presidencial oficial Manuel Quintana, vinculando
protesta y comicios. El socialismo mostraba así su preocupación ante la
posibilidad que los desocupados o advenedizos rompehuelgas se convirtieran en
“votos de alquilón”, “comodines” de cambio por personas que además de
reemplazarlos en el trabajo, pudieran votar y mantener malos gobiernos.[14]
Una elección convocante y popular
Ese mismo verano se desarrolló la
campaña electoral para Senadores y Diputados, cuyas elecciones se realizaron
los domingos 6 y 13 de marzo de 1904 respectivamente, seguidas en el mes de
abril por las elecciones a presidente. Dicha campaña se restringió a la ciudad
y en particular a algunas circunscripciones como la cuarta del barrio portuario
de La Boca, en donde llegado febrero la competencia por los espacios y las
adhesiones se agudizó al calor de la finalización de la huelga.
La novedad electoral determinante
para la ciudad y para la circunscripción cuarta de San Juan Evangelista fue la
reforma legislativa aprobada a fines de 1902, implementada en esta elección.
Dicha reforma, propuesta por el mismo Joaquín V. González, Ministro del
Interior de la segunda presidencia de Julio A. Roca, establecía el voto uninominal y por circunscripción, creando nuevos distritos electorales, más
pequeños, permitiendo el ingreso de un diputado por cada una de las 20
circunscripciones. La Ley 4.161 apuntaba a racionalizar el empadronamiento y el
registro de votantes, a la par que establecía la edad de dieciocho años para adquirir la condición de
elector nacional, y por sobre todo, buscaba sostener la legitimidad del régimen
político mediante de parcial modificación y ampliación. La historia
política se ha dedicado a reflexionar sobre este proceso de transformación de
sistema político, las implicancias en su funcionamiento, en la competencia
electoral, y partidaria, en la vinculación entre partidos y publicaciones
periódicas, así como también sobre la autoría y el debate del proyecto de
reforma, comparándola con otra ley de aquel año 1902, la Ley de Residencia
(Gómez, 2013; Man, 1912; de Privitellio, 2006; Martínez Mazzola, 2005; Horowitz
2001; Malamud, 2000; Pereyra, 1999). Por sobre la reforma y su corta
experiencia, ya que fue derogada al asumir el presidente Manuel Quintana, y por
sobre el resultado electoral, es interesante indagar en que formas se movilizó
y se organizó la población trabajadora del barrio portuario en torno a la
compaña, formas configurativas de dicha comunidad obrera.
En términos institucionales, la
nueva ley establecía formas, agencias y procedimientos particulares. Esta había
establecido algunas precauciones y
garantías legales al elector y a la emisión de su voto: debía contar en tiempo
y forma con una libreta cívica que garantizaba su calidad de elector, no podía
ser detenido, durante las horas de los comicios, salvo caso de flagrante
delito; no podía ser molestado en el camino de su domicilio al lugar de la
elección, ni obligado a dar su voto por otro candidato, siendo todo esto motivo
de reclamo ante un juez competente. Sin embargo, los diarios opositores como La Prensa denunciaron semanas antes todo
tipo de problemas y alteraciones en los registros, las entregas de libretas, y
demás cuestiones que les permitían afirmar que las expectativas puestas en la
nueva ley, solo fueron a parar al Comité de Circunscripción y su manipulación
electoral, al cual consideraban una nueva arma de las camarillas oficiales.[15]
Cierto es que tal temor se fundaba en una tradición política electoral
conservadora en el barrio portuario. El barrio de la Boca había adquirido
autonomía jurisdiccional en 1870 al crearse allí el Juzgado de Paz por la misma
ley que estableció el lugar original para los comicios en la Iglesia que daba
nombre a la circunscripción, San Juan Evangelista. Allí se realizó el primer
acto electoral de concejales al año siguiente. Desde entonces, y por varias décadas,
el barrio fue un espacio privilegiado de la política conservadora (Barovero,
2013).
En 1904 habitaban en
el barrio según el Segundo Censo de la Ciudad de Buenos Aires unos 60.878
habitantes,[16]
que habitaban las 192 manzanas que lo constituían. Un poco más de la mitad de
esta población, compuesta de forma pareja por mujeres y varones, tenían la
nacionalidad argentina.[17]
La otra mitad de los habitantes del barrio estaba compuesta hombres y mujeres
extranjeros, de los cuales la inmensa mayoría, pero no exclusivamente, eran de
origen europeo[18]
(Devoto, 1989). Según el censo de 1904, la población en condición electoral en
la Circunscripción N° 4 ascendía a unos 4.528 votantes, en el mes de
septiembre. En marzo se habían expedido 3.347 libretas para el día de la
votación. Con estas referencias, cobra relevancia el dato de los habitantes que
votaron en los comicios del mes de marzo: 1.853 ciudadanos hombres adultos
votaron el domingo 6 de marzo para elegir senadores, dando como resultado para
el oficialista Partido Nacional 741 votos, para el Partido Republicano 554 y
558 para el Partido Autonomista. El 13 de marzo, el siguiente domingo, votaron
para elegir diputados 2.566 habitantes. Lo hicieron entre diversas opciones,
repartidas entre seis candidatos, con la abstención de la Unión Cívica Radical.
Los resultados de la segunda jornada repartieron los votos emitidos de la
siguiente manera: Alfredo L.
Palacios por el socialismo con 830 votos, Marco M. Avellaneda por el P.
Autonomista, con 596 votos, Alberto Rodríguez Larreta y Jaime Llavallol
–secretario del presidente Roca- por el PAN con 572 y 353 votos
respectivamente, Miguel Tedín (P. Republicano), quien con 121 se retiró de la
elección y sumó el resto de sus votos al socialismo, y el vecino oriundo del
barrio Emilio P. Ungaro con 94 votos.
Expediente Ministerio del
Interior (AGN) N° 182, letra H, 1904
Los
edictos y reglamentaciones emitidas por la Policía de la Ciudad establecieron
aquel año con precisión las funciones, alcances y la presencia de la fuerza
policial en los comicios, que en el caso de La Boca se continuaba con el
despliegue tras la huelga.
La
autoridad máxima del acto electoral era la mesa escrutadora, claro está, pero
en 1904 la autoridad policial ganó terreno y adquirió ciertas funciones
cuestionadas por la prensa en la época, que la colocaban frente al control de
los comicios y en los lugares de votación. Para poder cumplir con esta tarea,
en busca de asegurar el orden, la regularidad y la libertad del acto electoral
según declaraba como objetivo dicha circular, la fuerza policial había sido
eximida de la función de escrutadores. Así, una Orden del día de la Policía del
2 de marzo firmada por el Jefe de Policía Beazley establecía que antes de
constituirse la mesa, los agentes policiales tomarían posesión del local una
hora antes del inicio del acto electoral para distribuir la fuerza y abrir los
comicios a las 8 de la mañana, cuando ingresaban los escrutadores autorizados
titulares o suplentes. Permanecerían allí hasta el cierre de la jornada, a las
4 de la tarde.
Las
mesas electorales existentes en el barrio portuario, tanto en la elección ara
senadores como para diputados, fueron diez, repartidas entre la Iglesia y
diversas escuelas. Dos mesas, la N° 1 y 2 funcionaron en la Iglesia San Juan
Evangelista, bajo la supervisión del subcomisario Paulino López, de un oficial
y de 12 agentes de policía. Las mesas N° 3 y 4 se establecieron en la escuela
de la calle Crucero 1150 (actual Del Valle Iberlucea), con la presencia de un
auxiliar y dos agentes de investigación de la policía junto a 12 agentes. Una
cantidad similar de policías custodiaron la votación en la escuela de Almirante
Brown 778, donde funcionaron las mesas N° 5 y 6, y en la escuela de la calle
Necochea 886, con las mesas N° 7 y 8. En la escuela de Pedro de Mendoza al 2087
funcionaron las mesas N° 15 y 16 también con más de una decena de agentes de
policía presentes, junto a auxiliares, escribientes y agente de investigación.[19]
Constituidas
las mesas, los oficiales quedaban bajo la orden del Presidente de mesa. Si una
orden de tal autoridad fuera cuestionada por uno o más escrutadores, el oficial
de policía debía someter a votación la orden, y solo efectuarla si contaba con
la mayoría. (Art. 6) Durante la jornada sólo podría detener a quien portara
armas o infringiese la ley, pero recién después de que haya emitido su voto en
la mesa correspondiente. Quienes ya hayan votado no podían permanecer en las
inmediaciones so pena de arresto. El edicto policial prohibía además
congregarse en los domicilios cercanos, ni “reuniones de electores ni depósitos
de armas” en el horario de los comicios y hasta pasada una hora de su cierre.
En ese tiempo las puertas de los domicilios cercanos debían permanecer
cerradas, bajo pena de 8 a 10 meses de prisión. Las fondas y restaurantes
cercanos podían abrir de 11 a 13 hs, y los que despachen bebidas alcohólicas
debían permanecer cerrados todo el día. Al clausurarse la elección a las 4 de
la tarde, y tras el escrutinio, el oficial debía concurrir a la Jefatura de la
seccional 20con el acta de escrutinio firmada por el presidente de mesa con el
resultado.[20]
El primer
domingo de elecciones en el barrio portuario, el domingo 6, las calles estaban
llenas de ciudadanos, vecinos, trabajadores que se habían lanzado a las calles
y, al no encontrar ni fonda, café o bar alguno abierto, se reunieron en
esquinas y veredas. Según la crónica: “Sólo las puertas de los clubes políticos
existentes en aquel barrio obrero atraían a la masa trabajadora desocupada. En
el interior de algunos clubes se servía generosamente cerveza, refrescos y
otras bebidas.” De un club a otro sin por ello quedar comprometidos,
los partidarios de un candidato bebían en el club del otro. Algunos de allí
iban a las mesas a votar. En otras puertas y calles se escuchaba “¿Cuánto
quiere por su voto?”, y se pagaba entre 5 y 10 pesos a la mañana, y por la tarde,
más reñida la contienda, entre 15 y 20 pesos; algunos incluso aceleraban la
búsqueda de votantes en su coche dando vueltas por el barrio.[21] En
el Club del PAN de la esquina de Sengel y Necochea se proclamaron días antes
las candidaturas de senadores y diputados. Por su parte, los candidatos del
Partido Autonomista realizaron el lanzamiento de sus candidaturas en un acto
con más de 300 personas en el Club del Pueblo (Pedro de Mendoza 1981) acto al
que asistieron Carlos Pellegrini y Miguel Carles.[22] Otros
clubes del barrio apoyaron la candidatura del autonomista Marco Avellaneda como
el ubicado en Olavarría 571 o el Club Nicolás Avellaneda (Avenida Brown y
Brandsen) constituido ese verano en A. Brown y Brandsen y presidido por
Gattoni, Canepa, Madariaga y Borzoni. Por su parte los republicanos, en su
local de la calle Crucero 1271, se reunieron la noche del 23 de enero para
proclamar su candidato a diputado por la circunscripción, el ingeniero Miguel
Tedín.
Caras y Caretas, Buenos Aires, Nº 278, 30 enero 1904.
“Club político. Sumando
Adhesiones. Sistema seguro para conseguir adherentes espontáneos”
El tema central de la elección en
general, y de esa jornada en particular, fue el mercado de votos, la
compra-venta o voto venal, un voto
público, voluntario y con registros electorales cuestionables, y por esto
vendible, susceptible de manipulación. Por esta práctica la elección de 1904
fue calificada como “perfectamente libre y esencialmente inmoral.”[23]
El voto tenía precio, según la elección, circunscripción y momento del día
electoral. Ya la elección de senadores había mostrado lo flagrante de esta
práctica que alertaba a dirigentes y periódicos opositores, pero que, sin
embargo, no tenía el peso suficiente para alterar los resultados electorales
(Canton y Jorrat, 1999)
Al
examinar las prácticas de campaña y la militancia del Partido Socialista en la
Capital en el período anterior a la ley Sáenz Peña, Lucas Poy ha señalado que,
aún frente al despliegue de la campaña y de diversas estructuras y resguardos
institucionales, la instancia decisiva era la propia elección, donde el control
físico del espacio de votación era crucial. Este se ejercía a partir de la
movilización de militantes, fiscales y adherentes que repartirían boletas cerca
de las mesas, por ejemplo. En el día de la elección y en los posteriores sólo
quedaba como última acción posible la denuncia de fraude, una nueva ocasión
para convocar a los trabajadores en esta contra de esta práctica fraudulenta
característica de la “política criolla” conservadora (Poy, 2017).
El temor de los socialistas boquenses a que el
mercado de votos se replicara el domingo siguiente en la elección de diputados
llevó al Partido
Socialista a organizar en su local de La Boca una guardia de letrados para
recibir denuncias por violación de la ley electoral o abusos de diverso tipo
ese día. También conformó comisiones de tres ciudadanos para que recorrieran el
barrio impidiendo el mercado de votos, o al menos, la forma extrema en que esta
práctica se había desarrollado en el domingo anterior.[24] La
compra-venta de votos, ante la fiscalización socialista, existió, pero en menor
escala que en la elección previa, en locales cerrados y de forma menos alevosa.
Por
cierto, el movimiento en las calles el día de votación del domingo 13 fue
extraordinario. Desde temprano cruzaban los coches llenos de votantes, de mesa
en mesa, en cuyos alrededores se hacía difícil transitar.[25] Por
varias razones la movilización que suscitó la elección de diputados, con actos,
reuniones y recorridas, fue mucho más extensa y prolífica en el barrio. Un
periódico barrial comentaba la elevada temperatura de la lucha política: “Las
legiones cívicas que responden a un sujeto, así como las que se deben a un
partido de programa, tienden sus avanzadas guerrilleras, se disciplinan
discretamente, mientras llega la hora del encuentro -de desilusiones, quizá-
allá, en la Infancia de Marzo”.[26] La
campaña se estructuró en torno a los locales y las conferencias, como la del
candidato republicano Tedín[27], o
las conferencias socialistas como la dictada por Juan Broche sobre legislación
obrera en el Club Democrático (Pinzón 450) o la conferencia de Indalecio Barrancos en los días previos a la
elección, el 9 de marzo, titulada “Los obreros y los partidos burgueses”, en el
Club Socialista de La Boca (Olavarría 876), cuyo cierre estuvo a cargo de
Palacios. Muy cerca, en Olavarría 666, el club radical se mantenía alerta pero
fuera de la campaña, ante su postura abstencionista. También en clubes y
locales se dio la organización de los escrutadores y fiscales; el viernes 11
por la noche, previo a la elección, en el Club Bernardino Rivadavia se
organizaron varios de estos fiscalizadores del candidato socialista.[28]
Tales eventos muestran la centralidad de los espacios y locales partidarios y
la participación barrial en estos. Sin embargo, mucho más visibles y elocuentes
eran los mítines socialistas con obreros y vecinos ataviados con pañuelos rojos
o corbatas de ese color al cuello, o las veladas y bailes en los salones del
barrio, como la conocida Confitería Ligare o el Teatro Verdi.
Ese
mismo viernes 11 de marzo, dos días antes de la elección, el socialismo y los
diversos clubes afines organizaron una velada conferencia por la noche en el
Teatro Verdi, donde participaron entre otros Juan B. Justo, Tomasa Cupayolo y
Del Valle Ibarlucea, y al final, la palabra del candidato Palacios. Poco antes
del inicio de la conferencia se habían reunido en el local partidario y
marchado hacia el teatro por las calles del barrio. En los varios discursos de
esa noche se condenó la compra venta de voluntades y conciencias, así como la
indiferencia política, y se afirmó la necesidad de que el pueblo trabajador
lleve sus representantes al Congreso. No faltaron los cantos de La Marsellesa,
La Marcha de Garibaldi y la de los trabajadores. Terminado el acto, la
concurrencia masiva marchó por la avenida Almirante Brown. Más de dos mil
personas, hombres, mujeres, familias, según la crónica periodística, realizaron
una manifestación vivando al candidato como cierre de una campaña popular.[29]
Al analizar la participación política del Partido Socialista desde su fundación en
1896 hasta 1916, Sergio Berensztein puso de relieve las modalidades de la
participación política socialista, diferenciada de los políticos locales
conservadores quienes, a través de el reparto de bienes y redes basadas en los
recursos del estado generaron lealtades y vínculos políticos; en el caso del PS
dicho vinculo se fortaleció en su programa, estatuto y propaganda. En la sociabilidad del barrio, en
instituciones, asociaciones y en la prensa barrial, en los conflictos del mundo
del trabajo portuario, la propuesta socialista tuvo una recepción amplia en los
primeros años del siglo. Dentro de este mundo barrial, Berensztein señala que
los principales espacios de participación fueron las conferencias, como las
mencionadas, y las campañas electorales. Las conferencias, en tanto ámbito de
reclutamiento, propaganda, formación y concientización, tenían un redoblado
impacto ante el contacto personal y cercano con personalidades partidarias y
candidatos. Al mismo tiempo, durante las campañas electorales, la estructura
partidaria territorial multiplicaba los espacios y demandaba una creciente
participación de militantes y sus familias. Se trataba de realizar las acciones
de propaganda previas, y la coordinación para el reparto de boletas en todas
las mesas el día de los comicios. En la sección portuaria, como en cada sección
barrial, se formaba un comité electoral que debía conseguir recursos,
administrarlos para la organización de conferencias, actos, y organizar las
movilizaciones y actos de proclamación y cierre del candidato, así como
procurar su masividad y buen desarrollo. Tales acciones requerían de más
militantes, lo cual generaba un reclutamiento estacional electoral a cargo del
comité. En este comité electoral distrital era visible la participación familiar,
de mujeres, jóvenes y niños (Berensztein, 1991).
Una
anécdota muestra ciertos indicios de lo que la campaña de Palacios significó en
la movilización popular portuaria. Hablando en primera persona, Palacios narra:
“Yo tenía mi estudio en la calle Bolívar 268 – dice – y allí me visita una
tarde un tal Morenna, italiano, que en perfecto cocoliche me manifiesta: Te
venga a decir que queremos que vos seas candidato de la Boca.” Candidato a
qué?! Le digo. – A diputado! ¿Y cuántos son ustedes? -En el Centro Socialista
que tenemo somo diesciocho. -Y los afiliados, ¿cuántos son? -Ninguno, porque
somo todo italiano… y sin carta.”[30]
El
relato muestra las aristas y complejidades a la hora de pensar la participación
política de los trabajadores del barrio portuario, la construcción de sus
identidades y sus expectativas. Mientras se movilizaron en torno a la
candidatura socialista, entonando canciones republicanas como La Marsellesa y
el Himno de Garibaldi antes citados, seguramente en sus idiomas originarios. En
esa entonación es posible inferir una identificación con canciones, tradiciones
e identidades internacionalistas y a la vez vinculadas a fuertes procesos
nacionales de sus países de origen y referencia en Europa. Esto muestra una
persistencia en las identidades étnicas, como ha sostenido Ricardo Falcón en un
conocido trabajo (1986/7). Pero esta persistencia también fue apreciada en
torno a la naturalización resistida y la carencia de “carta” de nacionalidad,
como menciona la cita. Desde la óptica partidaria socialista la naturalización
aparecía como una condición y requisito de la acción política obrera en el
terreno electoral - y así la alentó, considerando el “hacerse ciudadano” un
deber y tarea de sus militantes no siempre concretada-. (Poy, 2015) La
resistencia a la naturalización por parte de ciertos socialistas italianos
chocaba con la valoración del PS sobre esta, vista como un acto de conciencia
de clase, aunque tramitarla fuera mucho más complicado luego de la Ley de
Residencia de 1902. De este modo, la cita muestra como desde la participación
política barrial, la identificación de los trabajadores del mundo portuario
bien podía ser activar y movilizar voluntades y recursos, fuertemente
comprometidos, aún careciendo de plena ciudadanía.
Con todo, la campaña electoral de 1904 en pos de la candidatura
de Palacios se presentó como un evento popular y barrial en esta
circunscripción, protagonizado por los trabajadores y sus familias, votantes o
no, habitantes del barrio portuario, que incluso sin libreta cívica, se
movilizaron por el dirigente que estuvo presente en cada conflicto portuario y
en especial en la huelga grande del Riachuelo. Este, junto a otros dirigentes como el
obrero electricista Antonio Zaccagnini, durante las semanas previas a la
elección, realizaron recorridas por las calles, conventillos y sedes obreras,
actos en plazas y teatros, que, si bien no fueron privativos de este partido,
fueron los más concurridos (Bucich, 1971). En tales actos y manifestaciones las
crónicas socialistas remarcaban la actitud racional y civilizada, confrontándola a la
violencia, el alcohólico y las comilonas asociados a la política conservadora.
A estos le oponían la organización de desfiles de columna encabezadas con su
estandarte y una banda musical para cada circunscripción (Berensztein, 1991).
Al mismo tiempo, las prácticas y
formas de participación electoral del Partido Socialista extendidas en el marco
de las primeras elecciones nacionales bajo la Ley Sáenz Peña identificadas por
Silvana Palermo parecen conservar cierta continuidad con las desplegadas en
1904 en varios aspectos. Los actos y movilizaciones en plena campaña
movilizaron a los trabajadores y sus familias, independientemente de su
capacidad de votar (Palermo, 2016).
La experiencia
política de la campaña y elección eran vividas de forma diferente por hombres y
mujeres de las familias obreras del barrio. Como ha señalado Catherine Hall
para el Londres del siglo XIX, es posible imaginar que en paralelo a la
participación plena de estos hombres en autos votando o recorriendo mítines y
conferencias, en tanto participes de la contienda política como sujetos
independientes, también en esta dimensión de la experiencia, así como en el
mundo laboral, las mujeres se sumaban de forma complementaria, en apoyo a la
causa de los hombres (Hall, 2013). Desde los balcones, como menciona una de las
citas más adelante, o en los comités y movilizaciones, parte de las masivas
manifestaciones públicas en las puertas de teatros y salones, las mujeres
trabajadoras de La Boca, la mitad de los que habitaban el distrito,
participaron de forma activa en la campaña electoral. Las fuentes las ubican en
movilizaciones y mítines al aire libre, como parte esencial de las
demostraciones y congregaciones, a las que era más sencillo asistir con hijos y
familias. En cambio, cuesta encontrarlas en los clubes, banquetes, cafés o
reuniones a los que, por horarios y organización familiar, o porque allí su
presencia era moralmente cuestionable muchas veces, a las mujeres les era mucho
más difícil acudir. En estas formas de
la protesta y la política, a la cual se suma la campaña electoral, las mujeres
tuvieron una fuerte presencia, aunque tuvieran limitada su participación: no
podían votar, ni empadronarse. Estaban allí, en el mundo público, el de
la política, representando sus hogares y familias.
Durante los meses de campaña, que
en 1904 se entremezclaron con la protesta y la represión, se alteraba al ritmo
de las conferencias, mítines, volantes y periódicos (Palermo, 2016). De hecho,
la prensa jugó un rol clave en la esfera política en
general (Sábato, 2004; Rodjkin, 2014 y 2012, Zimmermann, 1998) y de estas
elecciones en particular. La candidatura de Rodríguez Larreta fue sostenida e
impulsada por el periódico El Argentino,
editado por el Comité Popular Independiente a partir de 1904 y por las
elecciones. El periódico El
Independiente, que inició su edición con el siglo XX a cargo de Esteban
Delavalle, propició la candidatura de Marco Avellaneda (Bucich, 1971: 208). El
comité radical de la circunscripción 4° también contaba con su periódico, “El
Radical”, cuya crítica se bandeaba entre los conservadores, al inicio de la
década, para recaer sobre el socialismo con más vehemencia en años posteriores.
El periódico de mayor circulación barrial fue El Progreso de La Boca, de clara filiación socialista, el cual
bregó por la candidatura de Palacios. En 1904 estuvo bajo la dirección de
Florencia Martteucci, y en diciembre pasó a ser el editor responsable Antonio
Zaccagnini. El Progreso de La Boca se
imprimía en Imprenta Progreso (Lamadrid 360) propiedad del militante
anticlerical José Maggiolo. Este decidió durante la campaña de 1904 imprimirlo
de forma gratuita, al igual que los volantes y propaganda necesarios para
colaborar con la candidatura de Palacios (Bucich, 1971: 212), como por ejemplo la
publicación de corta existencia, La Luz,
dirigida por Zaccagnini dedicada a la campaña socialista de Palacios. Las
páginas de La Vanguardia, como órgano
del Partido Socialista, alojaron la voz oficial y sostenida por la candidatura
de Palacios.
Este
conjunto de voces y actores, partidos, comités, periódicos, los trabajadores y
sus familias movilizadas, confluyeron en la elección del día 13 de marzo donde
se dio el triunfo de Palacios. El mismo fue producto de una larga jornada
caracterizada como un “corso singular” por la prensa: coches repletos de
votantes que desde temprano surcaron las calles de La Boca, yendo de mesa en
mesa, donde se agrupaban pequeñas multitudes esperando las noticias de la
tarde, momento en el que cerraran los comicios. La lucha política fue extensa,
despertando gran interés en los vecinos. El grupo socialista pro candidatura de
Palacios se destacó por su presencia y acción en el barrio, y por la ventaja
que desde temprano tuvo en todas las mesas. Durante todo el día los socialistas
votaron en las diversas mesas con sus pañuelos rojos al cuello, y al conocerse
el triunfo se soltaron infinidad de globos de ese color.[31]
Como
ha mostrado Silvana Palermo, ya desde inicios del siglo las revistas ilustradas
de actualidad o magazines cubrieron
las campañas y comicios de manera exhaustiva y crítica, con un fuerte rol de la
imagen además de la palabra (Palermo, 2018). Con su clásico tono irónico, Caras y Caretas realizó una extensa
crónica de la votación en cada rincón de la ciudad, visibilizando la tensión
política post reforma electoral, y sus manifestaciones en el distrito
portuario, con el triunfo del socialismo; allí “se jugó admirablemente a las
escondidas electorales, agotando todas las argucias imaginables para
despistarse unos a otros, los candidatos que peleaban los mil pesitos de
reglamento. Uno hizo correr la bola de que tenía su gente armada para entrar a
saco a la primera voz de mando; otro, muy seguro del éxito, se quedó
en su casita para ir trazando muy despacio en su despacho el diagrama electoral
con los datos que le iban llevando los pesquisas que a pie y a caballo
recorrían los comicios; otro se gastó un capital en gasolina para hacer volar
el automóvil salvador... En las primeras horas de la mañana la elección iba tal
cual, a las dos de la tarde empezó a
ponerse fea la cosa, comenzaron los cabildeos y las conferencias a
puerta cerrada para hacer algo que conjurara el chaparrón que se les venía
encima en forma de libretas socialistas, y las tres y media la corrida fue
general, de nada sirvieron los corderitos asados y los chopecitos de última
hora.”[32] La
crónica señalaba la presencia permanente y multiplicada de Palacios, quien sin
coche, recorría el barrio a pie hora a hora y mesa a mesa. Al cruzarse el
cronista con Palacios en la Avenida A. Brown, le preguntó “Doctor, deseamos
retratarlo en el Centro Socialista, ¿quiere que vayamos? Suba en su coche y le
seguiremos en el nuestro. -¿Qué, qué? Si no soy candidato de coche. ¡No ve que
amanecí con dos pesos, che!” respondió Palacios. Como resultado, el coche de
Caras y Caretas llevó a Palacios hasta el local, y cierra el cronista “y nos
ganamos, aunque por tabla, las manifestaciones con que saludaban su paso.”[33]
El
periódico La Prensa mencionaba a
Palacios como el candidato popular, el cual “ganó de punta a punta con una
delantera definitiva de más de 150 votos”.[34] Al
cerrarse los comicios este recibió la carta de Marco Avellaneda en la cual lo
felicitaba por su triunfo legítimo. Según el diario La Prensa: “Al dirigirse el candidato triunfante al club socialista
fue objeto de una manifestación espontánea por parte del pueblo y el comercio
de La Boca.” Las seis cuadras que recorrió por Olavarría hasta el local fue
acompañado por dos cuadras de militantes y vecinos, mientras “las señoras le
arrojaban flores y serpentinas de los balcones”.[35]
La prensa barrial socialista
titulaba “¡Triunfo de la chusma!” señalando la cuarta circunscripción como “el
inexpugnable baluarte donde se estrellaran todas las maquinaciones
oficialistas.”[36] Si
bien no se hizo realidad la afirmación del periódico barrial, “Con el triunfo
de Palacios anuláronse caudillos”, cierto es que la campaña y victoria del
candidato socialista Palacios movilizó a una comunidad portuaria radicalizada,
en medio de un “general ambiente de protestas”[37],
canalizado una experiencia previa colectiva, de movilización y organización,
hacia una nueva dimensión de la política, la electoral. Si la campaña
socialista por lograr una bancada se desplegó en las calles del barrio, lo hizo
masiva y popularmente porque entroncaba en aquella configuración comunitaria y
obrera. Ni predeterminada, ni sostenida, tal combinación tuvo su configuración
determinada en la coyuntura de 1904, en un verano de protesta y movilización
portuaria. Pocos días después de la elección, en la tarde noche del día 18 de
marzo, los militantes socialistas y trabajadores de La Boca realizaron un
banquete de celebración en un local de la calle Pedro de Mendoza. El acto
convocó no menos de mil personas, muchas de las cuales quedaron fuera de las mesas
dispuestas, que alojaron a unos 600. Allí hablaron ante comensales y oyentes el
señor Aparicio, de la redacción de El Siglo, Juan B. Justo, y Del Valle
Ibarlucea, entre otros. Palacios mismo trazó allí a grandes rasgos el programa
parlamentario que iniciaría semanas más tarde. En el momento en que el diputado
electo llegaba al acto, los presentes “entonaron a coro el himno de los
trabajadores. Y fue una escena que, por lo natural y sencilla, tenía algo de
imponente: las notas enérgicas y vibrantes de la canción socialista al ser
entonadas por tantas voces de pueblo y al cuajar en el general ambiente de
protestas, tenían algo de tormenta que se aproxima”.[38]
Caras y Caretas, Buenos Aires, Nº 286, 26 de marzo 1904.
“Aspecto del Salón donde se
celebró el banquete”; “Cabecera de la mesa”.
Comentario final
Al asumir la
diputación nacional Alfredo Palacios presentó como primer proyecto la
derogación de la Ley de Expulsión de Extranjeros N° 4.144, conocida como la Ley
de Residencia. El domingo 16 de octubre de 1904 celebró en el Teatro Verdi del
barrio portuario una conferencia al año sobre su gestión parlamentaria,
auspiciada por el Centro Socialista de La Boca y con la presencia de Juan B.
Justo. Terminado el acto-asamblea, se entonó La Internacional mientras
recorrían las calles de La Boca (Senén González, 2015).
En el último cuarto
del siglo XIX La Boca fue territorio de la política conservadora; la
movilización obrera y la configuración de un sujeto comunitario en torno al
mundo del trabajo portuario en los primeros años del siglo, y más
específicamente entre 1903 y 1904, la transformaron en una plataforma local del
socialismo, con las condiciones de posibilidad que brindó la crisis del partido
gobernante y el despliegue del Partido Socialista. La elección para los trabajadores
y familias del distrito portuario fue una acción política significativa dentro
de un amplio marco de acciones y demandas sostenidas en los meses anteriores, y
debe entenderse y enmarcarse en esa experiencia. Los sentidos de esa
movilización, que tuvo durante la huelga general portuaria una radicalización
coyuntural producto del hostigamiento policial y la confrontación, articularon
diversas demandas vinculadas a la injusticia y un lenguaje de derechos (Caruso,
2019). Con la movilización electoral, y la posible representación encarnada en
Palacios, las acciones y demandas de la comunidad no cuestionaron las nociones
de democracia y república, al mismo tiempo que en el ejercicio y movilización
en función de consagrar a un candidato que consideraron propio, tensionaban los
límites de esta forma democrático-electoral, con la acción directa y la
movilización local sostenida. Sin embargo, no sobrepasaron estos límites, y por
el contrario, el camino de la campaña y la elección dieron una forma de
expresión republicana a un descontento y confrontación extremos de las semanas
previas, al iniciarse el año. Al
obturarse la protesta y la fiesta como formas de expresión comunitaria, las
elecciones se presentaron como una forma nueva, una expresión posible de esta.
Las redes laborales y
de vecindad en el puerto, las desplegadas en la organización de la huelga
portuaria previamente, entramaron relaciones densas y cotidianas en espacios comunes
del barrio. En esta trama, las elecciones fueron una experiencia formativa y
catalizadora de una identidad obrera barrial a inicios del siglo XX, vivida de
forma diferenciada por hombres y mujeres del barrio La Boca. El inicio del año 1904, y su movilización electoral, muestra así
una comunidad obrera portuaria de la Gran Metrópolis con acción propia, con sus
tramas, vínculos y vivencias compartidas, traducidas a un lenguaje común y
unificador, que trascendía en su contenido de clase al caos inentendible de
esta “Nueva Babel”, encontrando en los engranajes democráticos una posible
expresión.
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Recepción: 15/05/19
Evaluado: 04/08/2019
Versión Final: 20/08/2019
(*) Universidad Nacional de San Martín, Instituto de Altos Estudios Sociales. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. E-mail: lauracaruso@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6556-5705
[1] El querido historiador Juan Suriano venía desarrollando un trabajo biográfico extenso y reflexivo sobre Alfredo Palacios, y fue quien primero me planteó en diversas oportunidades la necesidad de interrogarse por la dimensión política en el distrito portuario.
[2] La Prensa, Buenos Aires, 09 de enero 1904. Una delegación gremial constituida por representantes de las sociedades de estibadores, marineros y foguistas, conductores de carros, capataces, mozos y cocineros se reunió el 8 de enero con el Ministro del Interior Joaquín V. González, quien les comentó en el marco de las negociaciones su iniciativa de confeccionar un código laboral.
[3] La Vanguardia, Buenos Aires, 30 de enero 1904 y La Prensa, Buenos Aires, 26 de enero 1904.
[4] La Prensa, Buenos Aires, 04 de enero de 1904, “Escena entre dos valientes”.
[5] La Prensa, Buenos Aires, 09 de enero 1904.
[6] La Prensa, Buenos Aires, 10, 12 y 14 de enero 1904.
[7] Caras y Caretas, Buenos Aires, Nº 276, 16 de enero de 1904.
[8] Ídem.
[9] CyC, Buenos Aires, Nº 276, 16 de enero 1904.
[10] El Progreso de La Boca, Buenos Aires, 24 de enero 1904.
[11] La Prensa, Buenos Aires, 10 de febrero 1904.
[12] CyC, Buenos Aires, Nº 279, 6 febrero 1904.
[13] La Vanguardia, Buenos Aires, 30 de enero 1904.
[14] Idem.
[15] La Prensa, Buenos Aires, 18 de febrero 1904. Durante todo el mes de diciembre, aún en plena huelga, en las oficinas del Registro Civil se podían retirar las libretas o partidas cívicas. La sede central de dicho registro estaba ubicada en las cercanías de la Plaza de Mayo, pero contaba con una sucursal en el barrio portuario, en la avenida Almirante Brown al 1300. La Prensa, Buenos Aires, 08 de diciembre 1904.
[16] Ciudad de Buenos Aires (1904). Segundo Censo Municipal. El censo fue realizado del 11 al 18 de septiembre.
[17] Varones argentinos locales 11.571 hab., mujeres argentinas locales 11.798 hab. (total de 23.369 hab) Varones argentinos de otras provincias 3.699 hab., mujeres argentinas de otras provincias 3.618 hab. (total 7317) Total argentinos 30.686 hab. De 60.878 habitantes del barrio. Datos censales.
[18] Estos casi 30 mil extranjeros del barrio se componían, según datos censales, de esta manera: 979 varones y 957 mujeres americanas, 15201 varones y 10.614 mujeres europeas, 45 varones asiáticos y 17 mujeres; 7 africanos varones y 2 mujeres de tal procedencia.
[19] Las mesas N° 9 a 14 funcionaban en la sección vecina, el barrio de Barracas, con similar cantidad de agentes policiales.
[20] Orden del Día 2 de marzo de 1904, Expediente Ministerio del Interior (AGN) N° 182, letra H, 1904.
[21] La Prensa, Buenos Aires, 07 de marzo 1904.
[22] La Prensa, Buenos Aires, 10 de febrero 1904.
[23] La Prensa, Buenos Aires, 07 de marzo 1904.
[24] La Prensa, Buenos Aires, 10 de marzo 1904.
[25] La Prensa, Buenos Aires, 14 de marzo 1904.
[26] El Progreso de La Boca, Buenos Aires, Nº 405, 24 enero 1904.
[27] La Prensa, Buenos Aires, 20 de febrero 1904.
[28] La Prensa, Buenos Aires, 01 de marzo 1904.
[29] La Prensa, Buenos Aires, 11 de marzo 1904.
[30] Ramón Columba, El Congreso que yo he visto, 1906-1943, Ediciones Columba, Buenos Aires, 1948, reproducida en Pereyra, 1999.
[31] La Prensa, Buenos Aires, 14 de marzo 1904.
[32] CyC, Buenos Aires, Nº 285, 19 de marzo de 1904.
[33] Idem.
[34] La Prensa, Buenos Aires, 14 de marzo 1904
[35] Ídem.
[36] El Progreso de La Boca, Buenos Aires, 03 de abril 1904.
[37] El Progreso de La Boca, Buenos Aires, 13 de marzo 1904.
[38] Caras y Caretas, Buenos Aires, Nº 286, 26 de marzo 1904.