De leales a conjurados. Una expresión de la derecha

nacionalista-católica de 1955 en Río Cuarto

 

Griselda Pécora(*)

(UNRC; gpecora@hum.unrc.edu.ar)

 

En producciones anteriores, se ha concluído que la insurrección planificada y desplegada por un grupo de militares y civiles el 2 de septiembre de 1955 en Río Cuarto, fue el primer paso fallido de la revolución “Libertadora” del día 16. Sin embargo, no sería un paso en falso, ya que fue comandado por un General sin mando de tropas, de filiación peronista reconocida, a partir de una decisión casi autónoma y no bien calificada por sus pares, con un grupo de militares conjurados y adhesiones de civiles, laicos y religiosos y de gran base en sectores sociales altos y medios, que asestó el golpe final al segundo gobierno constitucional de Perón.

Su estallido frustrado modificó la estructura conspirativa que se armaba en Capital Federal. La acción de los “Comandos civiles” capitalinos y los que se formaron en las pequeñas ciudades del interior como Río Cuarto marcaron diferencias en su organización pero cumplieron idénticas funciones de represión y persecusión política e ideológica de ciudadanos, dirigentes partidarios y destrucción de elementos de orden simbólico vinculados al peronismo.

Este trabajo se propone una somera aproximación a la subjetividad de un personaje histórico como expresión local del nacionalismo católico. En este sentido, se consideraran el discurso y la acción del Gral. Dalmiro Videla Balaguer, cabeza del movimiento rebelde, respaldado decididamente tanto por la jerarquía eclesiástica como por sectores civiles laicos. Para ello, se han seleccionado dos documentos que evidencian vivamente la vigencia ideológica de la corriente mencionada y que corresponden a momentos cercanos en tiempo y como producto del avance y del triunfo después de las fuerzas opositoras a Perón. También en este trabajo, se han recuperado fragmentos de una publicación anterior sobre el ´55 a la luz ahora de este enfoque, pero prescindiendo de los detalles y extensas descripciones de lo acontecido por aquellos días.

Las lecturas que podrían iluminar acerca de la subjetividad de personajes como el que aquí se presenta, no han sido abundantes aún teniendo en cuenta la enorme producción que ha promovido el peronismo como objeto de estudio e interpretaciones diversas. Valga entonces como brevísimo aporte para producciones posteriores.

 

Septiembre de 1955.

Recuperando las voces de los protagonistas locales

 

Desde comienzos del año 1954 el General Dalmiro Videla Balaguer[1] se instala como Comandante de la Cuarta Región Militar con asiento en Río Cuarto, en la sede entre las calles Eva Perón (hoy Constitución) y Buenos Aires. Como oficial leal al gobierno peronista había recibido en septiembre de 1951 una recordatoria acuñada por la CGT para todos aquellos militares que se destacaron en la defensa del orden constitucional ante el frustrado golpe del

 Gral. Menéndez en el mismo año. Su trayectoria no dejaba dudas de profesionalismo y vocación militar. Pero hacia 1955 había contado con el tiempo y la información suficiente como para conocer la gran jurisdicción que comprendía su comandancia: cinco provincias, Córdoba, San Luis, San Juan, Mendoza, La Rioja.

“En aquella época hice en la Región varios ejercicios de movilización general. Todo esto me permitió hacer un estudio acabado de la situación que se vivía en la zona y en el país. Es así que para mí, Río IV representó un lugar más que adecuado para la maduración de la idea de provocar el hecho revolucionario; ya que esta idea nacía y maduraba a través de apreciación de la realidad, cosa que la natural ubicación geográfica y el ejercicio de mi comando me permitieron. La elección de Córdoba como eje revolucionario, la participación en alguna forma de San Luis y Mendoza, se debe también a lo señalado, en lo que hace a la Jurisdicción de Cdo. de la IV Región Militar.”[2]

Entre sus camaradas contaba con la colaboración del Cnel. Juan Bautista Picca, el Mayor Jorge Fernández Funes, los Tenientes Raúl P. Picasso y Carlos Carabba y otros subalternos. Cercano a ellos y a cargo del entonces Regimiento de Infantería 14, el Cnel. Arístides Ruibal. Estos hombres serían protagonistas activos en el desencadenamiento del 2 de septiembre.

En la noche del 31 de agosto, luego de escuchar el discurso del Presidente Perón, el Gral. Videla Balaguer reúne a los mencionados en la sede de la Comandancia con el fin de comentar críticamente sus palabras; más tarde explica cómo concibió la idea de iniciar un levantamiento de las tropas de la guarnición local con algunas conexiones con unidades capitalinas de Córdoba.

“(...) No estoy de acuerdo con los conceptos vertidos en el mismo, por cuanto el Dictador ha asumido la suma del Poder Público, conculcando todas las libertades, ha permitido la quema de la bandera y de los templos, violando la Constitución y las leyes y nos amenaza cinco por uno (…) Por lo tanto, desde este momento, me declaro en rebeldía. El que no esté de acuerdo, dé un paso al frente.”[3]

Así lo hicieron un suboficial y un Tte. Cnel. retirado, de los cuales se podría nombrar al primero, Suboficial Mayor Alfredo Mauvecin -auxiliar de la sección Movilización- quien habría de comunicar la insurrección inminente a las autoridades nacionales y sería considerado después como infidente y perseguido durante meses por los comandos civiles locales producida ya la Revolución.

Mientras tanto, en Buenos Aires, las líneas golpistas -diversas y heterogéneas-, con Lonardi excluido y Aramburu a la cabeza de la gran conspiración –aunque negara ser parte de movimiento alguno-, anticipaban la “gesta” contando con la colaboración expresa del Cnel. Arturo Ossorio Arana, encargado de asegurar el levantamiento de la guarnición cordobesa. Por esos días, Ossorio Arana viaja a Río Cuarto, atendiendo también a rumores de que Videla Balaguer conspiraba solo y podía lanzarse a una aventura sin medir las consecuencias que esto tendría para la planeada revolución. El viaje clandestino de Ossorio Arana a Río Cuarto, tiene destino en la madrugada del 2 en la casa de Videla Balaguer y después se le brindaría protección y hospedaje en el domicilio del Sr. Alberto Fernández. Allí comunicó que la revolución se postergaba para el 16 de septiembre, debido a que con el frustrado retiro del Presidente y los hechos posteriores todas las guarniciones permanecían acuarteladas, sin posibilidad de maniobrar ni establecer contactos fluidos entre sí. No obstante, parecía haberse decidido la acción futura de levantarse desde Río Cuarto ya que el mismo Ossorio Arana afirmaría: “Lo más grave, es que Videla se negaba a subordinarse al comando de Aramburu.”[4]

De allí en más, regresó a la Capital Federal pero alcanzó a comunicarle desde Córdoba en forma cifrada que no intentara ningún movimiento subversivo hasta días después; más tarde advierte a Videla Balaguer que viajan algunos generales para detenerlo. Mientras el nerviosismo crecía en Córdoba, Lonardi acepta integrar la “Revolución Libertadora” poniéndose al mando de la toma de Córdoba.

“Está bien claro que por aquel entonces el jefe de la proyectada revolución era el General Aramburu y que Lonardi se había unido al movimiento luego de la negativa de Aramburu, por invitación de Ossorio Arana, con la misión parcial y específica de comandar las fuerzas revolucionarias de Córdoba”.[5]

De hecho ante el acomodamiento de estos cuadros de conducción, las acciones prematuras no tendrían éxito, pero forzarían a acelerar los pasos finales.

En la noche del 2, Videla Balaguer, Carabba, Funes, Picasso y Picca -los cinco militares- y dos civiles, Felipe Humaran y Alejandro Iglesias, que conduce un automóvil para los prófugos, pasan por distintos lugares de la provincia, se refugian en alguna que otra estancia cercana a Río Cuarto y parten nuevamente con rumbo a la casona de los Humaran en un lugar de San Luis, el paraje “La Toma”. Allí permanecerán ocultos durante cinco días consecutivos. En Río Cuarto, por entonces, una misión oficial se hizo presente en el Arsenal de Holmberg y con asiento en el Casino de Oficiales del Regimiento 14 comenzó la búsqueda de los conjurados. Se intervino la Comandancia y se puso en tela de juicio al mismo jefe del Arsenal, en ese momento Cnel. Oscar Dietrich. Funcionó como “Comando de represión” y coordinaba las acciones el Gral. José Epifanio Sosa Molina.

“El que el Comando de represión a cargo del Gral. Sosa Molina se estableciese en Río IV muestra la importancia que el gobierno peronista y sus servicios dieron al movimiento iniciado el día 2 de septiembre de 1955.”[6] Se podría agregar que se estaba en alerta de la posibilidad de un movimiento sedicioso de mayores dimensiones.

 

Primer momento: La Proclama revolucionaria

 

Al amparo de la vieja estancia y la soledad serrana, los prófugos comentaron y analizaron durante varias horas los contactos en San Luis y las posibles formas de que el Gral. Videla Balaguer pudiera huir hasta Córdoba, aguardando el momento de incorporarse al anunciado estallido del 16. Luego de la cena, se redactó la segunda proclama revolucionaria, ya que la primera había sido enviada a Córdoba y no se cuenta con tal testimonio. De tono firmemente militar, con dejos de inspiración mesiánica y religiosa, el Gral. Videla Balaguer expresó:

“En el puesto de Comando, en algún lugar de la Patria. 4 de Septiembre de 1955.

1.- El movimiento no está vencido: el Comando sigue trabajando libre y activamente, burlando todas las medidas de Perón.

2.- La República está de pie, hombres, mujeres y niños, para luchar hasta triunfar o morir.

3.- Dios y la Patria esperan confiados en la decisión y el valor, jamás desmentidos de los argentinos, que escribirán así, una de las páginas más gloriosas de nuestra historia.

4.- Perón sabe que su gobierno tiene sus días contados; por eso grita y amenaza con cobardía rayana en la locura, que no intimida a la gente decente y bien nacida.

5.- Cuando el padre de la familia pierde el juicio, los hijos que tienen dignidad y sentido común, aunque lo quieran, no pueden permitir que les siga mandando.

6.- La limpia y heroica tradición argentina patriótica, y Dios y la Patria nos darán fuerza y coraje para vencer tanta humillación y flaqueza.

7.- El honor, el valor y la tradición gloriosa del uniforme de San Martín y de Belgrano están en juego.

El mundo está pendiente de nosotros.

Arriba los corazones, Que la Virgen Generala nos protege. Es preferible mil veces dar la vida, antes que vivir humillados por Perón.

8.- La bandera sacrosanta de la Patria nos impone esta lucha sin cuartel, para ser dignos de servir a su sombra o morir bajo sus pliegues”.

Firma

El General en Jefe del Comando Argentino de recuperación patriótica y moral. (en lápiz) DIFUNDA Y HAGA COPIAS.”[7]

Según la versión de los entrevistados y protagonistas de estas jornadas, la Proclama se difundió por Radio Carve de Montevideo durante varios días. Luego de la redacción, en otro acto propio de la idiosincrasia del Jefe conjurado, se hizo juramentar a cada uno de los presentes la lealtad a tales expresiones, lo que fue aceptado con algunas sonrisas tolerantes de por medio. Ahora sí eran conjurados, aun a sabiendas de que el movimiento de Río Cuarto había fracasado.

Al parecer, Videla Balaguer había establecido amistad con el cura de La Toma, y luego de algunas peripecias, huyó disfrazado de sacerdote con tonsura completa en la noche del 10 con rumbo a la ciudad de Córdoba. La clave telefónica del viaje, transmitida por Fernández Funes al Dr. Tristán Castellano -quien residía allí- fue “Belgrano ha salido.”[8] Y Videla Balaguer llegaría a la capital cordobesa oculto en el baúl de un automóvil. De aquí en más, el cabecilla de la frustrada insurrección de Río Cuarto, seguirá cometiendo torpezas en su camino de General sin mando de tropa y “católico implacable”, tanto como para ganarse la descalificación e ironía crítica entre sus camaradas de armas y civiles contemporáneos y futuros.[9]

En la capital cordobesa, le asignaron ponerse al mando del llamado “Comando de defensa” de la ciudad, que contaba con diversos efectivos. Sin embargo el relato que hace Marta Lonardi de los momentos previos denota nuevamente un tono algo peyorativo del oficial. “Otra misión significativa fue el RESCATE del Gral. Videla Balaguer, que estaba rodeado por las fuerzas policiales en casa de Tristán Castellanos con un grupo de civiles a los que hacía prestar juramento de lealtad a la Revolución, sobre las Sagradas Escrituras.”[10]

Allí se encontraban los que habían salido de Río Cuarto el día 2. No había dudas cuánto molestaba a los cuadros militares porteños el antecedente político inmediato de “Videlita” -así lo llamaba Perón- signo que haría atribuirle epítetos tales como “frailón”, o “traidor” en el peor de los casos. De todos modos, la Jefatura de Policía fue tomada, sería sede del Comando Revolucionario por unas horas para trasladarse luego al Palacio de Justicia.

Perón mismo decía: “El gobierno estaba en perfecto conocimiento de las conspiraciones, pero prefirió guiarse por la palabra de los mismos militares y de sus seguridades de que podía contar ciegamente con las tropas (...) No quisimos pensar en lo peor y nos equivocamos.” Años más tarde, en diálogo con Enrique Pavón Pereira dijo refiriéndose a Videla Balaguer, Bengoa, Aramburu y otros: “¿Acaso de ellos se podía aguardar una traición aleve? (...) La verdad es que los generales no querían pelear. Hubiesen ido a la guerra con tal de no pelear.”[11]

 

Segundo momento:

El regreso ‘triunfal’ de Videla Balaguer a la ciudad

 

El 27 de septiembre de 1955 asumió la Intendencia de Facto de la ciudad de Río Cuarto el señor Ben Alfa Petrazzini, de acuerdo a los establecido en el Decreto Nº 6 de la Intervención Federal. Sin embargo, el 23 de noviembre de 1956 Ben Alfa Petrazzini tuvo que delegar el mando por razones de salud, asumiendo en lugar suyo el señor Lucas Espinosa Arribillaga[12] de larga militancia radical.

El arribo del Interventor Federal de la Provincia de Córdoba, General de Brigada Dalmiro F. Videla Balaguer, a Río Cuarto fue motivo de apoteosis para muchos, aquél sábado 1º de octubre de 1955. En verdad había llegado al atardecer del día anterior, acompañado de su secretario privado, Mayor Jorge M. Fernández Funes, su ayudante Primer Teniente aeronáutico Alberto Echenique y el Jefe de Ceremonial señor Eduardo Rius Beascoechea. Era el primer acto oficial de Videla Balaguer fuera de la capital provincial, hecho que fue juzgado como (…) “un gesto personal de quien fuera uno de los más descollantes jefes de la gloriosa gesta hacia la ciudad de Río Cuarto, por haber sido en ella en donde se gestó el movimiento revolucionario de la Libertad y que abatiera a la nefasta dictadura que afligía a la República.”[13]

El Te Deum fue oficiado por Monseñor Leopoldo Buteler en el templo catedralicio, allí el prelado no ahorró lisonjas para con el visitante: “Podéis dar gracia al Altísimo por haberos elegido para realizar esa cruzada heroica que ha devuelto la paz a las conciencias, la libertad para el pueblo y el respeto a la dignidad humana.” Y mirando al héroe “evocó a Salomón que para regir los destinos de Israel, pedía al Señor que le diese prudencia, sabiduría, discreción y tacto”,[14] “En un gran acto público será homenajeado hoy el Dr. M. A. Zavala Ortiz”:[15]

El sábado 1 de octubre de 1955 frente a la Iglesia Catedral se presentó Videla Balaguer brindando un discurso de tono triunfante y eufórico dirigido a las autoridades y a la multitud y que fue reproducido sólo parcialmente (en fragmentos) por los dos matutinos de entonces, “El Pueblo” y “La Calle” en similares versiones dos días después. Estos fragmentos corresponden a la versión dada por el diario “La Calle”: “Brillantes Contornos Alcanzó el Homenaje al Interventor General Dalmiro Videla Balaguer” “Dios y Patria que en este día ambos himnos resuenan con más vigor porque ha surgido en el firmamento de la Patria una nueva aurora de libertad, de la libertad que había sido negada al pueblo para adorar a Dios y para disfrutar de los derechos que la constitución y las leyes acuerdan. Aurora, que es expresión de las tradiciones democráticas del pueblo argentino, del pueblo de Mayo y del que, con San Martín, conquistó la libertad para nuestra Patria y para pueblos hermanos.” (…)

Luego de hacer una invocación a la paz, se refirió a sus deseos de que Río Cuarto fuera motivo de su primer salida de la sede del gobierno, destacando luego la acción de los civiles de Río Cuarto en la gesta revolucionaria y dedicó sus elogios a la juventud heroica, pidiendo luego un minuto de silencio en homenaje a los caídos en la lucha. Después de elogiar la parte activa que la mujer argentina tuvo a su cargo en la revolución, el general Videla Balaguer expresó: (…) “No abrigamos sentimientos personales, ni odios ni venganzas, ni resquemores para quienes, equivocados, no nos acompañaron; por eso hemos dicho que no hay vencedores ni vencidos. Pero, en cambio, tendrán que rendir cuentas los que hayan delinquido, los que hayan hecho traición a sus propias pregonadas convicciones, a los que burlaron de la Constitución y las leyes, los que comprometieron su dignidad con negociados y, en fin, los que se hicieron pasibles de esos abominables delitos comunes, todos los cuales deberán rendir cuenta de sus actos ante la justicia. Porque debe tenerse en cuenta también que Dios castiga a los malos.”

(…) “La revolución no fue hecha para los oligarcas ni para nadie, ni contra los trabajadores, sino para librar a la patria de un régimen que causó tanto daño a la República, bajo diversos aspectos de orden moral, administrativo, económico y social, corrompiendo conciencias con dádivas y fomentando el peculado y los negociados.”

Videla Balaguer, justificando su paso de leal a conjurado y la fenecida lealtad al Presidente dijo: “Yo también creí en él cuando lo suponía poseedor de las virtudes sanmartinianas; pero, sus abusos de gobierno, sus persecuciones a los más sagrado de la dignidad del hombre y a los derechos de la libertad del pueblo; cuando quiso arrasar las tradiciones democráticas y cristianas que siempre han caracterizado al pueblo argentino; ante tal convencimiento era obligatorio encender la revolución que habría de abatir al régimen nefasto, sin reparar en sacrificios, ni en los de la propia carrera, ni el de la propia vida.”(…)

(…) “La tarea que hemos emprendido, de reconstrucción y de reordenamiento, no es fácil, pero si todos ponemos el hombro, sin distinciones de ninguna clase, hemos de salvar todos los escollos y afirmar una nueva era de paz, de progreso y de felicidad para todos.”[16]

 

Aproximación a la subjetividad del personaje

 

Es claro, a la luz de los dos documentos presentados, la influencia basal del pensamiento conservador y la corriente nacionalista católica proveniente de la década de 1930, con posicionamiento favorable a la institucionalidad republicana, el acatamiento de la Constitución de manera contradictoria (promover golpes antidemocráticos) por un lado y por otro, la defensa a ultranza de la presencia del catolicismo en la concepción de nación que propugna.

No obstante, Videla Balaguer era un militar de Ejército y en él primó esta última visión de la política. Su subjetividad acerca del papel que tomó en la conjuración del 2 de septiembre, su actuación en Córdoba como jefe de los comandos civiles y luego siendo designado Interventor General de la Provincia, señala un inicio místico, que él mismo relatara a sus pares en los días de junio del 55 cuando se encontraba estableciendo contactos en Buenos Aires. Según el relato que de estas horas brinda Isidoro Ruiz Moreno[17], fue a partir de la fuerte impresión que le causaron los sucesos trágicos de los bombardeos y sobre todo, la quema de algunas iglesias por una supuesta mano peronista, que visitó la iglesia de San Ignacio y allí, hincado ante Santa Teresa, pidió una señal al cielo para obtener de Dios la certidumbre de iniciar el planeado levantamiento contra el dictador. La lectura espontánea del misal de la santa lo animó y convenció de que estaba en la senda correcta. En este contexto de creencias y certezas sobre una misión a cumplir, es que puede resultar más claro el texto del primer documento expuesto en este trabajo, la Proclama de septiembre de 1955.

Es probable que además haya albergado la expectativa de encabezar y dirigir personalmente finalmente una revolución que a las claras se insinuaba desde largo tiempo atrás, pero no acertaba con un liderazgo definitivo ya que los generales que conspiraban pertenecían a líneas divergentes (Lonardi, Aramburu, otros…) y no había acuerdo de las coordenadas de tiempo y espacio del estallido. Algunos autores como Capellupo[18] califican como un pronunciamiento individual el de Videla Balaguer y afirma que su intención fue armar una revuelta propia en la guarnición Río Cuarto.

De acuerdo con lo expresado por María Estela Spinelli[19], la corriente golpista que comandó Lonardi (concepción a la que se aproxima Videla Balaguer) con su definición nacionalista católica, fracasó ampliamente porque no colmó las ambiciones de quienes pretendían un espacio político protagónico en la transición. Lonardi y sus seguidores nacionalistas, juzgaron a Perón más por la ruptura con la Iglesia, los supuestos actos de corrupción y el negociado con intereses foráneos, que por haber sido calificado por los civiles opositores de encarnar un gobierno nazi-fascista en Argentina. Es en este contexto ideológico es que resulta posible inscribir a Dalmiro Videla Balaguer e interpretar mejor sus afirmaciones rimbombantes en el segundo documento presentado, el discurso registrado en Río Cuarto el 1 de octubre de 1955.

Por otra parte, Walter[20] describe cómo los nacionalistas se sintieron convocados a partir del golpe de 1943 y se acercaron al peronismo. Esta relación cercana y ambivalente llegó a su fin entre 1954 y 1955, por la primacía que adquirió la quebrada relación con la Iglesia. Se percataron de que el programa gubernamental no encajaba con su ortodoxia, básicamente, la supresión de la enseñanza religiosa y la autorización del divorcio vincular, leyes altamente provocadoras para el corpus ideológico de los católicos y que terminó empujando a la más decidida oposición a muchos de ellos. También le cuestionaron a Perón entre otros rasgos, su personalismo, la relación con las masas, su apropiación de espacios sociales antes exclusivos de la Iglesia, los contratos con las compañías petroleras, terminó por sumarlos dramáticamente a la conspiración general.

La exposición de estos documentos predispone a seguir indagando más profundamente sobre los sujetos que no quedaron sólo en el discurso mesiánico de la oposición al peronismo y a su líder, mucho más si se trata de comprender que estas voces desconocidas por la historia “porteña” enriquecen notablemente el conocimiento de ideas y representaciones sociales que operaron en la política de otras décadas y a la vez que se resignifican en el devenir de la historia argentina.

 

 

RESUMEN

 

De leales a conjurados. Una expresión de la derecha nacionalista-católica de 1955 en Río Cuarto

 

Este trabajo se propone una somera aproximación a la subjetividad de un personaje histórico como expresión local del nacionalismo católico. En este sentido, se consideraran el discurso y la acción del Gral. Dalmiro Videla Balaguer, cabeza del movimiento rebelde, respaldado decididamente tanto por la jerarquía eclesiástica como por sectores civiles laicos. Para ello, se han seleccionado dos documentos de 1955, en el marco de la autodenominada Revolución Libertadora, a saber: la “Proclama Revolucionaria” y el Discurso del 1 de octubre- que evidencian vivamente la vigencia ideológica de la corriente mencionada como producto del avance y del triunfo después de las fuerzas opositoras a Perón.Es claro, a la luz de los dos documentos presentados, la influencia basal del pensamiento conservador y la corriente nacionalista católica proveniente de la década de 1930. Las lecturas acerca de la subjetividad de personajes como el que aquí se presenta -aún no terminada-, pueden brindar aportes a la enorme producción que ha promovido el peronismo como objeto de estudio e interpretaciones diversas.

 

Palabras clave: peronismo - revolución libertadora - nacionalismo – proclama

 

 

ABSTRACT

 

From loyal conspirators. An expression of the nationalist right-Catholic, 1955 in Rio Cuarto

 

This paper proposes a rough approximation to the subjectivity of an historical character as a local expression of catholic nationalism. In this regard, we will consider the speech and action of General Dalmiro Videla Balaguer, head of the rebel movement, strongly supported both by the church hierarchy as secular civilian sectors. To do this, we have selected two documents from 1955, as part of the selfnamed Liberating Revolution, namely: the "Revolutionary Proclamation" and the Discourse on October 1, which vividly demonstrate the validity of the current ideological mentioned as a result of progress and triumph after opposition forces Perón. Clearly, in light of the two papers, the basal influence of conservative thought and the catholic nationalist movement from the 1930s. Readings about the subjectivity of characters as presented here -yet unfinished-, can provide constributions to the huge production that has promoted Peronism as an object of study and different interpretations.

 

Key words: peronism - liberating revolution - nationalism - proclamation

 

 

Recibido: 01/03/2013

Evaluado: 23/05/13

Versión final: 12/07/13

 

Notas



(*) Profesora y Licenciada en Historia. Magister en Ciencias Sociales, docente e investigadora en Universidad Nacional de Río Cuarto.

[1] Dalmiro Félix Videla Balaguer (San Juan, 1905-199?) Trayectoria militar: Se inició en la carrera militar, ingresando en el año 1922 a la academia. En 1937 es ascendido a capitán. En 1941 fue agregado militar en Ecuador. Al año siguiente, integró la comisión de observadores militares en las disputas fronterizas entre Ecuador y Perú. Es ascendido a teniente coronel en 1945, y en 1949, a coronel. Entre 1948-1949 fue jefe del Regimiento de Patricios, estando a cargo, luego, de la preparación militar en el Liceo Militar “General San Martín”. Fue agregado militar en Perú (1952-1953). Con el grado de general de brigada fue comandante del Comando de la 4ta. Región Militar entre 1954-1955. Interventor federal: En 1955, el presidente de facto Eduardo Lonardi lo designó interventor federal de la provincia de Córdoba, tomándole juramento el día 21 de septiembre. En noviembre de ese año, Lonardi renuncia, y las nuevas autoridades nombraron como interventor a Medardo Gallardo Valdéz. Posteriormente, se desempeñó como embajador argentino en Italia hasta 1960, año en que pasó a retiro.

[2] Correspondencia personal a la autora del Gral. (r) Dalmiro Videla Balaguer. 26 de septiembre de 1989, p. 8.

[3] Gral. Videla Balaguer, En: Todo es historia, N° 166. Bs. As., p. 45.

[4] LONARDI, Marta; Mi padre y la Revolución del 55; Cuenca del Plata, Bs. As., 1980, p. 51.

[5] Ibídem, p. 52.

[6] Correspondencia personal a la autora del Gral. (r) Dalmiro Videla Balaguer. 26 de septiembre de 1989, p. 12..

[7] Proclama revolucionaria del 4 de septiembre de 1955. Copia facilitada (en 1988) por Comandos civiles de la ciudad de Río Cuarto.

[8] Entrevista a los Sres. Felipe Humaran y Alejandro Iglesias. 4 de marzo de 1989.

[9] CAPELLUPO Rafael M.; 1955. Revolución” en Córdoba. Crónica de una cruzada cívico militar polémica, El Emporio Ediciones, Córdoba, 2005, p. 117 y ss.

[10] LONARDI, M.; op. cit., p. 85.

[11] CHÁVEZ, Fermín; Perón y el Peronismo en la Historia Contemporánea. T. 2.; Oriente, Bs. As., 1984.

[12] Lucas Dardo Espinosa Arribillaga (1901-1975). Fue profesor de Historia en la Escuela Normal. Afiliado a UCR y ocupando diversos cargos partidarios. Colaborador en el diario El Pueblo de Río Cuarto. Delegado de la Federación de Periodistas. Secretario de Gobierno del Municipio (1955-1956); Comisionado Municipal (1956-1958).

[13] El Pueblo, 1 de octubre de 1955, p. 2.

[14] El Pueblo, 2 de octubre de 1955, p. 2.

[15] El Pueblo, miércoles 5 de octubre de 1955, p. 2.

[16] La Calle, 3 de octubre de 1955, p.2.

[17] RUIZ MORENO, Isidoro; La Revolución del 55. I- Dictadura y Conspiración, Emecé, Bs. As., 1994, p. 377.

[18] CAPELLUPO, Rafael M.; op. cit..

[19] SPINELLI, María Estela; Los Vencedores Vencidos. El antiperonismo y la “Revolución Libertadora”, Biblos, Bs. As., 2005.

[20] WALTER, Richard J.; “La derecha y los peronistas, 1943-1955”. En: ROCK, David; MC GEE DEUTSCH, Sandra y otros; La derecha argentina. Nacionalistas, Neoliberales, Militares y Clericales, Javier Vergara, Bs. As., 2001.