Facundo de Sarmiento: Una lógica de coexistencia en la dicotomía civilización-barbarie

 

Clara Racca y Mariela Moretti(*)

 

Una primera lectura del Facundo de Sarmiento puede llevarnos a concluir que la problemática de la realidad argentina de 1845 –fecha de publicación de la obra[1]- sólo se resolverá tomando partido por uno de los polos de la dicotomía: civilización-barbarie. Sin embargo, una lectura más profunda nos revelará la existencia de una lógica de coexistencia entre ambos[2]. El presente trabajo se centrará precisamente en el análisis de esta dicotomía y de su coexistencia profunda, aunque debamos reconocer que no se tratará de un examen exhaustivo. Es necesario aclarar que, aunque ‘civilización-barbarie’ sea la fórmula que guiará nuestra lectura, muchas veces se traducirá en otras oposiciones que también ocultan una lógica de coexistencia, como por ejemplo: campo-ciudad, tradición-modernidad, extensión- velocidad, federales-unitarios.

El término civilización se asocia al progreso, la perfectibilidad humana, la libertad política y religiosa; y encuentra su correlato en la urbanidad, por eso las grandes extensiones que carecen de comunidades son vistas como lugares en donde el monstruo bárbaro habita porque “todo lo que no es civilizado, todo lo que se le resiste, todo lo que la amenaza toma la figura de monstruo y de mal absoluto”[3]. El bárbaro es aquel otro estigmatizado en el que se personifica el estancamiento de la humanidad, a ese otro se lo “juzgará en nombre de la civilización”[4]

“(...) Necesítase, empero, para desatar este nudo que no ha podido cortar la espada, estudiar prolijamente las vueltas y revueltas de los hilos que lo conforman y buscar en los antecedentes nacionales, en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, los puntos que están pegados (...)”[5]

Se requiere un artesano para que meticulosamente, hilo por hilo, desarme el gran nudo rosista en el que se ha convertido la Argentina. Ese artesano no es otro que el mismo Sarmiento[6]. Para ello éste se posiciona inmediatamente desde la voz del intelectual de su época, el único que cuenta con el capital cultural necesario para comprender por qué el país ha llegado a ser lo que es y cómo es posible salir de esa situación. Su instrumento es el saber europeo, con él realizará un estudio sociohistórico, político, geográfico e ideológico para desenmascarar a la barbarie, exponerla a la luz pública y así, dominarla, contrarrestarla. Pero Sarmiento no realiza un uso simple de ese bagaje cultural sino que más bien reestructura el discurso porque trata de ‘llenar vacíos’[7] de los que adolece dicho saber; es decir, trata de tener en cuenta las zonas de la vida americana que tal saber no había logrado escuchar: la voz del otro, ese otro americano que carecía de escritura y que, sin embargo, comportaba un saber.[8] Para Sarmiento oír esa voz era decisivo para la restauración del orden y de un proyecto modernizador[9].

Al comenzar el Facundo, en la “Advertencia del Autor”, se enuncia la famosa cita en francés: “(...) On ne tue, point les idées (...)”[10] Estas palabras, además de servirnos como ejemplo de lo dicho anteriormente respecto del saber europeo, marcan tres cuestiones importantes: la primera es que no es casualidad que el idioma escogido haya sido el francés, ya que esa lengua se identifica con la “civilización”, con las “luces del siglo”[11], con la Ilustración, componente fundamental del pensamiento sarmientino: la segunda es que se establece un lugar claro del escritor ya que se “define como un civilizador y sus textos son el escenario donde circulan y se exhiben las lecturas extranjeras”[12], lo cual exige ciertos conocimientos en los lectores para que puedan acceder a la lectura; y la tercera, consecuencia directa de la anterior, es que al no poder leerla cualquiera, en ella “la oposición entre civilización y barbarie se cristaliza”[13].

Sarmiento no llega a advertir que la cita en francés no corresponde a quien él se la ha atribuido. Este “error” señalado por los críticos, es explicado según diferentes puntos de vista. Por ejemplo: Ricardo Piglia sostiene que, al exponer atribuciones erróneas y citas falsas, “la barbarie corroe el gesto erudito”[14]. En cambio, Julio Ramos expresa que ese mal uso de las letras europeas sirve al autor para mostrar las particularidades americanas y erigirse como mediador, para expresar que el caos en la Argentina se debe al error cometido por la ciudad al querer incorporar lo europeo sin tener en cuenta los particularismos del país cuya consecuencia es la barbarie al poder [15], personificada por Rosas según Sarmiento.

A partir del par opositivo “civilización-barbarie” se plantea una primera dicotomía: “campo-ciudad”, contraponiendo también a los habitantes de cada uno de acuerdo con sus hábitos y costumbres[16]

La colonización –entendamos también aquí la unión de las razas española e indígena- y lo geográfico, determinan el carácter de las personas que habitan el desierto[17] a las cuales es necesario civilizar:

“(...) El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas, la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son por lo general los límites incuestionables entre unas y otras provincias (...)” [18]

El desierto y la soledad se oponen a la obra de la civilización que se realiza en las ciudades:

“(...) La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí están los talleres de artes, las tiendas de comercio, las escuelas y los colegios, los juzgados y todo lo que caracteriza, en fin, a los pueblos cultos (...)” [19]

Asimismo, Sarmiento, distingue “civilización-progreso” de “barbarie-campo (desierto, soledad, aislamiento)” a través del estudio de los habitantes de un lugar, sus costumbres, sus modos de relacionarse, las leyes e incluso a partir de su vestimenta:

“(...) El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada (...) el hombre del campo lleva otro traje, que llamaré americano (...) rechaza (...) el vestido ciudadano, el frac, la silla y la capa (...)” [20]

Pero ocurre que detrás de estas oposiciones Sarmiento reconoce que debido al accionar de los caudillos, la barbarie característica del campo, amenaza a los mayores logros de la civilización: las ciudades. Algunos parámetros para contrastar la barbarización y ruralización son: el crecimiento o la disminución de la población debido a causas políticas; la construcción o la destrucción de edificios y templos debido a causas económicas; la presencia o ausencia de personas notables en la ciudad como médicos, sacerdotes y abogados; el número de escuelas y el número de jóvenes que se educan en Buenos Aires o que conocen el inglés o el francés; la solvencia de la moneda, etc.[21] Sin embargo, la tan alabada civilización no constituye un edificio monolítico porque dentro de la misma conviven dos estados de sociedad que instauran otro par opositivo: “tradición-modernidad”.

“(...) Córdoba, de espíritu monacal y escolástico, de arquitectura austera, es la ‘Pompeya de la España medieval’; Buenos Aires, caracterizada por un espíritu revolucionario y portavoz de las ideas de ultramar (...) Córdoba, civilizada a la manera de España; Buenos Aires, a la francesa y a la inglesa (...)”[22].

Ante todo lo expuesto vemos que no existe una exclusión total de uno de los miembros del binomio “civilización-ciudad-/barbarie-campo” respecto del otro sino que hasta diacrónicamente se habría dado una resolución positiva en favor del segundo:

“(...) Había, antes de 1810, en la República Argentina, dos sociedades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas: la una, española, europea, culta, y la otra, bárbara, americana, casi indígena; y la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras distintas de ser un pueblo, se pusiesen en presencia una de otra, se acometiesen y, después de largos años de lucha, la una absorbiese a la otra (...)” [23]

Esta contraposición entre ciudad culta y campo barbarizado se puede apreciar además en la forma de organizar las tropas para la guerra y afrontar la batalla. Para ilustrar esto, Sarmiento, convoca a la figura del general Paz y la opone a la de Juan Facundo Quiroga como comandante de campaña pero a diferencia de lo que sucede con las ciudades, la barbarie será la derrotada y la civilización, al ritmo del reloj y la estrategia[24], terminará venciendo. Prueba de ello será la voluntad de Quiroga por integrarse concretamente a la vida de Buenos Aires.[25] Para caracterizar al general y al comandante y a sus correspondientes formas de hacer la guerra, nos remitimos a las palabras de Sarmiento:

“(...) Facundo, ignorante, bárbaro, que ha llevado, por largos años, una vida errante que sólo alumbra, de vez en cuando, los reflejos siniestros del puñal que gira en torno suyo; valiente hasta la temeridad (...), dominándolo todo por la violencia y el terror, no conoce más poder que el de la fuerza brutal, no tiene fe sino en el caballo; todo lo espera del valor, de la lanza, del empuje terrible de sus cargas de caballería. ¿Dónde encontraréis en la República Argentina un tipo más acabado del ideal del gaucho malo? (...)”[26]

“(...) Paz es, por el contrario, el hijo legítimo de la ciudad, el representante más cumplido del poder de los pueblos civilizados. (...), es militar a la europea: no cree en el valor solo, si no se subordina a la táctica, a la estrategia y a la disciplina; apenas sabe andar a caballo; es además, manco, y no puede manejar una lanza. La ostentación de fuerzas numerosas le incomoda; pocos soldados, pero bien instruidos. (...) Es el espíritu guerrero de la Europa, hasta en el arma en que ha servido: es artillero, y, por tanto, matemático, científico, calculador. (...)”[27]

El orden y la disciplina que tanto aborrecen las montoneras y, los frutos del progreso en el armamento bélico que sólo trae la civilización, otorgan la victoria en el campo de batalla[28] gracias a la velocidad:

“(...) Si una lucha puede resumir todo el problema de Facundo, ésta es el combate entre la extensión y la velocidad, o entre la naturaleza salvaje y el progreso técnico: las distancias se oponen al progreso, es decir, a la acción de avanzar aceleradamente y de ganar tiempo. La distancia (la Naturaleza) se opone a la Historia. De modo que la principal arma táctica de la Civilización no será tanto la violencia como la velocidad. (...)”[29]

A partir de la contraposición entre las formas de guerrear de Quiroga y de Paz podemos analizar otro par opositivo que se relaciona una vez más con el binomio “civilización-barbarie”, nos referimos a la dicotomía: “extensión (barbarie)-velocidad (civilización)”. Es decir, volvemos a encontrarnos con el “mal de la Argentina” denunciado por Sarmiento debido a que “el triunfo económico y militar depende de la velocidad de desplazamiento, de la rapidez en las informaciones, de la prontitud en los aparatos bélicos”[30] El desierto es la causa de la barbarie que encarna el caudillo[31], jefe a la vez militar y político[32], cuyos atributos característicos, el caballo y el cuchillo, le permiten “desenvolver su carácter y su odio contra la civilización”[33].

Y otra vez se nos manifiesta la coexistencia porque es el mismo Facundo quien exige velocidad para salvar su vida, aunque sabemos que ésta terminó venciéndolo[34] La preferencia de Sarmiento por la velocidad en detrimento de la extensión que se asimila a la lentitud[35] se debe a que aquélla contribuye al desarrollo de “su” proyecto de país mientras que “por la extensión se explica la inseguridad del territorio, el monopolio económico, las formas de posesión del suelo y la ausencia de toda organización política”[36] Por eso propone apostar a la navegación de los ríos y a los beneficios del ferrocarril.[37]

Y en esto se nos revela otra dicotomía planteada por Sarmiento respecto de qué países encarnan a la civilización y cuáles la barbarie, la oposición entre Inglaterra y España:

“(...) En 1806 el ojo especulador de la Inglaterra recorre el mapa americano, y sólo ve a Buenos Aires, su río, su porvenir (...) La España oficial miró con desdén una playa y un río (...)”[38]

El río es el camino del progreso, Buenos Aires hace uso de esa vía y abre el país a Europa, no así las otras ciudades del interior que no aprovechan los cursos de agua, para sus habitantes éstos tan solo son un estorbo a la hora de cruzarlos, un estorbo a su ‘tranquila’ vida pastoril.

Aventurándonos ahora en el terreno político e ideológico hallamos que la dicotomía “civilización-barbarie” se realiza en otro par opositivo: “unitarios-federales”[39] cuya realización concreta puede ser ilustrada con la oposición: “Sarmiento (Paz-civilización)/Rosas (Quiroga-barbarie)”.

Rosas “destruye la obra de los siglos, la civilización, las leyes, la libertad”[40], domina el sistema de correos, controla a los gobernadores y fusila a algunos; impone el grito: “¡Mueran los salvajes, inmundos unitarios!”; se atreve a oponerse a los intereses franceses y tiene todo bajo control gracias al terror que infunden tanto él como sus seguidores[41] porque “De eso se trata [dice Sarmiento]: de ser o no ser salvaje”[42]

“(...)Nosotros, empero, queríamos la unidad en la civilización y en la libertad, y se nos ha dado la unidad en la barbarie y en la esclavitud (...)”[43]

Sin embargo, a Sarmiento vuelve a ganarle la partida la lógica de coexistencia porque al considerar cómo Rosas ha centrado el poder en sí mismo y, por lo tanto, en Buenos Aires, está realizando el programa unitario rivadaviano[44]:

“(...) La idea de los unitarios está realizada, sólo está de más el tirano; el día que un buen Gobierno se establezca, hallará las resistencias locales vencidas y todo dispuesto para la unión. (...)”[45]

Rosas, entonces, la barbarie que amenaza con bastante éxito a las ciudades, está sirviendo -paradójicamente- al avance de la civilización. Por lo tanto, la dicotomía en que se apoya nuestro autor encubre una profunda realidad de coexistencia. Y él mismo, en la medida en que amparándose en la civilización ataca a la barbarie, no hace más que difundir su obra dándola a la publicidad en el país trasandino.

 

 

RESUMEN

 

Facundo de Sarmiento: Una lógica de coexistencia en la dicotomía civilización-barbarie

 

La dicotomía ‘civilización-barbarie’ es la clave para la interpretación de la obra de Sarmiento, Facundo. Otras oposiciones como campo-ciudad; tradición-modernidad; extensión-velocidad, se refieren a la misma dicotomía, la cual oculta dos proyectos de país diferentes: el proyecto de Sarmiento y el proyecto de Rosas.

 

Palabras clave: Civilización – Barbarie – Progreso

 

 

ABSTRACT

 

Facundo: A logic of coexistence in the dichotomy “civilization-barbarity”

 

The dichotomy ‘civilization-barbarity’ is the interpretation key to Sarmiento’s play, Facundo. Another oppositions such as field-city; tradition-modernity; extent-velocity to refer to that dichotomy, which hides both country projects: Sarmiento’s and Rosas’ projects.

 

Key words: Civilization – Barbarity – Progress

 

 

Notas



(*) Estudiantes de la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. clara_b_racca1@hotmail.com -- marielabmoretti@hotmail.com

[1] El 1º de mayo de 1845 se anuncia como folletín en el periódico El Progreso de Santiago de Chile, comienza a editarse al día siguiente y continúa por tres meses. El 28 de julio, El Progreso, publica también el libro: Civilización i barbarie, vida de Facundo Quiroga i aspecto físico, costumbres i ábitos de la República Arjentina. La premura en la edición se debe a la llegada a tierras chilenas de un enviado de Rosas, Baldomero García cuya misión era protestar por la campaña antirrosista de los exiliados argentinos. La segunda edición (Santiago, 1851) conserva el título de la primera. Pero en la tercera edición (Nueva York, 1868) el título se aproxima al que va a quedar en el ‘imaginario popular’: Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas. En 1888, al volver a editarse en Santiago de Chile formando parte del Tomo VII de las Obras Completas, otra vez se titulará Civilización y Barbarie. Nosotras lo denominamos Facundo a secas, porque se ha impuesto como costumbre gracias al uso que el mismo autor ha realizado del mismo. Cf. CARRICABURO, Norma- MARTÍNEZ CUITIÑO, Luis: “Estudio Preliminar” EN: SARMIENTO, Domingo F.: Facundo, Losada, Bs.As.,1989, pp. 10-11.

[2] Cf. SVAMPA, Maristella: El dilema argentino: Civilización o Barbarie, El Cielo por Asalto, Bs.As., 1994, p. 20.

[3] SVAMPA, Maristella: op. cit., p. 20.

[4] SVAMPA, Maristella: loc. cit.

[5] SARMIENTO, Domingo F.: Facundo, Losada, Bs.As., 1989, p. 46.

[6] Recordemos aquí que el exilio en Chile de Sarmiento ha sido motivado por su disconformidad con el ‘tirano’ Rosas y que lamenta la intromisión de éste en el ‘destino’ del país: “(..) Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión, y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo. Tirano sin rival hoy en la tierra, ¿por qué sus enemigos quieren disputarle el título de Grande que le prodigan sus cortesanos? Sí; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas generosas que, en quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la organización política de la República. (...)” SARMIENTO, Domingo F.: op.. cit.,, p. 54.

[7] Cf. RAMOS, Julio: “Saber del otro: escritura y oralidad en Facundo de D. Faustino Sarmiento”, EN: Revista Iberoamericana, abril-junio, 1988; V.LIV, Nº143, p. 552.

[8] Nos referimos al saber del gaucho y de la cultura campesina: el saber del ‘rastreador’, del ‘baqueano’, del ‘gaucho malo’, del ‘cantor’. Para ampliar las características es estos tipos humanos ver el Capítulo II de Facundo.

[9] Cf. RAMOS, Julio: op. cit., p. 557. “(...) no puede haber progreso sin la posesión permanente del suelo, sin la ciudad, que es la que desenvuelve la capacidad industrial del hombre y le permite extender sus adquisiciones. (...)”SARMIENTO, Domingo F.: op.cit., p. 79.

[10] SARMIENTO, Domingo F.: op.cit., p.43. Recordemos que esta cita ha sido calificada como ‘apócrifa’ porque no corresponde a quien Sarmiento la atribuye.

[11] Cf. PIGLIA, Ricardo: “Notas sobre Facundo”, EN: Punto de vista, mayo-junio 1980, Año III, Nº 8, p. 15.

[12] PIGLIA, Ricardo: op. cit., p. 16

[13] PIGLIA, Ricardo: op.cit., p. 15.

[14] PIGLIA, Ricardo: op. cit., p. 17.

[15] Cf. RAMOS, Julio: op. cit., p. 558.

[16] Por eso, Sarmiento, dirá al referirse a Quiroga, a Facundo: “(...) en Facundo Quiroga no veo un caudillo simplemente, sino una manifestación de la vida argentina tal como la han hecho la colonización y las peculiaridades del terreno (...)”SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 53.

[17] Ya Esteban Echeverría mostró en La Cautiva la imagen del vacío en la naturaleza exuberante:

“(...) Gira en vano, reconcentra

su inmensidad, y no encuentra

la vista, en su vivo anhelo,

do fijar su fugaz vuelo,

como el pájaro en el mar.

Doquier campos y heredades

del ave y bruto guaridas,

doquier cielo y soledades

de Dios sólo conocidas,

que él solo puede sondar (...)

ECHEVERRÍA, Esteban: La Cautiva. El matadero, Kapelusz, Bs.As., 1965, pp. 3-4.

[18] SARMIENTO, Domingo F.: op.cit., pp. 59-60.

[19] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 67.

[20] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 68.

21 Cf. SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., pp. 107-108.

[22] SVAMPA, Maristella: op. cit., p. 51. Recordemos aquí que Sarmiento también se refiere a las ciudades de La Rioja y de San Juan: consultar capítulo IV del Facundo.

[23] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 99.

[24] Cf. SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 193.

[25] Cf. SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 233.

[26] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., pp. 178-179.

[27] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 179.

[28] Cf. SCAVINO, Dardo: op. cit., p. 45.

[29] SCAVINO, Dardo: op. cit., p. 44.

[30] SCAVINO, Dardo: op. cit., p. 44.

[31] Cf. SVAMPA, Maristella: op.cit., p. 49.

[32] Cf. ROMERO, José Luis: “Las ciudades patricias”, Latinoamérica: las ciudades y las ideas, Siglo XXI, Bs.As., 1976, p. 202.

[33] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 105.

[34] Cf. SCAVINO, Dardo: op. cit., p.p. 44-45.

[35] Cf. SCAVINO, Dardo: op. cit., pp. 66.

[36] SCAVINO, Dardo: op. cit., p. 44

[37] Por ejemplo sobre la bondad de la navegación de los ríos se puede consultar el Capítulo 1 del Facundo.

[38] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., pp. 147-148.

[39] Este par dicotómico trae a nuestra memoria algunas escenas particularmente violentas de “El matadero” de Esteban Echeverría. Por ejemplo en el momento en que los federales se disponen a desnudar al joven unitario para someterlo a sus torturas: “(...) Inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron la obra de desnudarlo. Entonces, un torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven, y extendiéndose empezó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa. Los sayones quedaron inmóviles y los espectadores estupefactos

-Reventó de rabia el salvaje unitario –dijo uno. (...)” ECHEVERRÍA, Esteban: op. cit.,p. 127.

[40] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 110.

[41] Consultar todo el capítulo XIV del Facundo.

[42] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 58.

[43] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 72.

[44] Se puede consultar el Capítulo VII del Facundo.

[45] SARMIENTO, Domingo F.: op. cit., p. 315